Traición.

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Fue necesario un año, un año para que el pelirrojo se ganara la confianza de los He, a tal punto que era su trabajador favorito, con mucho éxito había logrado llenar los bolsillo de aquellas personas, y con el mismo éxito  logró recaudar todas las pistas, si, seguía siendo policía, mejor dicho agente de narcóticos, el junto a Pelo corto y Jian Yi se encargaron de reunir las pruebas necesaria para hundir a los principales carteles de China, pero era una decisión difícil, todo estaba aclarado, listo para dar paso a la victoria, solo debía tener coraje, malicia, maldad y corazón de hierro.

Mo zi miraba con detenimiento a su pareja, He Tian estaba más relajado, su sonrisa eran más sincera, había ganado un poco de masa muscular, había dejado de fumar tan seguido, compartía con su hijo, y su relación estaba estable, pero existía un punto de quiebre, no se habían tocado desde ese día, no han tenido sexo, y el deseo estaba, las ganas de estar juntos y sentir su piel estaba presente, pero la inseguridad del pelirrojo era la que no lo dejaba avanzar.

El chico pelinegro al ver cómo cocinaba se acercó con unos documentos, en su otra mano una cinta negra de seda, lo sujeto de la cintura y les susurro en el oido.

—¿Confías en mi? — Mordió su oreja y le cubrió los ojos alejándolo de la estancia, guiándolo a la mesa. — Firma sin ver

—No confío en ti, eres un demonio. — Expresó con neutralidad, frunciendo el ceño, juntando muchos sus cejas a tal punto que casi lograban la letra V.

Tian sonrió con picardía, beso sus labios, dándole entre sus manos un bolígrafo, no si antes dejar una leve caricia en su nudillos.

—Prometo que no es nada malo, tampoco es una perdidas de tiempo o dinero, solo es importante, y solo tu puedes llevarlo a cabo. — Dijo con firmeza, seriedad y sin mentir en ninguna de sus palabras.

El joven mordió sus labios con nerviosismo, el creía en He Tian, porque ese hombre le había demostrado que su cambio de actitud era para bien, observo a través de ese año que ante sus ojos tenía a un ser humano cambiado y dispuesto aprender nuevas cosas, sentimientos, acciones, entro otros aspectos, pero tenía miedo sabía que la persona ante el, era astuta, estratégica, bastante inteligente, que nada se le escapaba, pero si no cumplía con esa prueba, daría paso a una sospecha y era lo menos que quería causar.

Firmó, sin dudar o dar paso a sospechas, el papel debajo de el fue retirado con lentitud, la tela fue retirada de su vista, y fue levantado con pausa solo para sentir el aire caliente que erizaba su piel, a centímetros de su barbilla, y justo en su cuello.

—Shan.. ¿Nunca me traicionarías? — Le preguntó con una voz casi dolida, como si supiera que algo malo estaba por pasar.

—Jamás lo haría, solo te pido que creas en mi, que nunca pierdas la fe. — Beso su frente y le sonrió con sinceridad pero sin dejar ese aire de orgullo que lo mantenía en pie.

Tian lo sujeto del cuello, guiándolo al sofá donde se sentó como un Rey digno y abrió sus piernas, Mo ante aquella insinuación se arrodilló sin dejar de verlo a los ojos, orgulloso, con una sonrisa de soy el mejor, se acercó, y lo beso desde esa posición, dejando que su lengua se encontrará con la de su amante, disfrutando del contacto, se levantó con el deseo corriendo por su piel, en el fondo le gustaba ser sometido, que lo azotarán lejos de causarle dolor o sufrimiento, disfrutaba de solo ver cómo su verdugo se frustraba al no ver sumisión en el.

Se sentó en sus piernas dejándose devorar, He Tian besaba su cuello y lo desnudaba apreciando aquella piel blanca, sonrosada y cubierta de pecas, lo sostuvo de las nalgas no sin antes dejar una leve nalgada, succionaba su pezón, dejaba mordidas, encargándose de dejar recuerdos, algo en su interior le decía que estarían un tiempo separado.

La erección en sus pantalones dolía, Mo tan solo lo había tocado un poco, pero sentía que se quemaba en su propia excitación.

El pelirrojo fue recostado en el sofá, sus piernas fueron separadas a paso lento, una sensación líquida corría por su miembro, se deslizaba hasta llegar a su entrada, la respiración era un poco rápida, jadeos, maldiciones por las sensación extrema de ser tocado por dedos largos y sedoso, sus pezones de nueva cuenta fueran succionando, su miembro estimulado con paciencia que daba paso a una tortura placentera, se arqueaba su espalda porque en sus sistema había una alteración deliciosa, aquel lugar rosado, ansioso y privado fue invadido por dedos, unos, dos o tres no recordaba, solo la sensación de que eran largos y tocaba aquel punto que lo hacia ver más allá de lo imaginado.

Sostenía entre sus manos el brazo que se encargaba de dar placer en su interior, aunque quería detenerlo solo miraba a su amante con una mirada que decía que se detuviera pero a la vez que no, era nuevo para el aquello, a pesar de que frente al tenía a la persona que se había encargado de quitarle la virginidad, con el cual experimento la primera vez, eso era una sensación renovada. 

Se sintió vacío cuando los dedos fueron retirados, así que tomo fuerza para sentarse una vez más sobre su pareja, al cual le rompió la camisa, lo despojo de su pantalón, observando con ansias el miembro, duro, con venas marcadas, y gotas de semen que dejaban claro la ansiedad que sentía aquel chico por hacerle el amor al pelirrojo.

Tomó el control, lo sujeto llevándolo a su entrada, descendiendo poco a poco, expandiendo todo a su paso y sintiendo el calor que representaba la unión de sus cuerpos.

Lo movimientos empezaron pausado, para acostumbrarse a la intromisión, luego fueron aumentado, haciendo que se escuchara el sonido húmedo, la mezcla de fluidos, los gemidos, protesta, jadeo, la sensación de las mordidas y las succiones.

Todo aquello era gloria, excitación, placer, climax total, tanto en cuerpo como en mente, la sensación de calor en la piel, la humedad del encuentro, los besos, las caricias, solo los árboles, los objetos inanimados eran testigo de como un chico de cabellera roja llevaba las riendas del encuentro sexual, subiendo y bajando con ansias en el cuerpo de su pareja el cual lo mantenía sujeto de la cintura, guiando el encuentro, disfrutando de lo que se había perdido por tres años.

El chico He fue el primero en tocar el botón del orgasmo, ocasionando que el interior de quién lo montaba se sintiera cálido y extraño, dando rienda sueltas a también sentir el suyo el cual lo agoto a tal punto, que se permitió dejar caer su cabeza en el hombro de Tian.

—Te amo Mo Guan Shan, y eso nunca lo vas a cambiar. — Beso su mejilla mojada, dejándolo descansar, aquel encuentro había sido cansado.












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