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Después de esa plática, Finn decidió asistir a la escuela. El rizado solo venía a esta para encontrarse con Delilah, y hasta ahorita, era lo único interesante. Este nunca mostraba ningún interés por ella, y así era: su único objetivo era hacer que Delilah cayera por el. Aunque ya había logrado ese efecto con muchas mujeres, le gustaba tener una "víctima" en específico.

Delilah llego tarde a la escuela, corrió hacia su casillero y tomó sus libros lo más rápido posible, pero justo cuando estaba lista para asistir a su última clase, una voz conocida habló por detrás.

— Que lindo verte, Lilah.—la castaña miro hacia atrás frunciendo el entrecejo, y ahí se encontró con Finn Wolfhard, recargado en los casilleros de la otra pared.

— No me digas Lilah.

— ¿Por qué? —este se acercó a ella metiendo sus manos en sus bolsillos, y dirigió su mirada hacia abajo donde estaba Delilah, así mismo arqueando una ceja. Esta se quedó callada y solo siguió los oscuros ojos del chico, el cual aún esperaba su respuesta. — Te pregunté algo.

— eh bueno...es que mis amigos me dicen así y podrían enojarse...—esta desvío la mirada hacia el piso.

— Ah bien, que se enojen.

Delilah podía sentir la mirada del contrario, algo que hacía que los nervios recogieran todo su cuerpo. Su mirada estaba fija en el piso, y no tenía intenciones de levantarla. Hasta que la mano de Finn tomó su mentón haciendo que sus miradas volvieran a encontrarse; su mano pasó por su mentón hasta su mejilla de manera delicada, y acarició de esta de la misma manera. El brillo de los ojos de Finn era precioso, y en ese momento lo único que pudo hacer es dejar que el otro acariciara su mejilla: el silencio era placentero para ambos, sus respiraciones se mezclaban y la distancia en ese momento no era ningún problema para los dos.

Finn nunca había estado tan cómodo estando tan cerca de una persona, sin ningún sentimiento sexual, era algo muy extraño viniendo de el.

El silencio se rompió con el sonido de unos pasos, ambos se separaron rápidamente y Delilah camino hacia su clase, a la cual claramente no dejaron entrar.

Terminando su día en aquella escuela, se dirigió hacia su casa donde pasó el resto de su día en el patio.

Algo que detestaba era tener algo estancado en la mente, normalmente era una canción, un trabajo, un proyecto, pero esta vez se trataba de una persona, y esas eran las más difíciles. El hecho de pensar a aquel chico cada que podía era repugnante, aunque este hacía que una sonrisa se le dibujara en el rostro, Delilah se conocía enamorada, y casi siempre terminaba mal; sabiendo que esta vez fue la peor persona la cual pudo haber escogido para "enamorarse".

𝐇𝐞 𝐰𝐚𝐬 𝐚𝐧 𝐢𝐝𝐢𝐨𝐭 - 𝐅𝐢𝐧𝐧 𝐖𝐨𝐥𝐟𝐡𝐚𝐫𝐝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora