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El aire frío del invierno envolvía la despedida entre los hermanos como un manto invisible, con el sol invernal apenas asomándose sobre el horizonte, proyectando un brillo pálido que parecía incapaz de calentar los corazones en ese momento. Jesse, con su cabello castaño desordenado por el viento y sus ojos esmeralda reflejando la preocupación que intentaba ocultar, se inclinaba sobre la cajuela abierta del coche, ayudando a su padre a cargar las últimas maletas de su hermana.

—¿Estás segura sobre esto, Jessica? —preguntó Jesse, su voz teñida de una preocupación sutil pero persistente, mientras cerraba la cajuela con un leve sonido metálico.

Jessica, cuya figura se destacaba contra el fondo invernal con su cabello oscuro cayendo en cascada sobre sus hombros, soltó un suspiro que parecía llevarse consigo todo el peso de las últimas semanas.

—Estoy completamente segura, Jesse —respondió con una serenidad que solo podía ser producto de la resignación y la necesidad—. Necesito un respiro, alejarme de todo. Ciudad de Campeones es el lugar perfecto para eso, y regresaré antes de que termine enero, lo prometo.

Jesse asintió, aunque su mirada decía que no estaba del todo convencido. Las palabras no eran suficientes para disipar el nudo que sentía en el estómago, esa sensación que le decía que algo estaba por cambiar de manera irrevocable.

—Si decides regresar antes, solo llámanos. Estaremos ahí en un instante —dijo Jesse, abriendo sus brazos en un gesto que hablaba de protección y cariño—. Ven aquí, te voy a extrañar...

Jessica se dejó envolver por el abrazo de su hermano, sintiendo el calor que solo un vínculo tan fuerte como el de ellos podía ofrecer en un día tan frío. Se aferró a él, como si ese momento pudiera durar para siempre, como si pudiera detener el tiempo.

—Yo también los voy a extrañar... pero más a ti —susurró Jessica, sus palabras llevadas por el viento hasta el oído de su hermano, como una promesa secreta.

El abrazo se prolongó en silencio, cada segundo llenándose de sentimientos no dichos, hasta que el llamado de sus padres y el sonido seco de la cajuela cerrándose los obligaron a separarse.

—¿Estás lista para irnos, hija? ¿Tienes todo lo que necesitas? —preguntó Brine, su voz grave pero amable, cargada con la preocupación de un padre que estaba a punto de dejar ir a su pequeña.

—Sí, papá. Estoy lista —respondió Jessica, asintiendo con una seguridad que solo existía en apariencia.

Era su primer viaje sola a otra ciudad, una travesía que representaba no solo una distancia física, sino también un alejamiento necesario de todo lo que conocía, de todo lo que alguna vez fue su refugio. Su mente volaba hacia la Universidad de Ciudad Celestial, cuyo nombre evocaba imágenes de nuevos comienzos y posibilidades infinitas, pero también de decisiones inminentes que podrían cambiar su vida para siempre.

—Entonces es hora de irnos.

Jesse, sintiendo la pesadez del momento, se quedó junto al coche, viendo cómo sus padres se acomodaban en los asientos delanteros. Su madre, Isabela, lo miró una última vez antes de subir.

—¿Seguro que no quieres venir con nosotros a dejar a tu hermana? —preguntó, con esa mirada que solo una madre sabe dar, la que parece ver más allá de las palabras.

—Lo siento, mamá. Ya tenía planes con Axel y no puedo cancelarlos —dijo Jesse, bajando la mirada, las manos hundidas en los bolsillos de su abrigo en un gesto de disculpa y vergüenza.

Isabela le dedicó una sonrisa comprensiva, aunque sus ojos revelaban un rastro de tristeza.

—Descuida, hijo. Te llamaremos cuando estemos de regreso —dijo antes de cerrar la puerta.

Jessica, desde el asiento trasero del coche, observaba a su hermano a través de la ventanilla, su figura alejándose lentamente mientras el vehículo comenzaba su recorrido. El paisaje que se desplegaba ante ella, un lienzo blanco de nieve invernal, se tornaba borroso mientras los pensamientos se agolpaban en su mente. Este viaje no era solo un escape, era una búsqueda desesperada de claridad, de un respiro que le permitiera enfrentar lo que había dejado atrás.

El bosque a su alrededor, cubierto por un manto de nieve, parecía inmóvil, eterno. Los niños jugaban en la nieve, ajenos a la tormenta interna que agitaba el corazón de Jessica. El eco de sus risas era un doloroso recordatorio de la felicidad que alguna vez sintió, una alegría que ahora parecía lejana, casi inalcanzable.

—Un árbol, dos árboles, tres árboles... —murmuró Jessica, intentando distraerse, contando cada pino que pasaba por la ventana como si de esa manera pudiera silenciar la tristeza que crecía en su interior.

Pero el silencio del coche era ensordecedor, y su madre lo percibió, como solo una madre podía hacerlo. Isabela, sentada en el asiento del copiloto, se giró hacia su hija con una sonrisa suave.

—Jessica, cariño, ¿por qué no pones algo de música? —sugirió, ofreciendo su celular para que lo conectara al sistema de sonido.

Jessica sonrió, agradecida por la distracción, y sacó su propio teléfono. Sabía exactamente qué canción escogería. Su dedo se detuvo sobre el nombre de Elton John, y un destello de nostalgia cruzó su rostro mientras seleccionaba la melodía perfecta.

—Voy a sorprenderlos —dijo, con una sonrisa que no había mostrado en semanas—. Pondré "Tiny Dancer".

La elección no era casual. Esa canción significaba mucho para sus padres, una pieza de su historia de amor que había escuchado innumerables veces a lo largo de su vida. Jessica recordaba cómo su padre, en su juventud, le había dedicado esa misma canción a su madre durante un concierto, sellando su amor con una propuesta que hasta el día de hoy seguía siendo un recuerdo preciado.

Cuando la suave melodía comenzó a llenar el coche, Jessica observó cómo sus padres se miraban con una mezcla de amor y añoranza, como si el tiempo se desvaneciera y volvieran a ser esos jóvenes enamorados. Isabela subió el volumen, y por un momento, el viaje se tornó cálido, un refugio en medio del frío invierno.

Pero la paz duró solo un instante. Un sonido extraño emanó de la radio, interrumpiendo la canción justo cuando llegaba al coro, la parte favorita de sus padres.

—Diablos... —gruñó Brine, golpeando suavemente la radio para intentar arreglarla, sin apartar la vista de la carretera.

—Ten cuidado, amor. Puedo hacerlo yo —ofreció Isabela, preocupada.

—No te preocupes, Isa. Todo está bien —respondió Brine con una sonrisa tranquilizadora.

Pero en ese breve momento de distracción, mientras Brine ajustaba la radio, la tragedia se abalanzó sobre ellos con la fuerza de un destino inevitable. Un camión, enorme e imparable, irrumpió en su camino, como una bestia desatada. El impacto fue brutal, el coche blanco se vio arrastrado como una hoja en medio de una tormenta. El metal se retorció, las ventanas estallaron en mil pedazos, y el sonido del choque resonó en el aire, llevándose consigo todo lo que alguna vez fue seguro y familiar.

El coche quedó destrozado, una visión de pesadilla entre las llamas y el humo. En ese instante, el mundo de Jessica se redujo a una imagen borrosa y el dolor que lo consumía todo.

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Holis a todos xd

Bueno esté es el primer capítulo de la versión Remasterizada de mi libro de mi otra cuenta que perdí por desgracia ;-; (R.I.P genesispotato451) Espero y les guste lo que está versión nueva que hago del libro :D

De nuevo quisiera pedirles el mismo favor que les pido en mi tablero desde lo que pasó en mi cuenta, ayúdenme a decirle a todos los que me seguían en esa cuenta lo sucedido (Ya que la mayoría de los que me siguen allí no me siguen aquí, por lo que quizás no sepan nada de esto).

También quería decirles que pronto (quizá mañana o no sé), publicaré también la historia de Siempre pensé que jamás tendría oportunidad contigo :'3

Sin nada más que decir ¡Adiós!

𝓜𝓒𝓢𝓜 𝓛𝓾𝓴𝓮𝓼𝓼𝓮 𝓕𝓪𝓷𝓯𝓲𝓬 - 𝓘𝓯 𝓘 𝓭𝓮𝓬𝓲𝓭𝓮 𝓼𝓽𝓪𝔂...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora