7. El subterráneo

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El lugar se sumió en pura tensión, Violette apuntó rápidamente al tipo, temerosa de que este le pudiera hacer algo a Leon. El rubio mantenía un rostro neutral mientras tenía sus manos alzadas.

— ¡Baje el arma! —. Gritó el tipo de camisa amarilla hacia la ojiverde.

— No le haremos daño —. Contestó Leon, un poco temeroso de que los papeles se cambien y que la persona que termine siendo apuntada sea Violette.

— Solo venimos de paso, no le vamos a lastimar —. Continuó la castaña sin bajar su arma.

— ¡He dicho que baje la maldita pistola! —. Parecía no haber escuchado lo que dijo la chica, la expresión de su rostro no se calmaba.

Violette se tensó, de ninguna manera pensaba bajar el arma. Tenía el sentimiento de que apenas lo haga, el hombre le dispararía a Leon, y de solo pensarlo se le erizaba la piel.

Ada resurgió de la obscuridad y apuntó con su arma al hombre que se puso mucho más nervioso.

— Baje el arma —. Anunció la pelinegra sin alzar la voz.

— Ni de coña con ustedes dos apuntándome —. Respondió.

Violette estaba apunto de abrir la boca cuando una pequeña figura apareció detrás del hombre, era una niña. Estaba cubierta de un color lúgubre y las venas se alzaban por su cuello y rostro...

Tal solo una niña, y estaba condenada a morir.

Un dolor se alzó en el pecho de Violette que miró a todos los presentes, Ada no mostró una sola gota de compasión.

— Señor, su hija necesita ayuda —. La ojiverde dijo en un hilo de voz, el tipo frunció el ceño.

— ¡No me diga que hacer con mi hija! —. Le respondió en un grito. Violette retrocedió un par de centímetros, aliviando la tensión que tenía sobre su arma.

— Apártese, hay que eliminarla antes de que se transforme —. Ada dijo dando unos pasos hacia delante.

Violette hizo una mueca de rabia ¿Cómo rayos esa mujer podía decirlo? Era solo una pequeña.

— ¿Eliminarla? Es mi hija, joder —. La voz del hombre flaqueó al igual que su dura mirada.

— Deja que se vayan —. Leon intervino mirando a Ada, que no dijo ni mostró nada como respuesta.

— Emma, cariño, te dije que esperaras —.

El padre soltó a Leon para acercarse a su hija y tomarla de los hombros, Violette le hizo una señal con la mano a el ojiazul para que se acercara. El rubio asintió colocándose al lado de la castaña.

Un alivio recorrió el cuerpo de ambos, Violette sintió que Leon al fin estaba a salvo y por supuesto, el rubio ya no se sintió amenazado por un arma que fácilmente le volaría la cabeza.

— Esas cosas de ahí fuera, lo que han hecho... ¡Eres poli! —. Llamó a Leon que ocultaba una triste mirada — Debes saber como ha pasado todo esto —. Alzó el tono de su voz y le dio un abrazo a su hija — Era nuestro ángel —.

Esas palabras destrozaron por completo a Violette que sintió un nudo pesado en su garganta. Su arma hace rato que se encontró abajo. La chica miró a el rubio que le devolvió la mirada con al parecer, el mismo sentimiento de pesar.

— ¿Mamá? —. La niña preguntó con una voz débil, parecía apunto de desmayarse —.

— Mamá duerme ¿Vale? —. El hombre fingió una sonrisa para su hija, que apenas correspondió.

La Noche En Raccoon City -Leon KennedyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora