"IX". ¿Qué te hizo cambiar?

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  Era muy confortable estar junto a Sam. Así como la voz de Jon me tranquilizó con solo escucharla, la sola presencia de Samantha era más que suficiente para hacerme sentir segura. Era cálido, relajante, cómodo, sus muslos eran semejantes a los de Karla, casi como una almohada; sin duda alguna eran madre e hija. Ambas eran amables, comprensivas, sabían afrontar los problemas ajenos, como si fueran suyos. Me era inevitable sentirme celosa en ese entonces; pero… ahora me doy cuenta que fue un error juzgarlas, ya que al final termine siendo parte de aquella familia, aunque haya sido por poco tiempo.

Karla estaba preparando la cena mientras que yo descansaba junto a Sam, se sentía el ambiente familiar, todo lo malo que alguna vez me paso, los traumas, los golpes, las heridas, las veces que casi muero o que quise morir; ya nada de eso importaba, solo podía disfrutar de aquello mientras durara.

Me hacia recordar aquella vez cuando apenas y tenia uso de razón, donde podía ser feliz con mi pura inocencia, todo me parecía bueno. Y así disfrutar de mi vida sin tener que buscar tanto, solo era necesario un paseo en el parque con mi padre para así sonreír de oreja a oreja, sin tener que pensar en un mañana.

La noche anterior no pude dormir de la emoción, por eso me levante con mucho entusiasmo, eran aproximadamente las 6:00 o 7:00am, no sabría decirlo con certeza, corrí a la habitación de mis padres y me pare sobre la cama, dando saltos fuertes y continuos mientras les gritaba que despertaran. La primera en hacerlo fue mi madre, quien me miro a los ojos pidiéndome que parara, lo cual hice bajando mis ánimos. Sin embargo…

—Hija, acércate a mí.

—¿Segura?, Mami.

—Claro, ven y acueste a mi lado. —La sonrisa en mi rostro volvió como si nada hubiese pasado, di un salto de donde estaba yo hasta poder llegar a la cabecera de la cama. —Eso es, pequeña. —Me rodeo con sus brazos y me abrazo como nunca lo había hecho.

—Mami, ¿Si vamos a ir al parque?, —Mi madre me observo detenidamente con total seriedad.

—¡Claro!, —Dijo antes de hacer una pequeña mueca similar a una sonrisa tenue. —Cuando tu papá despierte, nos bañamos y cambiamos de ropa antes de salir, ¿Te parece?

—¡Siiii!, Mami, ¿Podemos bañarnos juntas?, —Se me queda viendo nuevamente antes de responder.

—Está bien, solo para hacerte feliz. —Sonríe de nuevo, para luego abrazarme y acogerme en su pecho.

Y así nos mantuvimos hasta que mi padre despertó bostezando casi con la intención de devorar a alguien. Animosamente me giro para así darle los buenos días.

—¡Buenos días, Papi!, —Grite justo en su oído.

Mi padre se asusto abriendo sus ojos de par en par. Y justo detrás de mí, mi madre se estaba riendo de él.

—Buenos días, hija, ¿En qué momento llegaste?, —Se inclino un poco para adelante y observo reír a mi madre, como si le estuviera pidiendo que dejara de reírse.

—Ella llego hace como media hora, se nota que estabas invernando, ya que no sentiste el terremoto que hizo Scarlet sobre la cama. —Se soltó a reír nuevamente pero esta vez a carcajadas.

—¿Terremoto?, —Pregunto mi padre confundido, para luego mirarme esperando una respuesta.

—Si papi, un terremoto, salte muchas veces sobre la cama para despertarlos. —Dije con toda la inocencia que podía existir.

La mirada de mi padre enternecido fue única, me abrazo y luego me dio un beso en la frente diciéndome que me amaba.

—Papi, ¿Vamos al parque?

ScarletDonde viven las historias. Descúbrelo ahora