Capítulo 17:|Espejismo|

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Julián

Las cosas se habían complicado después de aquel beso, después de confesarle lo que sentía por ella y verla huir en su auto. Entendía que probablemente tuviera miedo a lo que me había convertido, a que un día no pudiera controlarlo y eso le costara la vida. Ahora que lo pienso, para ella era como veneno. Una bestia. Un chupasangre. Pero también era un hombre que antes vivía sin preocupaciones. En fin, intenté no darle más vueltas al asunto, no pensar en su rechazo ni en su deseo de alejarme.

Por la mañana, visité a Gabriel. Hablamos un rato sobre las visiones que había tenido y que aún no le había contado a Eva, excepto la que había tenido sobre Esteban. No le cuenta sobre las visiones porque no sabe si es posible, porque revelarle lo que ve podría provocar una catástrofe. Es decir, Gabriel, no estaba seguro de si era correcto que su novia lo supiera, ya que podría modificar el futuro y, como consecuencia, dañar a alguien por hacerlo. Sin embargo, al no decírselo también correría el riesgo de que las visiones le jugaran una mala pasada, pues podría terminar perdiendo a la persona que amaba por ignorar las advertencias.

La verdad es que nunca entendería cómo funcionaban y él tampoco lo sabía, ni cómo controlarlas o si debería, nada de eso. Según el padre de Eva, cuando aún estaba cuidando de él, le aconsejó que no hiciera nada para retenerlo, para ocultar lo que realmente podía hacer. Un día le haría buen uso y vería que había valido la pena que su mente pudiera ver lo que otros no. En su momento, no le había encontrado mucho sentido y creía que ahora lo hacía suponiendo que debía utilizarlo contra Lucas o contra algunos de los clanes. Yo consideraba que sí había obtenido esos poderes había sido por algo y que Esteban bien lo sabía, solo que no quiso decírselo, ya que todos algo escondían. O quizás no. Quizás él lo entendía porque quizás compartían el mismo poder. Pero eso me llevaría a cuestionar que nunca le había enseñado o buscado a alguien para que pudiera conocer su habilidad y sacarle provecho.

Esta vez dijo que la visión fue sobre la mujer de negro, que algo malo haría; no ahora, tal vez más adelante. Se le presentaron tres escenas, situadas en diferentes tiempos, las cuales serían muy difíciles de detectar si se darían en el presente, en el futuro o si ya habían sucedido. La primera, de que algo malo sucedería. Estaba seguro por algo de su intuición de que todavía no ocurriría. La segunda, se mostraba ante todos nosotros. Ella se veía tranquila, sin una pizca de rencor hacia alguien del grupo, o al menos eso sentía. Aunque seguro solo intentaba no demostrarlo. Lo importante de aquello fue que al fin revelaba su verdadera apariencia.

La última resultaba más familiar: un encuentro, una reunión, algo de ese estilo. Al principio, lo había pensado dos veces antes de realizar lo que quería, pero después de todo lo llevó a cabo. Fue hasta la casa de Marta, tuvo una pequeña disputa con Esteban y antes de que pudiera reclamarle algo aquel, lo abofeteó. Iban a seguir con la discusión, pero luego llegó la dueña a su casa. La mujer de negro se escondió y el hombre se comportó como si la espera de su esposa fuera eterna. Se mostró como si estuviera aburrido, agotado, así que le indicó que sería mejor dar un paseo para despejarse. Y con eso acababa la visión mientras la mujer de negro los observaba en las sombras.

Le dije que no se preocupara, que encontraríamos la forma de saber si eso ocurriría y que debíamos advertirle a Eva sobre esas visiones. A lo mejor, saber alguna de ellas le ayudaría. Luego cambió de tema, mencionó que no le gustaba nada que ella se estuviera encontrando en secreto con Egan Van Amster. Y aunque por mucho que le molestara, nos reímos un buen rato, porque le confirmé que estaba celoso.

Por la tarde, me dirigí al cementerio para llevar flores a la tumba de mis padres. Limpié sus lápidas y cambié el agua de los floreros. Tiempo después, estaba a punto de visitar la tumba de mi madre biológica, conocerla, aunque fuera de otra manera, pero sonó mi teléfono. Era Alessia. Su voz temblaba de miedo y de tristeza. Las palabras apenas lograban salir de su boca. Me dijo que necesitaba ayuda. Que había sangre, mucha sangre. Que no pudo salvarlo, que estaba muerto. Le pedí que me diera su ubicación de inmediato. Estaba en la casa de Lucy, su madrastra, que no estaba muy lejos de donde yo me encontraba. Sin perder un segundo, llamé a un taxi y me subí.

El regreso: Desvanecidos (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora