Capítulo Uno

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Ava no está preocupada por ella cuando esa noche decide seguir a su intimidante compañera de piso en su extraña salida a la una de la madrugada.

No era la primera vez que Poppy Maxwell salia a altas horas de la noche y solo el fin de semana pasado fue que la algo despistada Ava Evans se dio cuenta.

Literalmente había traspasado la puerta cuando la vio salir de su habitación vestida con ropa de calle y muy agitada. Ava la observó irse y quiso seguirla. Su expresión nerviosa la había preocupado. Pero luego recordó que había estado más de cuatro horas lejos de su cuerpo y eso era mucho tiempo para su gusto. Entonces, resignada, decidió esperar y volver junto a su cascarón llamado cuerpo.

Cuando despertó por la mañana Poppy ya se había ido, por lo que no tuvo la oportunidad de preguntarle al respecto. Los días pasaron, todas las clases y exámenes en la universidad ocuparon su mente, hasta esa noche.

—Contesta. Responde ahora. —Poppy estaba en medio del salón con su teléfono pegado a su oreja. Su voz era apenas un susurro y Ava supuso que no quería despertarla.

«Si supiera»

—Vamos idiota. —Ava miró a la pelirroja morder sus uñas ya cortas pintadas de negro. Notó que su atuendo era del mismo color. No le extrañó. Su compañera había dejado muy en claro que amaba el negro, el rock y todas esas cosas. Incluso tenía un piercing en su nariz.

Ava siempre pensaba que no había alguien más opuesta a ella que Poppy.

—¡Hasta que respondes! —La voz de Poppy salió aliviada y Ava no puedo escuchar la respuesta de la persona al otro lado y tampoco quiso entrometerse más. Simplemente se quedó mirando a Poppy ir y venir de un lado para el otro mientras hablaba. Tuvo que esquivarla varias veces para que no la traspasada. No quería saber o sentir que pensaba o sentía su compañera de esa manera.

—Diez minutos... ¡Solo son unos jodidos diez minutos! —La miró llevar sus manos a los bolsillos de sus jeans negros y palpar. —Bien... si... Esta bien.—Después de colgar, la vio meter su teléfono en el bolsillo de su suéter con capucha para después tomar las lleves del departamento y salir.

• • •

No podía sentir el piso, ni la brisa rozar su cuerpo.

Ava era tan invisible como esas almas errantes que vagaban por el mundo, sin encontrar su camino.

Siguió a Poppy de cerca. Todo su camino hasta su destino lo hizo caminando.

Ella no podía creer que fuera tan insensata como para caminar sola por calles tan peligrosas como esas. La chica sin duda no sabia que existían cosas peores que un asaltante o un violador. Entonces Ava pensó que su compañera, como la mayoría de los humanos normales, no sabían de la existencia de los otros seres.

Por lo que en realidad, un asaltante era el menor de los males si un vampiro, licántropo o demonio la llegaba a encontrar vagando sola en mitad de la noche.

«Si, querida poppy, este mundo está plagado de todos ellos. Y no son seres que practiquen la misericordia. No todos ellos, de todas formas

Tres cuadras más adelante, Poppy por fin se detuvo en la esquina frente al café de Jun's. Tenia sus manos metidas en los bolsillos de su suéter y miraba nerviosamente a su alrededor con sus labios rosa temblando notoriamente.

Ava se preguntó por octava vez, en que rayos estaba metida la pelirroja. La acompañó a lo largo de los diez minutos que pasó bajo el cielo oscuro y a merced del frío clima. Y vio como su aliento se reflejaba cada vez que salia de su boca.

Cuando creyó que decidiría irse por fin, notó a una figura cruzar la carretera y acercarse. Aunque sabia perfectamente que no podían verla, no pudo evitar dar un paso hacia atrás al ver el aspecto de malhechor del sujeto.

Era bajito, con barba de muchos días y ropa raída y sucia. A ella no le gustaba juzgar a la personas por su aspecto, pero pensó que ese hombre parecía un ladrón que les robaría hasta la ropa interior si tenia la oportunidad. Y en ese caso, Poppy parecía habérsela dado.

—¿Traes el dinero? — Preguntó el sujeto con voz nasal en cuanto estuvo parado frente a ella. Ava reprimió el impulso que tenía de gritarle que saliera corriendo porque sabia que no la escucharía.

No podía oírla.

—S-si. Has tardado. —Respondió. La vio buscar rápida y casi desesperadamente dentro de los bolsillos de su ropa, hasta que dio con unos pocos billetes.

—Esto no es una jodida cita romántica... —Ava miró como el tipo le quitaba bruscamente el dinero a Poppy de las manos. —...llegaré cuando se me dé la gana.

Su compañero solo asintió sin discutir y extendió su mano con su palma hacia arriba. Ava observó, desconcertada, como el tipo le colocaba una pequeña bolsa transparente con un polvo dentro, en la mano de Poppy. Sorprendida y algo horrorizada entendió que era droga y casi no podía creerlo. Nunca pensó que Poppy fuera adicta, pero se recordó que tampoco era como si la conociera muy a fondo.

En realidad, ellas no convivían mucho, no estudiaban la misma carrera, no frecuentaban los mismos círculos en la universidad y cada quien siempre estaba en lo suyo. A ella siempre le pareció una chica reservada pero centrada en su carrera, descubrir su adicción si le sorprendió bastante.

«Pero entonces las apariencias casi siempre engañan», se recordó.

—Esta es la última vez que me verás por aquí. Creo que alguien me esta vigilando. —Le informó el hombre mientras miraba nerviosamente sobre su hombro. —No puedo arriesgarme. Para la próxima tendrás que pedírselo a alguien más.

—No, espera. ¡Oye! —Negó mientras escuchaba a Poppy rogar, pero él ya se había alejado dejándola allí parada. 

En Cuerpo y AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora