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La curiosidad no tardó en ser desatada entre algunos miembros de la manada que tuvieron la dicha de observar con sus propios ojos a una omega que hubiera resultado ser completamente desconocida para ellos si no hubiera sido porque ésta golpeó a la...

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La curiosidad no tardó en ser desatada entre algunos miembros de la manada que tuvieron la dicha de observar con sus propios ojos a una omega que hubiera resultado ser completamente desconocida para ellos si no hubiera sido porque ésta golpeó a la Alfa líder Chiara en uno de sus coléricos arrebatos causado por la más agónica desesperación.

¿Cómo olvidar la cara de alguien que deshonró a la Alfa de esa manera? ¿Por qué Fidel estaba caminando junto a ella como si no hubiera sucedido nada? ¿Por qué sus manos estaban entrelazadas? ¿A dónde se estaban dirigiendo?

— Oye, Fidel —se aventuró a decir uno de los miembros de la manada, interponiéndose entre el destino del beta y él— ¿Qué está haciendo ella aquí?

Su pregunta no fue formulada con la intención de parecer despectiva, en lo absoluto. Por el contrario, su tono de voz simplemente estaba cargado de curiosidad; muchísima curiosidad.

Sin embargo, las mejillas de la omega comenzaron a tornarse aún más rojizas, ya no sólo por el bochorno de caminar junto al Beta líder de la manada con sus manos entrelazadas, sino porque acababa de comprobar que los integrantes de la manada aún la reconocían por lo que Eva se atrevió a hacerle a Chiara, y, honestamente, no sabía si eso podía ser considerado como algo bueno o, por el contrario, como algo muy, muy, muy malo. Por ese mismo motivo, Kesleigh decidió ocultarse tras Fidel en un acto muy disimulado, en un intento de disminuir la atención que permanecía puesta sobre ella.

— Ésta es ahora su manada también, Richard —comentó Fidel en respuesta, relajado— Ella pertenece aquí, bajo la protección de Chiara y bajo la mía.

Por supuesto, varios sonoros jadeos no tardaron en romper el silencio que se creó tras la respuesta para nada esperada por parte de Fidel.

Sin embargo, no todos los integrantes allí presentes se encontraban sorprendidos de recibir aquella noticia, sino más bien todo lo contrario; varios adultos que habían pasado por su primera transformación no hacía más de seis meses, por lo que aún eran considerados como muy jóvenes, comenzaron a acercarse a la pareja con amplias sonrisas plasmadas en sus rostros, como si la noticia hubiera resultado ser muy gratificante para ellos.

— ¡Esa es una maravillosa noticia! —exclamó uno con júbilo, sus brazos alzados en un gesto que denotaba una inminente victoria— Siempre es bueno contar con nuevos rostros por aquí.

— Sí —concordó su amiga— ¿Qué le parece si nosotros nos encargamos de mostrarle la manada, señor Fidel?

¿Había escuchado bien? ¿Le estaba preguntado precisamente a él qué le parecía la idea de dejar que un par de lobos hormonados se encargasen de mostrarle la manada? A veces solían olvidarse de que él también pasó por esa transición y, sobre todo, solían ignorar el hecho de que él también fue un adolescente, por lo que estaba al tanto del sucio secreto que guardaban los integrantes más jóvenes de la manada; uno que implicaba escabullirse a altas horas de la noche para ir a un lugar en específico y perder el conocimiento después de haber anudado durante horas y horas.

Foyer #2 © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora