Capítulo 13 FIN

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Transcurrieron siete meses, siete malditamente largos meses en los que no había matado a nadie, olvídense de matar, no había podido sentir la sangre entre mis dedos, ni siquiera había disfrutado de provocarle terror a una sola misera alma; sentía un vacío enorme en mis entrañas, era como si me hubieran arrancado algo vital de mi sistema.

La voz en mi cabeza, aclaro que hablo de esa parte todavía más oscura de mi mente, no de algo como esquizofrenia, en fin, esa vocecita me reprochaba a diario mi decisión, pero yo creía que lo valía; Black había mejorado demasiado, ya con un objetivo en mente, de alguna manera que desafiaba a la naturaleza humana, sin ayuda médica, su depresión prácticamente se había esfumado.

Black había escalado por las paredes del pozo en el que se encontraba, a manos desnudas, dejando su sangre en el proceso para regresar a la cima.

Así que, si mis cimientos tenían que caerse a pedazos para reconstruir los suyos, que así fuera.


Bajé de mi jeep, cerré la puerta, me recargué en ella.

—Siete meses y contando. —Tenía su gracia si me comparaba con una alcohólica contando sus días sobria—. Sólo falta... el resto de mi vida. —Suspiré desganada—. Una vida recta —dije con sátira—, Mercy, la buena.

Saqué una cajetilla y un encendedor del bolsillo de mi chaqueta, puse un cigarro entre mis labios, lo encendí.

Vi el auto de Lukka doblando en la esquina de la calle, exhalé el humo, su auto se fue acercando, di otra calada, giró para meterse en nuestra cochera, se detuvo a medio metro del portón, entendí el mensaje y me aparté del área, ella era buena manejando, pero bueno, su TOC a veces obraba de maneras misteriosas y le causaba ansiedad si había una minúscula posibilidad de atropellarme por accidente.

Se estacionó, apagó el motor y bajó del auto, me vio recargada en la pared, justo a un lado de la puerta que dividía la cochera del resto de la casa.

—¿Qué tal tu día, cariño? —dije con mi cigarrillo aun en la boca; no le molestaba que fumara en casa sino era un espacio completamente cerrado.

Caminó hacia mí.

—Discutí con Leo. —Tomó el cigarro y lo apartó de mis labios, me besó, correspondí de buena gana, al apartarse volvió a colocar el cigarro entre mis labios—. Sus planos tenían un error y creyó que no me daría cuenta. —Negó con la cabeza—. Más que su error, me molesta que pensara que en verdad no lo notaría.

Le di una última calada al cigarro y lo apagué en el cenicero que tenía a un lado de la puerta, ella le dio un vistazo al cenicero, se dio cuenta de que también había fumado antes de irme.

—¿Y qué tal tu día? —preguntó.

Cerramos el portón de la cochera e ingresamos a casa.

—La empresa decidió que sólo ocupaba dos fotógrafos. —De reojo, noté su mirada, era tan expresiva y sabía leerla sin problemas—. Soy una de esas dos. —Asintió satisfecha. Igual ambas sabíamos que no era como que necesitara ese empleo, trabajaba para otras dos empresas y además era fotógrafa independiente.

Pasamos en directo a la cocina, yo me recargué en el mesón, ella tomó un vaso y se sirvió agua.

—Mercy.

Sostenía el vaso más fuerte de lo necesario.

—¿Sí?

—¿Qué te sucede últimamente? —Cuando usaba ese tono, no había manera de evadirle, pero no era que quisiera evitarle, sólo que su pregunta me había tomado por sorpresa.

Lukka BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora