Lukka Black

Capítulo 7

A media mañana salí del edificio principal de mi facultad, iba conversando con unos compañeros sobre un trabajo en equipo, querían que fuera la fotógrafa principal, yo me negaba bajo el argumento de que el liderazgo no estaba entre mis cualidades, corté la conversación cuando Lukka entró en mi panorama, la vi no muy lejos, a unos cinco metros de distancia, mantenía una pose tensa y una cara ausente, expresión muy entraña viniendo de ella.

Acudí a su encuentro.

—¿Qué sucede, cariño? —La abracé recargando mi cabeza en su pecho, el ritmo de su corazón era normal, no temblaba ni parecía al borde de una crisis.

—Recibí una llamada, mi ma... —Tragó sus propias palabras—. Raizel. —Sentí una chispa de ira, ¿esa mujer osaba contactar a Lukka? Eso era...— Falleció.

Lukka y su padre asistirían al funeral, allá en la ciudad donde todo empezó; me pidió que fuese con ella, acepté de inmediato, no podía dejarla, dejarlas solas, en algo que con mucha seguridad podría hacer tambalear su mundo.

Subí a un avión con los Black. Llamamos la atención de más de uno, tal vez por el contraste entre ellos y yo, parecía una pieza de otro rompecabezas intentando encajar en el suyo, los tres notamos cómo nos percibían, por mi parte sonreí, Lukka y Luke reflejaron con una mirada que no les interesaba la opinión de los demás. Caminamos entre las filas hasta alcanzar nuestros lugares; me tocó junto a la ventana, a mi izquierda se sentó ella y a su izquierda su padre.

Mi idea era sostener la mano de Lukka durante todo el vuelo, a medio transcurso se paró diciendo que iría al sanitario, pasados diez minutos creí que para ser ella, había demorado mucho, le dije a Luke que iría a verificar su estado.

Llegué hasta el baño, toqué dos veces.

—Lukka, ¿te encuentras bien? —No obtuve respuesta, entonces, supuse lo que sucedía—. Cariño, abre. —Abrió, pese a que el espacio era reducido me metí con ella, que de algo sirviera que era tan pequeña; cerré la puerta y le puse seguro—. Estoy aquí, contigo. —Estaba teniendo uno de sus ataques de ansiedad, la abracé, correspondió de inmediato envolviendo mi cintura con sus brazos, cuando recargué la cabeza en su pecho ella apoyó su mentón sobre mi cabeza, escuché sus latidos frenéticos—. ¿Ya tomaste tu medicamento? —Dio un leve asentimiento. En los ataques más severos requería medicina para poder calmarse del todo.

Una vez que recuperó un estado estable, regresamos a nuestros asientos; Luke me dio una mirada de agradecimiento. Recargué mi cabeza en el hombro de Lukka, ella entrelazó nuestros dedos. El resto del vuelo fue tranquilo.

Al bajar del avión, la expresión de Lukka era neutra, caminaba con la cabeza en alto y la espalda recta, con esa postura soberbia que tanto me gustaba en ella. En el estacionamiento del aeropuerto nos recogió un auto que Luke había contratado, éste nos llevaría a la funeraria, cómo no, los Black eran expertos calculando horarios, por lo cual habíamos llegado con el tiempo perfecto para acudir al funeral.

Por lo que me contaron los Black, Raizel nunca fue una de las mujeres más encantadoras, además por cómo fue durante sus últimos años, no era de extrañar que el lugar estuviese casi vacío, francamente, el ambiente era deprimente incluso para ser, bueno, un funeral.

Cuando entramos a la capilla nos convertimos en el foco de atención, vaya, he de suponer que el que el ex esposo y la única hija de la muerta reaparecieran después de tanto no les hacía gracia.

A Lukka se le resbalaron las miradas, yo sabía que no fingía, su indiferencia para con esas personas era genuina. Caminamos hacia el ataúd. El cuerpo de Raizel estaba demacrado, con un rostro que gritaba a los cuatro vientos que no encontraría el descanso eterno; vi de reojo a Lukka, contrario a lo que pensé, cuando contempló a su madre, su expresión no cambió, al menos no para mal, su neutralidad se transformó en frialdad.