Capítulo 11

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Salimos de la habitación con rumbo a la cocina, le pedí que se sentará sobre el mesón.

—¿Alguien más lo sabe? —preguntó con dureza—, ¿Mi padre... —Entendía su preocupación, el que hubiera más seres queridos implicados en una traición como esa era algo que le carcomería la cabeza a cualquiera.

—Sólo ustedes. —No le vi a la cara por estar buscando el botiquín de primeros auxilios entre los gabinetes—. Solo Break y tú.

Hubo silencio.

Un duro y cortante silencio que me tenía bien merecido.

Respeté su decisión de no dirigirme la palabra hasta que quisiera hacerlo.

Cuando encontré el botiquín lo puse sobre el mesón, al lado de ella, en silencio, trocé un pedazo de gasa y lo mojé con alcohol; me dolía ver sus muñecas tan lastimadas, hubiera preferido ser yo quien estuviese herida.

—Hace años —su tono era tan áspero como su mirada en ese momento—, la chica que me irritaba.

—Charlotte Menz —dije al instante. Por lo regular no recordaba a mis víctimas, eran sólo un sacó de carne después de todo, pero cómo no iba recordar a la presa que desencadenó uno de los mayores arcos de mi vida.

Con un gesto le pedí que me tendiera la mano derecha, no dudó en hacerlo, fue como si su cuerpo se moviera en automático, como si no pudiéramos desactivar la sincronización que habíamos forjado a través de años; comencé a limpiar la herida en su muñeca, la soga la había dejado en carne viva.

—¿Ustedes la asesinaron? —No titubeó al preguntarlo.

—Fui sólo yo —admití y luego cambié de gasa—, era un peligro para ti.

Meditó mis palabras.

Tomé su brazo izquierdo para limpiar su otra herida; pensé que, malamente, esas cicatrices tardarían en desvanecerse.

—El chico que te acosó un día. —Sus ojos parecían un portal al pasado, tal cual estuviese viendo nuestros días de universidad en cámara lenta.

—Creo que recuerdas sus nombres perfectamente, Lukka.

—Rey Cabs —dijo el nombre con desprecio.

—Esa fue Break —le respondí con una mueca.

—Porque yo me molesté. —Lukka podría seguir atando cabos sueltos durante horas. Una vez que había visto la luz no había forma de perderle de vista—. Mercy...

—¿Sí? —Lo que quisiera, se lo respondería, fuese lo que fuese, pidiese lo que pidiese.

—Aquella noche. —Su mano cogió la mía— La noche que nos conocimos. —Deseé que esa conclusión quedará al aire, que no me hiciera confirmarla, pero como dije, si ella quería escucharlo... lo escucharía—. ¿Tenías intenciones de matarme?

Cuando hablé de eso con Break todo fueron risas, en cambio, en ese momento, en ese maldito instante, anhelaba que me tragara la tierra para no darle a Black la respuesta que me repugnaba a mí misma.

—Sí —dije en voz baja —, quizá hubieras preferido confirmar la teoría de los fantasmas.

Después de admitir el origen de todo, Lukka no soltó mi mano. Contra todo pronóstico, sus labios se curvearon en una pequeña sonrisa que estaba plagada de tristeza, con ese toque de misterio que la hacía verse enigmática.

—La teoría de la asesina al menos me permite amar a alguien con vida. —Sus dedos se estremecieron—. Que locura. —Contuvo un suspiro—. ¿Qué hizo que ya no quisieras matarme?

Lukka BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora