[4] KALU

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Caí en el lodo sin poder evitarlo, estaba calado de mugre de pies a cabeza. Mis fuerzas estaban amainando, tenía gran fuerza física pero el terreno enlodado solo me hacía trabajar el doble.

Corrí dejando mi caballo atrás sin poder evitarlo, el animal había corrido en dirección opuesta a la mía por el susto. Las criaturas no habían ido tras él igualmente, solo me buscaban a mí.

El bicho saltaba de rama en rama por donde yo iba corriendo, me apuntaba direcciones a las que debía tomar para llegar al puente. No es como si un simple río vaya a detenerlos pero era la mejor oportunidad por el momento, tal vez los ralentizaría hasta poder ocultarme.

Sí. Yo, príncipe del imperio, estaba buscando escondite.

No sabía cuándo me había convertido en tan lamentable persona. Los príncipes no deberían correr por su vida, mucho menos un futuro rey.

Una de las criaturas, justo la más cercana a mí, extendió su extenso brazo intentando tomarme. Blandí mi espada y corté sus dedos de madera que a simple vista parecían inofensivos pero no lo eran tanto cuando cortaban tu piel, ya tenía varios rasguños por eso.

Seguí corriendo divisando el puente algo derruido por el tiempo, era de piedra pero le faltaban varios pedazos que seguramente se habrá llevado el río con alguna crecida.

El bicho que me seguía insistentemente saltó a un costado mordiendo lo que me pareció un árbol pero había sido una de esas criaturas. Ni siquiera me había dado cuenta cuán cerca estaba, podría haberme herido gravemente de no ser por ese Zyrath.

No tenía idea del por qué de su insistencia al seguir conmigo y no escapar ¿Acaso pensaba que le daría comida? ¿Creía que no era capaz de defenderme a mí mismo?

De no ser por la estúpida insistencia de mi hermana en mantener nuestro fuego en discreción... Ya daba igual ¿Cuánto tiempo lograría ella no utilizarlo? No estábamos hechos para guardarlo en nuestro interior, habíamos nacido para hacerlo explotar en chispas en nuestra mano... Utilizarlo.

El Zyrath fue lanzado contra mí, había aprendido que pueden ser realmente peligrosos por más que sean de pequeño tamaño. Sus dientes afilados y sus garras podían penetrar la dura madera de esas criaturas tan bien como mi propia espada.

Guardé mi espada en la vaina, y tomé al bicho por su lomo para despegarlo de mi brazo y subirlo a mi espalda. Me giré viendo como las imponentes criaturas caminaban a grandes pasos hacia mi y se iban deteniendo a mi alrededor.

Terminaría con esto en un abrir y cerrar de ojos.

— Viajero, moriremos — Dijo el Zyrath.

Para mi sorpresa no parecía consternado por ese hecho, más bien solo parecía hablar de lo que ocurriría como si no fuese su futuro. Como si no le importara mucho o no tuviera conciencia de lo que aquello significaba.

Tal vez no eran tan inteligentes los Zyraths después de todo.

— No lo harás si te mantienes donde estás — Le advertí.

El bicho se aseguró de agarrarse bien, clavando las uñas en mi armadura pero sin poder penetrarla. Bien, no eran tan filosas como para perforar escamas de dragón.

Sentí los chispazos en mis palmas, todo mi cuerpo se estremeció por la energía. El fuego prendió mis manos e iluminó el valle muerto, la oscuridad de la noche nos estaba alcanzando.

Las sombras que se proyectaban por la luz de las llamas hacían que todo se viera incluso más tétrico. Las criaturas parecían más amenazantes y ahora podía verlas con detenimiento.

CRÓNICAS DE NYSSA: Hermanos de Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora