[15] KLAU

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La majestuosidad del animal me embelesó por un momento. No pude evitar de admirarle esas alas extendidas, aunque algo magulladas. Las escamas de un marrón inquebrantable que iban de un color claro en su abdomen y se oscurecían en su lomo. Cuello corto, cuatro patas con garras filosas y dos cuernos que se alzaban sobre sus ojos grises.

La criatura batió sus alas causando una gran ráfaga de viento que me despeinó e hizo mover mi ropa. Fue descendiendo poco a poco a mi posición, sus patas se aferraron al techo de la galería destrozada causando que la piedra se resquebraje al peso y termine partiéndose aún más. El techo finalmente cedió tapando por completo una de las galerías que rodeaban el patio, la criatura se estabilizó en su lugar y alzó su cabeza optando una postura firme de grandeza y orgullo.

La luz de la luna hacía brillar sus ojos y perlar sus escamas, ocultaban al dragón al reparo de la noche pero dejaban disfrutarlo a la luz de las estrellas.

Fui a tomar la espada que se encontraba a un costado sin quitarle la vista de encima. Cuando la obtuve limpié su hoja manchada de sangre en mi ropa y me hinqué, apoyando la punta de la espada en el suelo e inclinando mi cabeza hacia el dragón.

El dragón bajó del destruido techo para caminar en el poco espacio del patio y bajar su cuerpo para poder estar más a mi altura. Sentí su aliento remover mi cabello y levanté mi cabeza.

Isis resbaló del lomo del dragón con una gran y amplia sonrisa que borró al verme de pies a cabeza. Vaciló sus pasos y miró hacia el Zyrath a su lado que olió el ambiente, como si pudiera olerme a mí a la distancia y observó a la niña.

— ¿Es Kalu? — Preguntó ella.

— Es el príncipe — Contestó al criatura.

Entonces, sin más dilatación, Isis corrió hacia mí y estrechó sus brazos alrededor de mi cuello sin importarle ni un segundo mi nueva apariencia.

— ¡Fue sensacional! — Dijo, se apartó un poco para comenzar a explicar sus aventuras con gestos apasionados con sus manos — Primero bichito se escabulló por las celdas y después apuñalé a uno de los guardias cuando trató de sacarme como tú me enseñaste.

Dudaba que hubiera mucha vigilancia dado que se suponía que yo estaría encarcelado y nadie más vendría por ese dragón. Pero Isis estaba tan contenta por lo que no quise arruinarle que era un plan fácil de llevar a cabo, mucho menos cuando contaban con la ventaja de ser escurridizos, pequeños y fáciles de descartar como posibles amenazas.

— Fuiste valiente, como una guerrera — Aprobé, en cambio.

— ¿Una guerrera como Aruna? — Preguntó ella entusiasmada.

La miré desde lo alto algo aturdido, Isis no sabía lo que le había pasado a mi hermana, no aún. Miré hacia el cuerpo del caelio, el Zyrath estaba haciendo el trabajo de arrancar y masticar, volví mi mirada hacia el dragón y observé en sus ojos la misma furia que se reflejaba en los míos.

Los rocacraneos podían llegar a ser orgullos, más aún si son deshonrados y maltratados como esta criatura lo fue.

Me acerqué a paso lento y envainando mi espada. Alcé mi mano hacia su trompa y sentí la rugosa textura tan familiar que chocaba contra la nueva rugosidad de mi piel.

— Mi nombre es Kalu Areu Draco, próximo rey del imperio — Me presenté ante el dragón — He escuchado sobre ti desde mi tierra, una poblada de dragones. Si me permites estar a tu lado, juro solemnemente nunca fallarte y dar mi vida por ti y los tuyos, porque los tuyos son también los míos, al fin y al cabo.

El dragón dio un rugido leve que hizo temblar mi agarre. No era un gruñido de molestia, era uno suave que transmitía calma. El dragón me estaba aceptando.

CRÓNICAS DE NYSSA: Hermanos de Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora