Alba
Estás en casa?
Natalia
Sip
Vienes a verme? :)
Alba
Me lo estoy pensando
En realidad, Alba ya tenía una idea en mente. Y para ello necesitaba que Natalia estuviera en casa. Que se lo estuviera pensando solo era un pequeño vacile de nada para chincharla.
Natalia
Estoy muy aburrida
No te apetece apiadarte de una pobre desdichada? :(
Alba
Mmm...Dame unos minutos, tengo que seguir pensándomelo ;)
Alba salió de la conversación antes de que le contestara y sonrió al ver el mensaje entrante. Aunque sea un chopo, sigue siendo un bebé.
Natalia
Albiiiiii :(
Ya tenía la respuesta que buscaba y, aunque hacerla sufrir no estaba entre sus planes iniciales, disfrutó de haberla dejado con la duda. Como si la estuviera viendo, ponía la mano en el fuego por que en ese preciso instante se encontraba con una cara de indignación que ni la suya cuando Queen todavía no la quería ni en pintura.
En un ratito se le quita.
Los últimos días no había hecho más que pasearse por las nubes, saltar de una a otra, precipitarse y caer en otra que flotara a menor altura para impulsarse en ella como si de una cama elástica se tratara y volver a navegar entre las más altas.
Estaba tan a gusto entre algodones mullidos que no quería bajar de allí.
Repitió en el cine de sus recuerdos aquel que la mantenía en ese estado de ensueño.
El beso. Tierno en un principio, un tanto agitado al final. Con sus respiraciones acelerando a trompicones hasta casi perder el compás. Y, finamente, el abrazo al despedirse. El más apretado que se habían dado hasta la fecha, el más cargado de emociones. El más significativo, pues fue el contacto quien se encargó de decir todo lo que ellas aún no querían hablar.
Se ha caído WhatsApp. Tiene que haberse caído.
Natalia se quedó pendiente del móvil, atenta a cualquier mensaje. No podía haberla dejado colgada así sin más.
Pues sí que lo ha hecho, pensó al llegarle uno de Ici.
Bufó y le respondió a su mejor amiga. Le había propuesto salir a tomar algo con los demás. Se lo planteó, pero no le apetecía y terminó por declinar la propuesta.
Dejó el teléfono sobre el sofá y trató de prestar atención al libro que empezó unos días atrás. No había manera. Por cada línea que leía, echaba un vistazo al móvil. La luz que indicaba que tenía una nueva notificación no parpadeaba.
Se habrá fundido, se mofó de su pensamiento anterior y rodó los ojos. Ni siquiera lo tenía en silencio y no había sonado. ¿Eso también se ha estropeado?
Ya está. Pasa del teléfono. Si suena, te enterarás.
Retomó su lectura, ahora un poco más centrada. Ya casi se veía rodeada por la escena cuando escuchó el timbre.