8. El pasado

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aviso: este capítulo contiene muerte y mención del miedo a la misma.





La científica llevó a la castaña a una sala blanca, el furor de la claridad lastimó un poco a Violette al entrar, pero sus ojos se acostumbraron rápidamente. Annette le extendió una silla y le pidió que se sentara.

Aunque así lo hizo, Violette seguía pensando en Leon. Y la científica lo notó rápidamente.

— Escucha Violette, él estará bien —. Se cruzó de brazos, bajando su mirada hacia la chica

— Pero...—.

— Estará bien —. Repitió en un tono más urgente — Pero te necesito a ti, ahora —.

Violette frunció el ceño, confundida. No entendía en que podría servir en ese estado.

— En primer lugar, quiero saber que rayos conoces sobre mi —. Imitó la posición de la científica sin relajar su expresión.

— Violette no hay tiempo...—. Explicó la rubia con un tono más relajado, pero Miller se negó.

— Quiero saber todo, luego te ayudaré —.

Annette soltó un gran suspiro, lo que menos quería era dar explicaciones. Quería buscar a su hija y sobre todo impedir que Ada se haga con una muestra del virus, pero no tenía de otra en ese momento.

Se apoyó en una pared cercana mientras miraba a Violette que la observaba expectante.

Y empezó a hablar mientras Violette trataba de conectar todos los puntos en su cabeza.

Violette Miller.

Días antes:

Los pasillos de Umbrella me acogieron de inmediato cuando puse mis dos pies sobre el frío suelo de las oficinas, me dirigí a el laboratorio siguiendo el mismo camino de los últimos dos años.

Me sentí en casa cuando al abrir la puerta, el viento y el olor a medicina golpeó mi rostro de forma invasiva. Inhalé hondo y me acerqué a Annette, que como de costumbre se encontraba analizando un par de muestras.

— Buenos días, Violette —. Dijo sin dejar de observar a través del microscopio — ¿Otra vez temprano? —.

— ¿Ah sí? Pareciera que ustedes viven aquí —. Respondí con un poco de humor.

La científica bufó e hizo un par de anotaciones en su cuaderno, no era una persona que haga bromas ni mucho menos distraerse de su trabajo para decir algo. Sin más me acomodé a su lado e imité su acción.

Ella, William y yo estábamos trabajando en un proyecto. Una cura para cientos de enfermedades, y así podríamos salvar a millones.

La pareja me contactó a través de mis padres, pues fueron a la secundaria juntos. Apenas entré a mi la universidad, para estudiar virología, ellos me llamaron. Tanto Annette como William eran expertos en el campo, así que no dudé en aceptar.

Así que estaba más que contenta trabajando aquí.

Claro, no sabía lo que planeaban en realidad.

Era de noche, nada fuera de lo común. Casi era costumbre quedarme un par de horas extra en los laboratorios para terminar informes y demás.

Los pasillos se encontraban sumidos en absoluto silencio, hace bastante la mayoría de funcionarios y científicos salieron.

La Noche En Raccoon City -Leon KennedyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora