16. El diablo viste de seda

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- Samantha, ¿puedes venir un momento? - le pidió Flavio en cuanto ingresó al cuarto - te he traído tu... tu medicación.

Flavio leyó aquella libreta y le tomó poco tiempo darse cuenta de lo que estaba sucediendo.

En aquel trozo de papel Samantha detallaba todo lo que sabía de la clínica, de seguro planeando escapar de allí. La chica descartaba opciones en cuanto se daba cuenta que las medidas de seguridad no le dejarían escapar por el jardín o por alguna ventana, haciendo que la opción elegida fuera él.

Iba a utilizarlo a él.

Recordaba que le había dado aquella libreta uno de los primeros días y aquella hoja era la única que estaba escrita, por lo que Samantha debía haber planeado eso desde un principio.

Enamorarlo, quería enamorarlo.

Dejó la libreta otra vez sobre el colchón y salió de la habitación para buscar a Samantha, tenía que hablar con ella. Caminó hacia el cuarto de Ari, suponiendo que la chica estaba allí, no sin antes dejar las sábanas que había quitado de la cama de Samantha en el carro de la lavandería al final del pasillo.

Golpeó dos veces y escuchó que le invitaban a pasar, por lo que abrió la puerta y se encontró con ambas chicas sentadas en la cama, sonrientes.

Allí fue cuando le pidió a Samantha que le acompañara a su habitación con la excusa de darle su medicación, algo que ambos sabían que no era verdad.

- ¿Vas a estar bien si te dejo sola? - le preguntó la chica a Ari, que por lo que Flavio sabía no estaba pasando un buen momento, aunque ahora le veía un poco mejor.

- Por supuesto, ve - le respondió con una amable sonrisa.

Samantha se acercó a darle un beso en la mejilla y luego se dirigió a la puerta, donde un Flavio demasiado absorto en sus pensamientos le estaba esperando.

Sin decir palabra, caminaron hacia la habitación de Samantha, entraron y cerraron la puerta detrás de ellos.

Samantha, que había ingresado antes que él, dio media vuelta para pegarse al chico mientras le envolvía el cuerpo con los brazos por los costados, poniendo su rostro muy cerca de el de él.

- ¿Que ha pasado? ¿Me has extrañado mucho y por eso has ido a buscarme? - le dijo con una sonrisa.

Luego del día de ayer habían decidido no cortarse con las caricias que le daban al otro, al final les salía natural y no tenía nada de malo dejarse mimar un poco.

Samantha no había reparado en la falta de sábanas en su cama, ni en la libreta sobre el colchón. No se esperaba el siguiente movimiento del chico, que tomó con cuidado sus brazos y los apartó de él, dejando una distancia entre sus cuerpos.

- Flavio, ¿que pasa? - la chica le miraba confundida - me estás asustando, ¿está todo bien?

Él no sabía por donde comenzar, las palabras correctas para aquella conversación no aparecían en su mente y la cantidad de dudas y de preguntas que tenía se acumulaban, sumado a la sensación que tenía en el estómago desde que había leído aquellas palabras.

Caminó hacia la cama y tomó la libreta para buscar entre la cantidad de hojas en blanco hasta dar con la única que estaba escrita.

Se la tendió a Samantha, eso era suficiente para que lo entendiese.

La chica releyó aquella hoja, aunque sabía exactamente lo que ponía. Su expresión cambió por completo y la sonrisa con la que le había abrazado instantes atrás se borró de un momento para el otro.

Plumas blancas [ flamantha ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora