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Por más que intentó encontrar una forma de no tener que regresar junto al grupo de amigos de Eva, Alana no tuvo más remedio que hacerlo, pues la alfa con la que mantuvo una pequeña y extraña charla desapareció entre la multitud

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Por más que intentó encontrar una forma de no tener que regresar junto al grupo de amigos de Eva, Alana no tuvo más remedio que hacerlo, pues la alfa con la que mantuvo una pequeña y extraña charla desapareció entre la multitud. Además, la hora de intercambiarse nuevamente con su gemela todavía no había llegado, por lo que tenía que seguir manteniendo la pequeña farsa que idearon.

No obstante, comenzó a sentirse cada vez más incómoda por los chistes obscenos del que todos sus supuestos amigos se reían y de los que ella, honestamente, no entendía en lo absoluto. Entonces, decidió ausentarse con la excusa de que necesitaba ir al servicio, aunque la única realidad era que intentaría buscar nuevamente a la alfa, pues todavía tenía una pregunta que responder y, ciertamente, se encontraba más cómoda con ella que con los amigos de Eva.

— Psss —chistó Fidel en un bajo murmullo, tratando de llamar la atención de la despistada omega— Psss, aquí —nuevamente, nada— ¡Aquí, chica loca!

Finalmente, acabó gritando de la frustración que sintió, provocando que Alana emitiera un pequeño gritito mientras su cuerpo realizaba un cómico saltito por el susto. Con una mirada cargada de duda y, en cierta medida, de temor, acabó acercándose lentamente al beta, pues intuyó que no podía hacerle ningún daño con todas las personas que se encontraban allí presentes.

— ¿Nos estás siguiendo? —inquirió el chico con burla en un bajo murmullo, como si le estuviera preguntando por su mayor secreto— Mejor dicho, ¿estás siguiendo a mi mejor amiga? —sus cejas se alzaron varias veces en un gesto picarón— Ay, ya sé que sí.

— Perdón, yo... mmm... ¿nos conocemos? —inquirió la omega con timidez, alejándose unos pasos de una forma disimulada del beta, pues no se sentía muy cómoda estando tan cerca de las personas que decidían invadir su espacio personal.

— Supongo que estabas tan cabreada en ese momento que ni siquiera te acuerdas de mí —comentó Fidel en respuesta, estallando en ruidosas carcajadas— Soy Fidel, beta y mejor amigo de la alfa que golpeaste en su propia manada frente a una buena parte de sus integrantes.

Alana asintió, apretando fuertemente sus labios para tratar de contener un quejido que amenazaba con salir de estos. Una vez más, ¿en qué estaba pensando Eva para hacer una cosa como esa? ¿Por qué no le dijo nada?

— Ya le he pedido perdón por eso —comentó en un bajo murmullo— ¿Sabes dónde... mmm... está? —inquirió, regalándole una tímida sonrisa— Se marchó sin contestarme a una pregunta.

Inevitablemente, otro adorable puchero se formó en sus labios.

Fidel, por su parte, comenzó a sentirse confuso con el comportamiento de la chica, pues nunca llegó a imaginarse el hecho de que vería un tierno puchero en los labios de la omega que golpeó a una alfa con tanta valentía y tanto coraje.

— Está hablando con tu alfa acerca de unos asuntos sobre la cordialidad y amistad entre manadas —comentó Fidel en respuesta, recuperando la burla en su tono de voz— No creo que tarde mucho, ya que lleva un buen rato desaparecida.

Foyer #2 © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora