Suga caminaba furioso dentro de aquel cuarto lleno de libros, golpeaba todo lo que lo rodeaba. Ese pequeño príncipe estaba siendo un dolor de huevos y aunque hubiese deseado que se rindiera ante él no podía evitar pensar que todo en aquel hombre lo deslumbrada. Si definitivamente Jimin sería su perdición, pero no podía mentirse, él lo había elegido. Después de haber probado cientos de amantes, hombres y mujeres que se devestían frente a él sin el menor de los esfuerzos, tener a Jimin allí era el juego más perverso y emocionante que había jugado alguna vez.
Se sentía como un pequeño atrapado en un laberinto, quería encontrar la salida y llegar victorioso al final pero el príncipe no era el camino fácil y eso en vez de acobardarlo y hacerlo desistir lo hacía ponerse más inquieto y más atraído. El emperador comenzó a vagar por sus recuerdos y por supuesto no pudo evitar aquel en el que lo había visto por primera vez.-Mi señor, el pueblo de Oren está listo para recibirnos- la voz de su comandante lo hizo despertar de sus pensamientos.
Habían llegado a aquel pequeño reino para atacar sin piedad a los rebeldes que se apostaban al sur de este, sus hombres y él habían librado una cruenta batalla y aunque hubieron varias pérdidas, habían salido triunfantes de aquella lucha.
El emperador cambió sus ropas y exigió a sus hombres que nadie dijese su nombre, quería pasar desapercibido, que nadie en aquel reino supiera que Min Suga el rey de todo Corea estaba allí.
Caminaron por unos estrechos pasajes hasta llegar a las aldeas del pueblo, allí se llevaba adelante una pequeña celebración, algo así como el cumpleaños del pueblo. Suga decidió formar parte de aquellos festejos y algunos de sus hombres acompañaron al mismísimo rey.
Se sentó en una pequeña mesa, junto a otros aldeanos que allí bebían y festejaban. El lugar estaba decorado con algunos objetos coloridos y la música de arpas y laudes se escuchaban delicadamente. Todo era risas y charlas. La gente allí parecía feliz.
Suga observaba todo sin emitir palabras.
De pronto un silencio se hizo presente y un ritmo nuevo comenzó a sonar, la gente había formado una rueda alrededor de un escenario improvisado.
Sobre aquellas tablas vio lo que nunca creyó ver. Un joven, pequeño y caliente hombre movia su cuerpo se manera perfecta y armoniosa al compás de la música. Sus pasos eran sensuales y cargados de emoción. El rey tragó seco mientras miraba aquella demostración de baile y sensualidad. Nunca un amante había provocado aquella sensación que estaba sintiendo al solo ver sus movimientos.
Sus cabellos eran dorados, parecían pintados en oro, sus ojos de un verde intenso se mantenían por momentos cerrados como si quisiera disfrutar del sonido para hacer sus pasos perfectos, sus mejillas prominentes le daban un aire de pureza y sus labios eran un pecado para la vista y la cordura de cualquier hombre. Y su cuerpo, oh dios su cuerpo, parecía hecho por los artesanos más prodigiosos del planeta. Indudablemente ese pequeño hombre reunía todas las cualidades que cientos de hombres y mujeres no poseían.
Suga se levantó de su silla intentando llegar hasta aquel que había terminado su performance. De repente uno de sus hombres le habló al oído.
-Mi señor, rebeldes acaban de entrar al pueblo, al parecer se enteraron de nuestra presencia en este lugar, Suga retrocedió y sacó su vista de donde estaba perdida, miró a su comandante y le dio la orden de volver al campamento para alistarse para el enfrentamiento.
Tuvo que desistir de la idea de probar aquel caliente hombre, pero antes de retirarse preguntó a uno de los aldeanos que estaba junto a él quién era aquel bailarín.
El hombre lo miró incrédulo, como si no pudiese creer que no supiera quien era.
-Es Park Jimin, el príncipe de Oren- explicó el hombre.
Entonces Suga asintió y salió de allí con una sola idea en su mente. Aquel príncipe sería suyo, de eso no tenía dudas.Llegada la noche, el comedor principal estaba preparado con un gran banquete. Criadas y sirvientes corrían de un lugar a otro asegurándose que todo estuviese en perfecto orden tal cual el emperador lo había exigido.
Jimin estaba sentado en su cama, no tenía intención de apurarse, era probable que el emperador fuese estricto con los horarios entonces pensó que no le daría el gusto de llegar a la hora requerida.
Taehyung entró a la habitación de su amigo.
-Minnie, ¿me puedes decir por qué aún no te has vestido?- indagó ofuscado.-Estoy tomándome mi tiempo- comentó mirando al otro sin ningún dejo de remordimiento.
-Jimin el emperador va a matarte y está vez será de verdad, deja de provocarlo al menos por hoy, ya mañana retomaras tus planes, ¿puede ser?-
-No pienso hacerlo, voy a llevarlo al límite, quien sabe quizás se enfurezca y me libre de tener que casarme con él-
-¿Crees que te dejará volver a casa?- preguntó asombrado.
-Oh no mi querido Tae, lo más probable es que me mate y me envíe por partes de nuevo a casa, pero eso sería lo mejor que me podría pasar-
-Por dios Minnie deja ya de decir eso y vamos a cambiarte-
Con nada de ánimos se levantó de su cama. Sumin esperaba en la puerta para poder ayudarlo, así que Tae la hizo pasar.
-Señor... digo Jimin- habló despacio para que nadie más pudiese oírla.
Jimin la miró y sonrió.
-Por favor Jimin ya debería estar abajo esperando al rey, esto no le va a gustar-
-¿Y crees que me importa lo que a él le guste?, realmente no tengo intención de verle la cara, pero me muero de hambre así que lo soportaré un rato-
-Jimin este es el traje que el señor Min quiere que use esta noche- habló la mujer.
-Veamos, el color es horrible, el talle es grande, el diseño un espanto, si indudablemente un tipo con mal gusto pudo haber elegido esto, así que no pienso usar esa porquería, es más llevatelo de aquí Sumin.
La mujer lo miró desesperada, acaso el príncipe estaba deseando acabar realmente con su propia vida. El emperador no soportaría tal desprecio.
-Por favor Jimin al menos por esta vez, hágale caso, conformelo usando el atuendo que el señor eligió, usted es hermoso y cualquier cosa se verá bien en su cuerpo, no lo provoque, al menos no esta noche- gimió con desesperación la criada.-No me lo voy a poner Sumin y deja de sufrir, después de todo será conmigo con quien desate su furia-
-Usted no lo conoce, el va a desatar su furia con todos los que habitamos el palacio si lo desobedece de esta manera-
-¿A qué te refieres?- preguntó con algo de preocupación, las palabras de la mujer habían sonado como un ruego y Jimin al fin comprendió porque todos le temían tanto.
-El señor Min puede arrasar con todo si no consigue lo que desea y créame su furia caerá ante cualquiera de nosotros sin piedad ni remordimientos-
Jimin tragó seco, una cosa era que se enojara con él y tomara represalias hacia su persona, pero otra muy distinta era que pudiese lastimar a cualquiera de las personas que allí se hallaban, sobre todo porque allí estaban Taehyung y Namjoon.
Miró nuevamente el traje, después de todo no era tan horrendo. Era de un intenso color rojo, con bordados de oro, el pequeño cintillo se acomodaba perfectamente a su delgada cintura y hacia que sus ojos resaltaran brillosos. Indudablemente aquel traje parecía hecho perfectamente para él.
Se miró al espejo y se veía hermoso, acentuó el delineado en sus ojos y colocó algo de perfume de vainilla en su cuello y muñecas. Se veía bien, sumamente bien.Bajó al comedor donde un exasperado emperador golpeaba con impaciencia sus dedos sobre la mesa.
Cuando la imagen de Jimin se dejó ver, sus ojos se abrieron de par en par, haciéndolo sentir perdido ante aquella inmensa belleza.No se había equivocado al elegir aquel atuendo para su caliente príncipe.

ESTÁS LEYENDO
Un paseo por el jardín
FanficJimin es un príncipe obligado a casarse con el emperador. Suga es el emperador de todo Corea, es un ser vil, maligno y sin corazón, quien exige al príncipe Park como su compañero de vida. Jimin odia su destino, pero quizás un paseo por el jardín Rea...