Un desconocido

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Después de horas de estar ahí, comencé a caminar hacia mi casa. Sin estar muy atenta a lo que sucedía a mi alrededor. Grave error. Y mi error fue no mirar, al cruzar, que un auto venía a toda velocidad hacia mí. Lo único que sentí fue el peso de alguien empujándome al otro lado de la calle y cayendo sobre mí. Grite un poco ante el impacto y el asombro. Quizá hubiera sido mejor que nadie me salvara. Pero él lo hizo.

—Agh —se quejó—. Es increíble mujer.

Se quitó de encima y me miró. Tenía unos hermosos ojos azul oscuro que me miraban atentos, era alto, quizá un poco más que yo, tenía el cabello negro con un moderno peinado, piel blanca y vestía de negro, con una chamarra de cuero negra que olía como nuevo. Claro estuve a punto de morir pero no pude evitar poner atención en sus detalles. 

— ¿Piensas quedarte ahí todo el día? —me preguntó y luego extendió la mano para ayudarme a levantar—. ¿Estás bien?

Asentí aun mirándolo.

— ¿Eres muda acaso?

Negué con la cabeza. No era muda simplemente estuve a punto de morir y dejar a mis padres definitivamente huérfanos de hija.

— ¿Cómo te llamas?

—Grace... mi nombre es Grace Hale, señor.

No sé si era el efecto de la adrenalina pero podría jurar que se sorprendió al escuchar mi nombre pero después añadió;

— ¿Señor? ¿Qué edad crees que tengo Grace? Tengo diecinueve no cuarenta.

—Lo siento... yo no lo se.

—Es igual ¿Segura estás bien?... Te observé en el parque, llorabas ¿Por qué llorabas?

Estuve a punto de responder pero me detuve.

—Lo siento ni siquiera sé quién eres como para hablarte del porque lloraba.

—Claro, solo soy el sujeto que acaba de salvar tu vida —dijo con sarcasmo—. Como sea.

—Me observabas, ¿Por qué me observabas?

—Oye no te sientas importante —dijo fríamente—. Solo estaba ahí y te vi, después cruzaste la calle creyendo patéticamente que era toda tuya y ese auto casi te mata. Un gracias funcionaria ¿Sabes?

—Gracias.

— ¿Y tú auto?

— ¿Qué?

—Tu auto ¿Tienes uno? ¿Vienes sola? Reacciona mujer.

—Corrí desde la estación de policía así que si, vengo sola.

— ¿Eres una fugitiva? —preguntó divertido.

—Quizá —respondí recordando el interrogatorio y las palabras de mi padre—. Gracias de nuevo.

Me di la vuelta y comencé a caminar. A las pocas cuadras un auto Mustang color negro y vidrios totalmente polarizados se acercó a mí. Por un momento me asuste así que seguí caminando. Pero el conductor bajo la ventana para dejarse ver. Era él, el chico que había salvado mi vida.

—Vamos, te llevo.

—Vivo lejos.

Quizá eso no era verdad, mi casa estaba a una hora o menos aproximadamente.

—Yo igual, anda no voy a comerte... al menos que tú quieras que lo haga.

Lo pensé unos instantes, de verdad no tenía nada de ganas de caminar así que ¿Por qué no? Aunque quizá fue un grave error. Él conducía como si estuviera en una maldita pista de carreras.

La persona equivocada 1©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora