Capítulo 17

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“…Tienes miedo a que te hagan daño y eres tú el que se hace daño con tanto miedo…”

-García Márquez nunca me decepciona- digo en alta voz al terminar una de sus novelas.

Decido abrir el whatsapp y descubro unos 15 mensajes de Karla.

-¿Y esto qué es? ¿Cuál es la urgencia?- abro el chat.
-¿viste el estado de Liam? ¡Será sinvergüenza! ¿Cómo se atreve a remover la mierda después de todo este tiempo? Me dan ganas de caerle a trompones.

Ese fue el primero. Los demás eran 14 maneras distintas en que quería asesinarlo, junto con todos los emojis de cuchillos que fue capaz de encontrar.

Salí del chat y fui en busca del estado que iba a provocar un homicidio.

Y así fue. No me voy a rendir tan fácil- dijo. ¿Dónde quedó la perseverancia? Yo no lo sé. El tiempo puede que sí. Entonces dime…

¿Es idea mía o él me está arrojando una indirecta?
Esperen, hay otro más.

“Fui inseguro y corté de raíz una pasión desconocida. Aunque sigo sin entender el por qué. Tal vez tuve miedo, no lo sé. Tal vez fue el placer de las líneas de tu cuerpo puro y pulcro y el goce de tu rostro quien te delató. Tal vez fue mi oído al escuchar el sensual gemido de tu alma que erizó todos mis sentidos. Tal vez…”

-ok. ¿Quieres jugar a este jueguito? Juguemos- exclamo en voz alta.

"Fue ver su rostro desnudo de sentimientos lo que hizo que lo poco que quedaba de mí se rompiera. Tal vez fue mi miedo a perderlo lo que me volvió incansable. Tal vez fue su mirada transparente la que me convirtió en una ilusa que peleaba desesperadamente por evitar un futuro que el mismo había sentenciado. Tal vez si su miedo a vivir no hubiera sido tan fuerte…
El tal vez no tiene sentido cuando lo que estoy viviendo es este presente donde el no está, claramente porque no quiere"

Su respuesta no tarda en llegar.
"Temo a la vida, a las personas, a sus malas acciones, temo depositar mi confianza en una rosa llena de espinas, que es la más bella, lo sé. Temo a la muerte, a derrochar la fragancia tan perfecta que habita en tu ser, al tacto ardiente que sienten mis sabias manos al llegar a tus delicados pétalos. ¡Oh querida rosa! Temo al olvido y a lo que viene después.
Decir que tal vez pude tenerte no guarda valor, aunque me atrevo a decir que gozo del recuerdo de haber palpado por un instante un pedazo de tu ser"

-¿como te atreves a sacar todo esto a la luz? Ahora, cuado al fin estoy logrando olvidarte vienes y haces esta cabronada- le escribo directamente.
-lo siento, no quise molestarte. Solo necesitaba sacar estas cosas de mi pecho.
-¿y no pudiste solo escribirlo en una libreta como hacen todos? Yo también escribo para desahogarme y no lo ves regado por ahí en las redes.
-de verdad lo siento, lo hice sin pensar, tienes toda la razón. ¿Me dispulpas?
-te dispulpo con mis 8 brazos- le respondo burlándome de su error.
-jajajaja. Metí el dedo donde no iba.
-me di cuenta.
-¿qué escribiste? ¿Sobre lo mucho que me odias?

Yo no te odio, eso ya lo hace otra persona- estuve tentada a contestarle.

-para nada. No te odio. Eso sí, no escribí nada alegre pues no era así como me sentía.
-esa es nuestra diferencia a la hora de escribir. Yo puedo crear mundos paralelos, puedo sacar una historia de donde nunca la hubo.
-entonces no tendrías ningún problema en escribir la nuestra.
Silencio.

“…Aquí estoy leyendo una y otra vez lo que subiste a tu estado.
¿Será para mi? Me pregunto.
El corazón me iba a mil. No sabía qué hacer.
Al final decidí seguirte la corriente en esto de las indirectas y escribí un poema en respuesta.

Luego de publicarlo pasaron lo 20 minutos más largos de mi vida. Quería convertirme en un aveztruz y meter la cabeza en la tierra, ¡qué vergüenza! Me arrepentí de mi estupidez al instante que lo subí.
Con ese estado estaba dejando bien claro que aún me dolías y eso era sencillamente patético. Yo era patética.

En medio de aquel manojo de nervios me escribió Daniel, haciéndome sentir mucho peor. Iba a arruinar algo bueno por dejarme llevar por la emoción del momento.
Es entonces cuando recibí tu respuesta en otro estado. Lo leí unas 10 veces antes de no aguantarme más y responderte. Estaba furiosa, furiosa porque fuiste tú quien le puso fin a esto, fuiste tú quien me puso en esta miseria y ahora eres tú quien estaba abriendo la herida.
Lo único que recibí de ti fueron disculpas y eso me enfureció aún más. Yo no quería tus disculpas, ni tus excusas, ni tus poemas, puede que estos solo un poco.

Hablamos durante horas y nuevamente caímos en el tema prohibido. Una vez más me golpearon tus excusas y me di cuenta que para ti nada había cambiado.

Al día siguiente publiqué un poema acerca del amor y sus complicaciones. Entré en pánico casi al instante. El primero en responder fue Daniel preguntándome si era por su causa. No le iba a mentir, por lo que simplemente le dije que estaba inspirada.
Ahora mismo no tengo ni idea de qué hacer.
¡Qué poder tienes! Odio eso…”

If we...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora