Capítulo 1: Camino al purgatorio

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-Oye, en serio, ¿podrías cambiar esa cara?, parece que fueras directo al purgatorio-

-Si fuera camino al purgatorio sería menos doloroso, creeme-

-Entiendo que esta no sea tu elección pero debes obedecer, es tu destino- las palabras salieron ahogadas de su pecho.

Ambos comenzaron a reír a carcajadas.
-¿En serio crees que alguna vez obedeceré al estupido mandato de mi padre?-

-Sé que no lo harás, por eso no entiendo esa cara, en unos pocos días estaremos de vuelta en Oren, durmiendo en nuestros aposentos.

-No lo sé Tae, esta vez tengo un mal presentimiento-

-¿A qué te refieres?- preguntó con algo de asombro

-Es el emperador, su poder y su maldad son demasiado extensos, tengo temor de que esta vez no sea tan fácil como la anterior- respondió mirando a su amigo y fiel compañero.

-Tranquilo Minnie, nadie puede ser más terco que tú, eso ya lo sabemos- comentó mientras esbozaba una sonrisa.

-Claro que le haré la vida imposible, pero no puedo evitar pensar que su poder es demasiado grande y quizás me obligue de todas formas a cumplir con mi destino-

-No puede obligarte Jimin-

-¿Quién dice que no puede?, te lo repito es el emperador. Tu también has oído hablar sobre su maldad y obstinamiento, me da pavor el solo pensar que pueda doblegarme de la peor manera-

-No pienses en eso, mejor piensa en la estrategia para ser el más irritante de todos-

-Bueno para eso no debo pensar mucho, con solo ser mi peor versión debería ser suficiente-

-¿Sabes que estaré a tu lado para lo que sea verdad?-

-Lo sé Tae, y realmente lo agradezco, no podría hacer esto sin ti y sin Nam-

-¿Crees que él lo soporté?-

-¿Quién, el brujo?-

-Shhh, has silencio Minnie, nadie puede saber su secreto, él confío en nosotros y debe quedarse así-

-Estamos solos en este carruaje y el cochero es sordo- bufó.

-Si pero no sabemos que puede haber entre los árboles de estos bosques, ya sabes hay oídos en todos lados-

-Lo sé, lo sé, tienes razón, no volveré a decirlo. Pero volviendo a tu pregunta, quiero creer que Nam podrá superar esta prueba, ojalá salga todo como planeamos-

-Ojalá- comentó y siguieron el camino en silencio.

Jimin miró por la ventana, el camino era sinuoso y algo tenebroso, parecía que realmente estaban entrando al purgatorio, no quiso pensar en lo que le esperaba al llegar al centro de Seul, no quería pensar en lo que su destino tenía marcado pero no podía evitarlo. Su padre lo había vendido solo para conservar su poder y fortuna. No era la primera vez, este ya lo había enviado a dos reinos en busca de un esposo, ser un príncipe y ser un doncel era un castigo para Jimin.
Aunque no siempre había sido así. Jimin había sido feliz en su niñez, había disfrutado de su pequeño reino, los juegos en el jardín Real, las escapadas al pueblo, las cabalgatas a los bosques que surcaban el castillo, las aventuras con Tae y Nam, las peleas en las calles. Todo había formado parte de su vida y lo habían ayudado a forjar su carácter, carácter que según su padre era un desperdicio ya que al ser un doncel tenía un solo propósito en la vida, procrear y vivir bajo la sombra de algún rey asqueroso que poseyera su cuerpo y le hiciera cuantos hijos se le antojara.
No, bajo ningún punto de vista Jimin iba a dejarse doblegar, que sea un doncel no era sinónimo de una vida desgraciada y oscura, la sumisión no formaba parte de su vocabulario y desde pequeño se había obligado a sí mismo a luchar por su futuro, se había formado como luchador, había aprendido a leer y escribir y en ese mundo descubrió cientos de mundos que estaba decidido a conocer y explorar. No ningún Rey asqueroso le haría hijos y doblegaría su voluntad, él se había impuesto cambiar su destino y aunque ahora iba camino a casarse con el emperador Min, él iba a seguir luchando. Luchando hasta desangrarse si era necesario pero el no sería el triste doncel de nadie, ni siquiera del poderosisimo emperador Min Suga.

Un paseo por el jardín Donde viven las historias. Descúbrelo ahora