🌱 Capítulo 9

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Dentro de sus planes, visitar la casa de los Seo era una pieza clave, después de todo allí se encontraba el despacho de Seo. Lo que no esperó era que fuera tan pronto. Changbin lo había llevado a su hogar con la excusa de que algo "Changbinloso" era ver películas y jugar videojuegos.

Felix estaba hundido en una especie de cojín en forma de pelota de baloncesto con un gran tazón de palomitas de maíz, viendo como el mayor mataba zombies en la pantalla gigante.

—Hay uno escondido detrás del basurero —murmuró para si. —Te va a matar si no lo haces primero ¿En serio no lo ves? Está saliendo de su escondite en tres, dos, uno....

—¡Nooooo! —la pantalla se vio inundada por un enorme "Game Over" a lo que Changbin reaccionó cayendo dramáticamente hasta llegar al piso. —¡Estaba a punto de vencerlo y batir su récord!

—¿A quién? —lanzó una palomita que cayó en el cabello de Changbin.

—Seungmin, es uno de los mejores, pero desde que está detrás de Jisung se ha quedado estancado en este nivel —dejó el control a un lado y arrastró su cojín hasta quedar al lado del menor.

—Deberías decirle que deje de acosar a Jisung o que sea más discreto —comenzó a jugar con el cabello del mayor, buscando la palomita perdida. —Es incómodo verlo detrás de la ventana de la puerta buscándolo, parece un puto fantasma —logró recuperarla y la lanzó al suelo con sutileza. —Tiene suerte que Ji sea despistado.

—Sigue haciéndolo, me gusta —contuvo un bufido, sí claro, como si le gustara pasar sus dedos por el cabello esponjoso del castaño. Le sonrió para ocultar la mueca de desagrado que amenazaba con salir y volvió a "acariciarlo". —Es tan relajante.

De alguna forma el tazón había desaparecido de sus piernas y fue reemplazado con la cabeza del mayor, quien ahora utilizaba de almohada a Felix. Habían puesto una película policial y de vez en cuando el menor le daba de comer palomitas, tenía que mantener las apariencias y aunque quisiera, no podía dejar que Changbin muriera de hambre.

—¡Me mordiste! —chilló.

—¿Yo? —fingió inocencia.

—Quítate de encima —se levantó sin aviso y la cabeza de Changbin chocó con la alfombra. —¡Te lo mereces!

—Lixie —hizo un puchero, pero el menor lo ignoró y fue hacia el baño para lavarse las manos. No quería infectarse con los gérmenes de Seo. Una vez terminada su labor volvió a la habitación, donde un par de brazos lo atraparon y su cuello se vio aprisionado por la boca de Changbin quien comenzó a proporcionarle pequeños besos.

—¿Qué haces? —trató de zafarse, pero el otro lo tenía bien aprisionado. —Me haces cosquillas y no recuerdo haberte dado permiso de hacerlo.

—Uhmmmm ¿Puedo?

—No eres mi novio, así que es un no —el mayor no cedió y coló una de sus manos por debajo de la camiseta de Felix, quién se estremeció por el tacto frio del mayor.

—Entonces sé mi novio.

Volteó como pudo y enroscó sus brazos en el cuello del mayor. Las cosas le estaban saliendo a la perfección, pensó que iba a tener que insistir más; no obstante allí estaba Seo Changbin, entregándose en bandeja de plata.

—¿Qué? —sonrió y se acercó a los labios del otro, besándolos de forma sutil.

—Di que sí —lo besó. —Prometo demostrarte que puedo ser lo mejor que puedas llegar a tener.

Iba a besarlo de nuevo, pero Felix se adelantó y juntó sus labios, sonrió entre besos y se limitó a soltar un pequeño "Sí"

Changbin no pensó que llegaría a estar tan colado por Felix. Si bien al comienzo le pareció que el chico era atractivo, en cuando abrió su boca  y empezó a decir todas aquellas cosas sobre cuidar el ambiente, supo que Lee era un hombre apasionado. Era un mundo nuevo para él, no iba a negar que las primeras veces no entendía la mayoría de cosas que el menor decía; sin embargo este le explicaba en palabras sencillas e  instaló aquel bichito de curiosidad en su persona. Aprovechaba su tiempo libre para nutrirse acerca de temas ambientales y no parecer un estúpido enfrente del activista, con el pasar de los días logró su cometido y no se arrepintió. Recuerda la primera vez que le pudo seguir la conversación a Felix, fue allí cuando supo que su primer beso no había sido el detonante, la gran sonrisa genuina en el rostro del menor mientras hablaban lo hizo caer rendido a sus pies.

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—¿Por qué esa cara? —inquirió Hyunjin.

—Soy el novio de Seo.

—Tú... —dejó de comer y frunció el ceño. —¡Te dije que no jugaras con él! El tipo es una de las personas más sinceras que he conocido jamás. No le hagas daño.

—¿Otra vez con eso? —bufó e ignoró la dura mirada de Hyunjin. —No estoy jugando con él, es solo un peón que necesito para poder salvar el bosque.

—Deberías escucharte —apuntó con el palillo. —Ten en cuenta que no eres de hierro y si en algún momento llegas a sentir algo por Bin, no vengas llorando porque él no logró perdonarte. Yo no lo haría.

—Y yo estoy seguro que entenderá, de todas formas Seo no es mi tipo y mi único amor es la naturaleza... y Leonardo DiCaprio.

Hyunjin negó y volvió a concentrarse en su comida, su mejor amigo estaba jugando con fuego e iba a quemarse. Conocía a Felix como la palma de su mano y aunque se negara a admitirlo, Seo Changbin era en definitiva, el tipo ideal del menor.

—Haz lo que quieras.

—A propósito, comenzaré con las actividades en contra de Seo y necesito un lugar de reuniones.

—¿Acaso ya no estabas...?

—Me he mantenido en bajo perfil, recolectando información, haciendo llamadas, pero nada impactante —se dejó caer en el sillón. —Es hora de hacer protestas.

—Hey genio, no puedes protestar. Lamentablemente ahora eres el novio de Seo.

—Pero no lo voy a hacer, llamaré a los mejores —una sonrisa ladina se dibujó en su rostro y Hyunjin no tardó en comprender.

—Oh no, no pienso dejar entrar a ese par de psicópatas a mi hogar.

—Vamos... no son...

—¡No! Busca otro lado para tener tus rituales o lo que sea que hagan ellos, pero aquí no entran.

—Qué mal —hizo un puchero. —Lástima que ya están aquí.

El timbre sonó y el corazón de Hyunjin se congeló por unos segundos, tiempo que aprovechó Felix para correr hacia la puerta, dejando pasar a dos chicos con grandes sonrisas.

—¡Así que ahora vives con Jinnie! —dijo un rubio.

—Te extrañé demasiado —añadió el otro muchacho con cara de un zorrito. Se acercaron a Hyunjin y comenzaron a pellizcar sus mejillas. —El pequeño Jinnie sigue igual de lindo.

—Chan, Jeongin, ha pasado un largo tiempo. ¡Ahora alejen sus manos de  mi rostro! — los dos muchachos rieron haciendo caso omiso a la súplica de Hyunjin. — Felix, voy a vengarme por esto.

Disonancia - ChanglixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora