Black Angel

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El sábado por la tarde después de hablar con mi mamá sobre lo que la enfermera me había dicho y que ella me reganara me pidió que fuera al médico, ella no pudo acompañarme pues tenía que ir al trabajo y claro mi papá no era una buena opción. Odiaba el doctor, no al doctor sino más bien el acto de ir a médico. El olor a hospital me producía náuseas.

-Grace Hale, hacía mucho no te miraba

El doctor James era nuestro doctor familiar. Emma solía ir mucho pero yo prefería tratarme con remedios más naturales.

-Efectivamente tienes un caso de anemia, es importante, pero nada que unas pastillas no puedan controlar, debe alimentarse bien señorita Hale

-Lo intento

-Debe hacer algo mejor que eso, en otro caso si esto empeora debemos hacerle una transfusión

-Miré entiendo cómo se debe sentir por...por Emma

-No, no lo entiende

Él sonrió.

-Ok...solo le daré su receta y puede irse

Para surtir la receta necesite ir al centro. Después me tome unos minutos para mí y fui al malecón, gracias a que era un día nublado estaba solo. Emma y yo íbamos al malecón cuando queríamos estar solas, no era un lugar muy visitado. Cuando éramos más pequeñas mi mamá nos llevaba y a nosotros nos gustaba hacer castillos de arena. El problema es que ya no estaba con Emma y...tampoco estaba sola. Un hombre de pie a unos metros de mí no dejaba de verme y cuando me puse de pie para ir al auto él comenzó a caminar hacia mí. Oh no.

-Hey...hey hey nena ¿A dónde crees que vas?

Sentí sus manos sobre mis hombros e hizo que me detuviera.

-¿Por qué tan sola?

-Por favor déjeme ir

-Podría pero me siento tan solo y...y tú te ves igual así que...

Me abrazo por la espalda y mis intentos inútiles de zafarme de él no funcionaban.

-¡Ayuda!

-¡Cállate!

Puso sus manos sobre mi boca.

-Gritas peor que tu hermana

Me congele. Él había dicho eso...él sabía de mi hermana.

-Solo necesito que me des algo que es mío-pero en silencio por favor, voy a soltarte y me lo darás

Cuando me soltó logré zafarme de sus brazos y lo golpee en su estómago haciendo que cayera al suelo. No duraría así mucho tiempo y aunque quería saber cómo él sabía de Emma me puse a correr. No parecía haber nadie cerca, y el bosque era mi única oportunidad de esconderme, llegar al auto era más peligroso. O eso pensé. Él me alcanzó y me sujeto la pierna haciéndome caer al suelo y que me golpeara la cabeza produciendo que sangrara. El aliento me faltaba y comenzaba a marearme. Necesitaba las pastillas de hierro pero no podía luchar y sacarlas de mi bolsillo al mismo tiempo. De pronto y sin saber cómo él dejo de hacer fuerza y pude arrastrarme hasta una roca. Me quede ahí unos instantes antes de mirar hacia atrás y darme cuenta de que una pelea se estaba llevando a cabo entre mi agresor y alguien más que no podía distinguir por la oscuridad de la noche. Tome con mis manos temblorosas mi bolso y corrí como pude detrás de un árbol, solo podía escuchar los sonidos de la pelea que estaba detrás de mí. Tomé un par de pastillas y me las metí a la boca. La sangre escurría por mi cabello y mi corazón parecía que iba a salirse de mi pecho. Todo llegó a la calma después de un rato y escuché paso detrás de mí que se acercaban más. Quizá ya había llegado mi momento.

La persona equivocada 1©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora