CAPÍTULO 6

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-Nadia-

-Nadia despierta-

-Mira hacia aquí-

-Soy yo-

Apenas pudo aclarar los susurros que le estaban llegando. Percibía una brisa gélida, demasiado fría y...mojada, se sentía mojada, de pies a cabeza, estaba empapada. No lograba erguirse totalmente, le pesaba la cabeza y el cuerpo, sentía como si tuviera sacos de arena llenos encima suya y la impidieran el mínimo movimiento.

Apoyó a duras penas en el suelo los codos detrás de la espalda, para poder observar donde se encontraba y con quién.

-Nadia-

Esa voz nuevamente, aun que esta vez con un tono mas elevado que las demás veces, le parecía familiar, esa voz con un matiz melancólico y a la vez alegre, le causaba nostalgia, le imponía el recuerdo de su hermana.

-¿Elizabeth?¿ Elizabeth eres tú?- llamaba Nadia desesperada por saber quien era en realidad.

Una penumbra invadía todo el lugar, solo alcanzaba a escuchar unos susurros provenientes de unos metros mas alejados de donde se encontraba ella. Intentó gatear en dirección al sonido, se sentía pesada y le resultaba difícil poder moverse, se arrastraba entre una espesa masa negra que no podía conocer de que estaba hecha, pues no le cubrían las manos al tocar esa sustancia.

Mientras más se acercaba, más se daba cuenta del miedo que le causaba toda esa extraña situación desconocida, hasta que se encontró algo duro en el suelo.

-¿Qué es esto?- preguntó

De repente, un foco de luz iluminó el lugar pudiendo observar con mas claridad lo que había encontrado. Levantó el objeto hasta la altura de sus ojos, resultó ser un colgante, pero no uno insignificante ni cualquiera, era un colgante plateado con brillo dorado, tenía piedrecitas blancas decorando el colgante entero y justo en la mitad se encontraba una piedra mas grande que las demás, era una piedra ovalada con un verde esmeralda desgastado por el paso del tiempo, era fina pero no lo suficientemente para romperse con facilidad, tenía estampado un trébol de cuatro hojas negro, aun que por el paso del tiempo se fue convirtiendo en un negro grisáceo. Por detrás de la piedra había algo escrito, una E en cursiva.

-No puede ser, no puede ser- dice aturdida. -¿Que coño hace esto en este lugar?¿!por qué esto está aquí?! Tiene que ser un error-

-No es un error Nadia, es el destino, es tu destino-

-¿Elizabeth? Elizabeth, ¿eres tú?-

Delante de ella a escasos metros, aparece una joven de cabello negro largo, con un vestido blanco de tirantes y suelto que le llegaba hasta el suelo. Parecía un ángel sobre el infierno, no llegaba a tocar el suelo y la punta del vestido rozaba el suelo, estaba andando sobre el aire mientras dejaba una pura y delicada brisa detrás suya. Era delgada, demasiado, pues se le notaban los huesos de la espalda de manera muy radical, sus finos brazos se agitaban al son de una brisa que ella misma desprendía.

-No puede ser, Elizabeth- empezó a moverse Nadia más rápido para intentar alcanzar a la chica. -Elizabeth espérame por favor, Elizabeth te lo suplico, no te vayas así otra vez, vuelve conmigo, con nosotros, Elizabeth-

Estaba a punto de alcanzarla cuando al no darse cuenta del precipicio que tenía bajo su cuerpo calló directo a él.

Con una expresión de angustia y sorpresa se levantó de la cama, su respiración era agitada y no podía entender que había pasado.

-¿Nadia? ¿Estás bien? Que susto me has dado, ¿porqué te has levantado así, has tenido una pesadilla?-

Nadia voltea la cabeza y observa a Megan mirándola con preocupación.

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⏰ Última actualización: Nov 25, 2021 ⏰

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