27. Hogar

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- ¿Cuánto falta para que acabe el horario de visitas? - preguntó Flavio mientras conducía a la máxima velocidad permitida rumbo al hospital.

- Media hora - respondió Luna, quien ahora ocupaba el asiento a su lado.

Flavio le hizo saber que la había oído con un movimiento de cabeza y se concentró en las calles y en cómo parecía que cuando estabas apurado, y nervioso, los demás coches parecían estorbar más de lo normal.

Envidió a aquellas personas despreocupadas que viajaban en los vehículos junto a él, de seguro ninguna de ellas se había enterado de que su amigo, al cual no veía hace meses, estaba en una situación crítica en el hospital, esperando por un órgano vital que parecía no llegar y empeorando día tras día.

- ¿Hace cuanto? - preguntó Luna, mirando hacia cualquier sitio fuera en lugar de a él.

- ¿Que? - Flavio tuvo que pedirle que lo repitiera, no porque no hubiese escuchado, si no porque estaba tan inmerso en su cabeza y en llegar lo más rápido posible al lugar que no entendía a que hacía referencia con aquella pregunta.

- ¿Hace cuánto que estas con alguien?

Luna le había visto escribir aquella nota apresurada donde avisaba a Samantha que estaría fuera y que ya le explicaría todo luego, y de seguro también había visto alguna otra pertenencia de ella en la sala.

Sus conclusiones no estaban erradas, sabía que Flavio estaba con alguien.

No tenía el derecho a preguntarle nada, mucho menos con ese tono. 

Si Luna hubiese utilizado un tono de voz enfadado, rencoroso, o incluso acusativo sería más fácil para Flavio enfadarse con ella y ponerse a la defensiva, pero la chica estaba usando una voz que parecía casi triste.

¿Por que estaría triste, si había sido ella quien había decidido arruinarlo todo?

- Hace un tiempo - respondió Flavio.

- Lo suficiente como para convivir, ¿verdad?

Él la miró, no entendía aquel reproche y mucho menos lo dolida que parecía.

- Luna yo no se que estará pasando por tu cabeza ahora mismo pero no es el momento.

- A mi nunca me lo ofreciste - le dijo la chica, ahora mirándole - nunca me pediste que viviera contigo.

- ¿Hubieses dicho que si? - preguntó en tono amargo, con toda la intención de hacerle sentir mal.

Estaba seguro de que ella nunca habría aceptado vivir con él, o juntos, era demasiado difícil esconderle a tu pareja una infidelidad cuando vives en su misma casa.

La chica no respondió, solo volvió a dirigir su mirada a las calles, la noche ya cubría casi toda la ciudad y los pocos rayos de sol que quedaban se mezclaban entre aquella oscuridad.

- No te dejé porque estuviera enamorada de él, ¿lo sabes, verdad? - dijo - lo hice porque no podía... no podía seguir mintiéndote, no te lo merecías.

- No me merecía muchas cosas - ahí estaba otra vez ese tono amargo.

- Lo se, Flavio - aunque estaba de perfil a ella, notó como Luna se giró para mirarle - no creas que no me arrepiento de eso todos los días.

Flavio no respondió, sería extender más una conversación que no tenía sentido, al menos para él. Había enterrado aquel tema hace tiempo, con mucho esfuerzo, pero lo había hecho. De lo que no tenía idea era de que para Luna aquello era una conversación pendiente.

Llegaron al hospital en silencio, por fin todos aquellos coches se habían corrido del camino y le habían dejado llegar a aquel sitio, aunque cuando puso un pie fuera del coche no estuvo del todo seguro de tener la valentía para volverlo a ver.

Plumas blancas [ flamantha ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora