Capítulo 12

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Una mañana, cuando le di una taza de café, tras darle un trago, Black me dijo que tenía ganas de ver a sus amigos, con una gran sonrisa le respondí que, durante todo ese tiempo, Leo había llamado a diario insistiendo en que salieran, y que Alex no se había quedado atrás, sus amigos querían estar para ella, sólo era cuestión de que les abriera la puerta.

Llamó a ambos, los dos estuvieron muy contentos de recibir su llamada; sentí un alivio enorme al ver cómo las comisuras de sus labios se movían un poco hacia arriba, no llegó a ser una sonrisa, pero era lo más cercano que había estado en mucho tiempo.

La llamada no fue muy larga, Lukka mencionó que prefería ponerse al día en persona, aceptaron encantados, acordaron salir a comer ese mismo día; pensé que era perfecto, que pasar un rato con personas que la amaban, y que no eran unas trastornadas mentales con un sombrío pasatiempo, era exactamente lo que necesitaba.

Cómo no, Lukka siendo una dama ante todo me incluyó en su plan, sentí la sinceridad en su invitación, en verdad quería que fuera, con gentileza y el mayor tacto que era capaz de tener rechacé la idea, consideraba que era mejor de esa manera, por más que dijera amarme yo era el mal que plagaba su vida.

Ella entendió que mi intención era hacerle ver que no estaba encadenada a mí y que yo no era ningún tipo de carcelera encargada de su custodia.

De igual manera, le pregunté si se sentía en buenas condiciones para manejar o si prefería que la llevara, lo sopesó un minuto, al final concluyó que prefería que yo manejara, según lo acordado, cuando terminara con sus amigos me llamaría para que fuera por ella.

Un par de horas antes del encuentro, Black, la verdadera Black y no Break simulando ser ella, procedió a arreglarse, aunque técnicamente ya tenía una apariencia excelente, lo tomé como algo bueno, ver sus manías en acción después de tanto tiempo fue reconfortante.

Contemplé su ritual desde mi lugar en la cama. Cambió su camisa por una de un tono más oscuro; tomó un saco del closet, uno que me fascinaba por como remarcaba su silueta; se miró en el espejo de cuerpo completo y decidió que tenía un par de zapatos que quedarían mejor con el conjunto; al final, abrió el cajón donde guardaba sus relojes, escogió el que le regalé en su penúltimo cumpleaños.

—Eres hermosa —le dije. No podía quitarle la mirada de encima, como si ella fuese un imán y yo una pieza metálica.

—Gracias —respondió, de nuevo con ese gesto que curveaba sus labios sin llegar a ser una sonrisa—, Mercy...

—¿Sí?

—Olvídalo, no era nada.

Debí haber insistido, por el sencillo motivo de que Lukka Black jamás, ni en su peor estado, decía algo que "no era nada", debí insistir, tuve que hacerlo, no lo hice por no querer hostigarla cuando apenas comenzaba a abrirse de nuevo.

La llevé a su cita con sus amigos, antes de bajar del auto me dio un beso en la comisura de los labios, fue impactante, no era que rechazara mi contacto, pero demonios, Lukka no me había besado desde que supo mi verdad, inconscientemente me llevé la mano al sitio que tocaron sus labios, había extrañado tanto sus besos.

—Te amo —lo dijo bajito, tal como la primera vez que me lo dijo.

Luego, sin esperar una respuesta, bajó del auto. La vi caminar hacia la entrada del restaurante, ahí la esperaban Leo y Alex.

Tranquila, ya que mi Lukka estaba en buenas manos, me fui.


Pasé el rato en un centro comercial, no iba de tienda en tienda, ni pasaba una eternidad viendo un sólo puesto, creo que ni si quiera llegué a poner un pie en un local, tan solo llegué, caminé un poco hasta encontrar una banca vacía y me senté.

Lukka BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora