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El auto de Finn olía a cigarros, y no era un olor que a Delilah le encantara, sin embargo, no le parecía detestable.

Pero algo que no podía negar, era lo guapo que Finn se veía conduciendo. Una de sus manos estaba sobre el volante, y la otra estaba en la pierna del chico con el puño cerrado. Algunos rizos le caían en la cara, y podía ver como aquel la veía de reojo a través de sus lentes de sol. Por supuesto que un pequeño rubor se sostenía en las mejillas de la chica, y obviamente no pudo oprimir su sonrisa.

Finn se dio cuenta de todo eso, y le encantaba.

Este condució por 15 minutos hasta llegar a la playa. pero no se detuvo en el lugar donde los turistas estaban, algo que hizo que Delilah soltara un suspiro de alivio: sino que siguió mucho más allá de la parte llena de gente y llegaron a un lugar bastante solitario, en el cual el único sonido eran el de las gaviotas que pasaban por ahí, y el sonido blanco que el mar producía.

Delilah estaba fascinada con la vista que veía, aunque no fuera una fanatica de la playa, le emocionaba el hecho de no tener que escuchar conversaciones ajenas y ver a hombres de 60 años para arriba sin camisa.

— no me gusta la playa, pero me gusta la tranquilidad, y un restaurante mas caro que mi auto no nos la iba a dar. — dijo Finn interrumpiendo el silencio, sentándose en la manta que este había puesto.

— los restaurantes caros no tienen sentido, porque la comida ni siquiera es tan buena. —la castaña agarro una fresa y la llevo a su boca, abriendo grande los ojos debido a lo dulce que esta estaba.

— ¿no son tan buenos? ¿que pides tu? ¿nuggets? —respondió el contrario bastante seguro de la respuesta, pues delilah no se veía demasiado sofisticada ante la comida.

— o sopa, pero los nuggets de Mcdonalds saben mucho mejor. —sonrió apenas se tragó la fresa.

—para tu suerte, no hay comida cara, solo sándwiches.

—hmm...es que soy complicada con los sándwiches, y es que si no usas una mayonesa que esté buena, probablemente sepan...a cola.—después de terminar la frase Finn carcajeo y sacó ambos sándwiches, poniéndolos sobre los platos.

— la cola es rica, no le des mala fama.

— nunca he probado una cola, entonces creo que es difícil saber a qué sabe. pero por ahí haces popó, entonces probablemente sepa mal.—finn volvió a reír recargándose sobre su brazo en la arena y miró hacia el mar.

— ¿te gustan los delfines? —preguntó Delilah interrumpiendo el silencio entre ambos.

— los odio, son animales horribles, pero sabes a quien me recuerdan? a los humanos.

— ¡exacto! —sonrió y dejó la orilla de su sándwich— usas una mayonesa pasable.

— nunca he probado una mayonesa que sea demasiado buena, todas son pasables, es mayonesa.

— que tengas poco conocimiento con los aderezos no es mi problema. —volteó a verlo esperando una respuesta, pero este solo le sonrió, mirándola mientras se quitaba los lentes.

en ese momento, en el cual sus miradas se cruzaron, ambos sintieron esa gran conexión que jamás habrían sentido. ¿sabes que dicen que cuando caminas mucho tiempo al lado de una persona ambos corazones empezaban a latir de al mismo tiempo? bueno, ellos no necesitaban ni mover un poco la pierna para que ambos corazones se sincronizaran. Ambos eran perfectos para los dos, y ni un solo defecto se presentó a la mente de alguno al ver los ojos del otro. Y así como la brisa hacia qué el cabello de ambos volará, era como si la brisa también los hubiera acercado a ambos. el sonido blanco de fondo pareció desaparecer, lo único que importaba en ese momento era la cercanía que estos dos tenían.

sus respiraciones se mezclaban entre sí, el brazo del chico se dirigió a la mejilla de Delilah y ambos unieron sus bocas en un dulce y cálido beso en el cual ambos desearon poder ver con los ojos cerrados. la mano de delilah pasó al hombro de Finn y ninguno de estos movimientos se sintió forzado, todo fluía mejor que la corriente del mar, el cual estaba de testigo. ambas de sus bocas se movían de manera sincronizada y la falta de aire no era un impedimento para detener aquel beso.

Todo estaba en su lugar, y todo estaba perfecto, ninguna queja y ningún problema se presento. El primer beso de Delilah había sido con la primera persona que se imaginó que ni siquiera iba a tocar en toda su vida, y poco a poco, fue separándose y abrió los ojos lentamente mirándolo a los del contrario.

— sabes a tabaco. —fueron las primeras palabras que surgieron de la boca de Delilah, algo que hizo que Finn soltara una risa y su respuesta fue volver a besarla.

La tarde concluyó con besos, y cuando ambos terminaron de mirar el atardecer Finn llevo a Delilah a su casa, despidiéndola con un beso en la frente.

La chica entró a su casa y soltó un grito de la emoción, para después contarle cada detalle de lo sucedido a Annie.










actualice, va a llover

𝐇𝐞 𝐰𝐚𝐬 𝐚𝐧 𝐢𝐝𝐢𝐨𝐭 - 𝐅𝐢𝐧𝐧 𝐖𝐨𝐥𝐟𝐡𝐚𝐫𝐝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora