15. La verdad sale a la luz

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- Ésto está mal - Flavio habló tan cerca de su rostro que la hizo estremecer.

Llevaban en el mismo sitio un buen rato, ambos recostados en la cama de Samantha, dándose besos dulces y caricias suaves que sabían que debían parar, pero aún así no lo hacían.

Se habían acomodado en la misma posición que la noche anterior, Flavio con la espalda apoyada sobre el respaldo de la cama y Samantha acurrucada junto a él, con la cabeza un poco más baja que la del chico pero lo suficientemente cerca para continuar besándolo. 

No iba a más, lo mantenían así.

No sabían que les pasaba, no se iban a mentir a si mismos pensando que se estaban enamorando del otro aún, no sabían si aquella situación se daba porque estaban necesitados de cariño, o si era porque habían formado un vínculo donde se sentían cómodos el uno con el otro y al final pasaba lo que estaba ocurriendo.

Para Samantha, poder confiar en Flavio y encontrar un apoyo tan grande en él había sido parte de la razón por la cual aún se encontraba en pie, pero temía que aquella forma de necesitar al chico se le estuviera yendo de las manos y la hiciera confundir.

Flavio llevaba mucho tiempo sin permitirse sentir, le habían herido demasiado en el pasado. Había pasado largos meses de su vida durmiendo junto a una persona que lo engañaba, besando unos labios que no hacían más que mentirle. Se había convertido en el chiste de un grupo de amigos que sabía lo que estaba ocurriendo pero que no habían sido capaces de decirle nada hasta que un día, la dueña de aquellos te quiero que Flavio regalaba sin dudar, tuvo la suficiente piedad para decirle la verdad y dejarlo. No había sido capaz de volver a confiar en nadie hasta que Samantha llegó a su vida, y la estaba dejando entrar más de lo que le gustaría.

Ninguno de los dos conocía al otro fuera de aquellas paredes, de aquel edificio que mantenía encerrada a Samantha y convertía a Flavio en un caballero de brillante armadura que sólo quería ayudarla.

¿Y si eso era lo único que los unía? ¿Sentirían la misma necesidad por los besos y caricias del otro si se hubiesen conocido en otro sitio, en otro momento y en otro lugar?

De seguro Flavio tendría razón, aquello que estaban haciendo estaba mal, pero lo resolverían en cuanto Samantha saliera.

Quizás se mirarían a la cara una vez que ambos estuvieran fuera y se dirían ''bueno, lo que ha pasado entre nosotros ha sido producto del encierro, te lo agradezco y te deseo toda la suerte del mundo''

O quizás estuviesen descubriendo al otro y pudieran llegar a funcionar, no lo sabían.

No sabían lo que pasaría, no sabían que sentían ni por que.

Pero allí estaban, y no lo dijeron en voz alta, pero ambos pensaban que no había nada de malo en dejarse mimar.

- Sí, está mal - respondió Samantha, pero aquella separación duró poco porque volvió a capturar los labios del chico entres los suyos, le hacía sentir un vuelco en el pecho cada vez que los probaba, y con sus fuertes brazos enroscando su cintura se sentía segura, se sentía bien.

Sin embargo, Flavio estaba teniendo una batalla en su mente acerca de algo que no sabía si soltar o no.

- No puedo besarte mientras te oigo pensar - le dijo ella separándose una vez más y depositando un tierno beso en la comisura de los labios del chico - ¿en que piensas tanto?

- Lo siento - Flavio rió un poco al darse cuenta que había desconectado del beso - estaba pensando en que... tu sabes que no me estoy aprovechando de ti, ¿verdad? quiero decir... visto desde fuera puede parecer...

Plumas blancas [ flamantha ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora