lo único que finn logro pensar fue que nunca realmente supo comportarse con una mujer que no fuera con una sonrisa torcida o una agarrada de cintura.
estaba claro, sabía ganarse una vagina, no una mujer.
y a pesar de millones de reclamos y llantos a sus pies, ninguna mujer fue capaz de gritarle en su cara lo idiota que era. Las palabras de Delilah eran diferentes, delilah tenía un efecto diferente a las demás personas, sabias lo vulnerable que era, sin embargo era difícil hacerle daño porque sabías que se rompería: así como un frasco de cristal. aquellas frases no solamente se habían quedado en el aire, sino que la mente del chico las atrapó muy bien. tanto así que la voz de Delilah resonaba en su cabeza cada vez que se veía en el espejo.
se miro al espejo un momento más, para después soltar un largo suspiro. «que vas a hacer? llevarle unas malditas flores de plástico?» fue uno de los pensamientos de Finn, hasta que bajo la mirada nuevamente encontrándose con una cajetilla de cigarros en el borde del lavamanos. sonrió ampliamente y tomó la caja.
al día siguiente este se acercó a Delilah, recargándose en el casillero de al lado mientras observaba cómo está acomodaba sus cosas. Delilah lo miro por un segundo y después devolvió su mirada hacia su casillero.
— te traje algo. —dijo Finn interrumpiendo el silencio, así mismo sacando la caja de cigarros de su bolsillo. La chica fulminó la cajetilla con la mirada y así mismo alzó una ceja.
— no fumo. —respondió de manera seca y cerró el casillero. Finn tomó su mano izquierda y la abrió, poniendo la cajetilla sobre su mano.
— ábrela.
Delilah se limitó a suspirar, y después la abrió con cuidado. no había cigarros adentro, lo cual era bastante ilógico. sino que había pequeñas flores adentro de esta perfectamente acomodadas. esbozó una sonrisa inconscientemente, levantó un poco la mirada encontrándose con la de Finn. Este tenía una sonrisa de satisfacción mientras observaba con atención a la chica.
— quita las flores. — dijo Finn interrumpiendo el silencio.
cuidadosamente puso las flores en su otra mano, así mismo encontrándose con un anillo al final de la caja de cigarros. algo que Delilah amara eran los anillos, el pequeño detalle la emociono mucho. pero cuando digo mucho, es que fue demasiado.
Delilah sonrío ampliamente y se acercó al chico abrazándolo fuertemente, en ese momento se le olvidó lo enojada que estaba y su reacción era bastante materialista, pero tal vez solo eran sus daddy issues.
— eres muy lindo! muchas gracias finnie!— el rizado soltó una risa y devolvió levemente su abrazo.
— ¿finnie? ah si, ayer yo me llamaba idiota que babeaba por sexo. — alzó las cejas mientras la miraba.
— si! sigues siéndolo, pero es que el anillo es muy bonito, y me gustan mucho las flores —se separó de el poniéndose el anillo.
Finn la observaba con una sonrisa, y disfrutaba de la emoción que la chica tenía en ese momento. pero lo que más disfrutaba era su pequeña sonrisa y el brillo de sus ojos.
— ¿podrías perdonarme, Delilah?
— perdonarte por que exactamente? —la chica levantó su mirada encontrándose con la de Finn.
— por ser «un idiota que babea por sexo» —finn sonrío plenamente y después volvió a reír. — no lo sé, simplemente...me gustaría hacer las cosas bien, y no quiero que estes enojada conmigo por cumplir con el estereotipo de un joven blanco en Estados Unidos. — suspiró y desvió la mirada para después relamer sus labios y volver a verla. — no se que es esto, ¿okay? no se que pienso, no se como me siento, y apenas se que respiro, así que no me hagas la pregunta de "¿que somos?" porque ni siquiera se que es lo que quiero. solo se que...quiero estar cerca de ti, lo más posible, y no puedo estar cerca de ti sabiendo que tú me odias ¿de acuerdo?
Delilah lo escuchaba con una pequeña sonrisa, rio un momento y volvió a abrazarlo.
— muy bien, ahora vuelve a ser Finn Wolfhard, Finnie. — se puso de puntillas y dejó un beso sobre su mejilla.
Finn rio y acaricio su mejilla.
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𝐇𝐞 𝐰𝐚𝐬 𝐚𝐧 𝐢𝐝𝐢𝐨𝐭 - 𝐅𝐢𝐧𝐧 𝐖𝐨𝐥𝐟𝐡𝐚𝐫𝐝
RomanceDelilah Harper siempre había tenido un conflictivo Crush en Finn Wolfhard, pero verdaderamente, nunca había considerado la posibilidad en que este llegara a verla como una opción, hasta que un día las cosas dan un inesperado giro.