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Día 15 de Enero

Hace frío, la noche se acerca y no siento que el viento pase rozando mi piel, subiré hasta la montaña para poder observar mejor las estrellas cuando llegue el momento en que todas estén alineadas en el vasto cielo. Por el camino, observo a madres que llaman a sus hijos a cenar, y niños con frío, raspones, dolor, alguna sensación en su cuerpo. Yo, a pesar de que tengo piel humana, no puedo sentir nada de eso, esto se debe a que un científico me diseño hace ya mucho tiempo, pero aparentemente algo en mí tuvo algún defecto, algún fallo, porque solamente recuerdo cuando desperté sola en una parte del mundo que no conocía. Tengo un reloj biológico interno, algo que me permite crecer como una humana normal, pero no sentirme como tal. Si no me equivoco, fui diseñada para reemplazar a la hija que mi científico perdió hace años, ella murió muy joven y realmente me da mucha pena, pero no fue culpa mía y aún así tuve que cargar con el dolor de su muerte y el que me crearan parecida a ella pero con algún error.

Era de noche, las estrellas se dejaban ver y se sentía una suave brisa, a pesar de lo tenue que era, podía erizar la piel debido al frío.

Debajo de aquel bello cielo, una joven dejaba que su cabello largo se alborotara ligeramente con el viento, miraba arriba como si quisiera quedarse ahí dormida, se recostó en el pasto y comenzó a pensar en todo lo que había vivido ese día. Levantó sus manos y las puso frente a su rostro, mirando sus palmas por un momento. Después de estar ahí acostada por unos momentos se levantó y limpió sus ropas.

—¿Una niña?—preguntó una voz detrás de Agatha.

Cuando la joven de cabello castaño volteó, vio tras ella a dos chicas de aproximadamente su edad, eran una joven de cabello gris y la acompañaba una joven con una capucha encima, casi no se le veía el rostro, Agatha no se explicaba cómo podía ver a donde iba.

—No soy una niña, ya tengo dieciséis años, ¿Cuántos tienes tú?—preguntó Agatha molesta.

—Quince.

—¿Entonces de dónde me vienes llamando niña?

—Bueno, tampoco eres tan grande como para llamarte adulta—decía _______ —pero si quieres puedo decirte amargada, de eso sí que tienes.

—No soy amargada—contestó con un puchero.

—¡Y yo no soy una niña!—se quejó Billie.

—¿Cuándo se volvió una pelea?—preguntó _______.

—No tengo porque soportar esto—concluyó Agatha dándoles la espalda, dispuesta a largarse.

—Es lo mejor—susurró _______.

—¡Espera!—gritó Billie, sorprendiendo a las dos chicas cerca de ella.

Agatha volteó y la chica de quince años se puso frente a ella y le extendió la mano muy contenta, cosa que a _______ le pareció muy ilógica y hasta cierto punto extraña. Agatha por su parte dio un paso atrás porque esta chica loca en verdad le aterraba, además, no le gustaba la idea de apretarle la mano porque era un robot y sería notorio en el momento en que la tocara.

—Lo siento—dijo Billie.

_______ no entendía exactamente lo que estaba ocurriendo y decidió que era momento de intervenir, pues su compañera sabía muy bien el motivo por el que ella estaba solo antes, decidió acompañarla porque pensó que podía entenderla estando prácticamente en la misma situación, pero parecía ser más ingenua de lo que ella pensó, sin duda aún una niña.

—Billie, aléjate, tenemos que seguir.

La joven de cabello gris la miró y luego volvió la mirada a Agatha, se despidió y regresó al lado de ______, ambas comenzaron a caminar buscando bajar la colina. Entre tanto, la chica de ojos verdes sintió un poco de curiosidad al ver a dos jóvenes solas a esas horas de la noche.

La Maldición de la Rosa (Billie Eilish y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora