Capítulo 4:|Algo más que hermanos|

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Eva

¿Clanes?

Escuché a uno de los hermanos hablar por teléfono cerca de la habitación. Discutía diciéndole al que se encontraba del otro lado que los clanes no debían enterarse de que me tenían bajo su poder. Yo era un arma muy importante para enfrentar a los Realistas y a los Cazadores. Además, mencionaron que si podían conseguir la cura, me la darían para que no me convirtiera en vampiro. Resulta que eso los perjudicaba, ya no tendrían tanto poder como lo tienen ahora. Si debía convertirme en uno de ellos para que fuera mi salida de este lugar, solo me haría falta sangre humana.

—Abajo, de nuevo. —Abrió la puerta Scott Miracle, como lo había hecho el día anterior—. Mi padre quiere continuar con su charla.

—Deberías decirle a tu padre, a Andrew, que no se me antoja bajar. No debería contestar lo que necesito saber cuándo se le da la gana.

Eso enfureció a Scott. Sacó sus colmillos y los expuso ante mí.

—Él te estará esperando abajo. —indicó controlándose, y desapareció.

Cuando estaba bajando las escaleras, me crucé a Evolet, quien me miró de arriba abajo con asco y comentando:

—¡Matar a Lucas, matar a Lucas, matar a Lucas! Es lo único que se escucha en esta casa y estoy harta. Cómo me encantaría que se olviden del pasado y se ocuparan de sus propios asuntos...

Llegué hasta el salón y de espaldas vi a Andrew con la mirada suspendida en unos de los costados de la habitación, tal vez en un cuadro de su familia. Luego, cuando escuchó mis pasos y que me acercaba para tomar asiento, se dirigió a una estantería que estaba escondida por algunos libros. Sacó de este una botella de licor y un vaso de vidrio que contenía una «M», la inicial de la familia, y del otro lado una «A», por su nombre. Se sirvió y tomó unos pequeños sorbos, y yo no tardé en agregar:

—¿Por qué Evolet se lleva tan mal con sus hermanos? Ella dijo que se metieron en donde no debían y que dejó de considerarse parte de su linaje aquel día.

—Aquel día, aquel día... —pensó, dándole vueltas a su licor—. Evolet cometió un grave error. Se metió con el vampiro que no debía.

—¿Y los trata de ese modo porque le impidieron que esté junto a él? ¿Qué había de malo?

—¿Malo? ¿Qué había de malo? Abusó de nuestra confianza, usó a mi hija y nos quitó lo más valioso que teníamos.

—¿Qué es lo más importante que tenían? —traté de averiguar.

—¿Para qué quieres saber? Eso no te incumbe.

—Porque podríamos llegar a un acuerdo y podría recuperarlo a cambio de mi libertad.

—Eres muy peligrosa. No puedo confiarte el secreto ni que mates a Lucas por tu propia cuenta, así que tendrá que haber un cambio de planes.

—¿Cambio de planes?

—Sí, un cambio de planes. Bien sé que no llevarías a cabo ni la mitad de la parte que te dije. Si te dejo ir, lo primero que harás es contarles a tus amiguitos que pertenecen a algunas de las divisiones, para derrocarnos. Nos ejecutarás de inmediato con lo importante que eres.

Me sentí muy indignada. Mi respiración se tornó pesada y rápida. Fruncí el ceño, apreté los labios al mismo tiempo que cerraba con fuerza los puños de mis manos.

—¿Y qué se supone que harán conmigo? ¿Me mantendrán en cautiverio para luego matarme solo por suponer que no cumpliré con lo ordenado?

Tomó otro sorbo del mismo vaso que contenía licor, y en vez de dejarlo sobre la mesa que tenía enfrente de él, lo tiró hacia la chimenea, donde aumentó la intensidad de las llamas, y los pedazos de vidrio salieron disparados por todas partes.

El regreso: Desvanecidos (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora