Capítulo 3

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Si existía algún dios, en verdad que nosotras teníamos que ser una falla en su creación, y el hecho de conocernos, un error aún peor.

Tras la despedida de Break, el cuerpo de Lukka se desplomó en el suelo, volviendo a los efectos del somnífero. Era la oportunidad perfecta para sacarme de encima, lo que prometía ser un problema de magnitudes incalculables, pero después de esa experiencia casi mortal, entendí que no quería matarle, entendí que Lukka Black era especial para mí, que la quería conmigo.

Siendo lo que era, en algunas ocasiones, como la de ese momento, ir a un hospital no era una opción viable. Sabía infringir una gran gama de daños físicos, y del mismo por modo, tuve que aprender a contrarrestar algunos de ellos, para evitarme el detalle de ser interrogada en una sala de urgencias; me valí de esos conocimientos para atenderle la herida que yo misma le había hecho, luego de asegurarme que estaba bien, la cargué y llevé hasta mi habitación, la recosté en mi cama.

Solo me quedaba esperar.

Un par de horas después despertó, lo primero que vio fue su camisa manchada de sangre, esperaba que tuviera uno de sus ataques de ansiedad, esos que su TOC desataba, para mi desgracia, percibí algo mucho peor, un miedo en estado puro que superaba por mucho a su maldita ansiedad. Entre temblores, levantó la cabeza, lo segundo que vio, fue a mí, el terror se adueñó de sus ojos.

—¡Mercy! —Hizo ademán de levantarse, lo impedí—. ¿¡Te hice daño!? —Su angustia rivalizó con su miedo.

—Tranquila, Lukka. —Parecía un animalito asustado, jamás le había visto en ese estado, nunca se había roto su seguridad frente a mí.

—¡Pero hay tanta sangre... —Buscó con desesperación la fuente de la sangre en mi cuerpo.

—Es tuya, no mía. —Confirmó mis palabras al ver que yo estaba, hasta cierto punto intacta, y que ella tenía una sutura de 7 cm en su brazo—. No me hiciste nada. —Bueno, eso no era del todo cierto, había intentado ahorcarme, y, de hecho, aún tenía las marcas de sus dedos en mi cuello, pero en realidad eso sólo equilibraba la balanza, dejándonos a mano, ya que yo había tenido intenciones de matarla desde que nos conocimos.

Intentó regular su respiración, quería detener sus temblores, el intento fracasó cuando vio las marcas en mi cuello.

—Dios... —Palideció y perdió su fuerza, se dejó caer en la cama agotada por sus propias emociones—. Dios mío. —Cubrió su rostro con sus manos, las apartó poco después, no quería verlas, no quería pensar en lo que se hizo con ellas.

—Lukka... ¿No recuerdas nada? —Parecía culparse de todo, cuando fui yo quien detonó esa bomba.

—Nada. —Sus temblores disminuyeron hasta casi detenerse, en cambio, llegó el primero de sus sollozos—. Lo siento, lo siento. —Intentó contenerlo, creía que ni siquiera merecía expresar su sufrimiento—. Lo siento mucho.

No me gustaba verla así.

No se merecía estar así.

—¿Eso era lo que ibas a decirme? —Atar cabos fue sencillo después de lo ocurrido.

—Sí —aceptó con pesar, nuestras miradas se cruzaron, la suya estaba cargada de culpa—, la conociste, ¿no es así? —Sus ojos se humedecieron—. Tuviste que apuñalarme porque ella no supo controlarse, ¿verdad? —Esa fue la primera vez que la vi llorar—. Y ahora vas a dejarme, cosa que entiendo, ¿Quién no se marcharía?

Lloraba porque pensaba que la dejaría a causa de las acciones de Break, mejor dicho, por la pura existencia de Break, cuando irónicamente, había sido algo así como el héroe de la noche, ya que ella era la causa detonante de decidir no asesinarla.

Lukka BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora