Prólogo

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"Siempre dicen que las cosas pasan por algo,
pero es tu deber descubrir para que."







Se sentía como la mierda, sus piernas flaqueaban cada vez más pero no podía parar, aún así su miedo crecía con cada paso que daba.

Respiraba cada vez más pesado sintiendo como se perdía en un abismo, en el cual el solo de hundió, cayendo sin rumbo alguno, maldición quería desaparecer.

Deseaba desaparecer, como si fuera un espejismo así nadie lo buscaría o lloraría por el. Pensó en su madre.

Sentía que no era digno para nada, lo que menos quería era hacer llorar a su madre que sin duda alguna daría la vida por él, la única mujer que ama y amara para siempre sin importar nada, pero no podía hacerle esto.

¿Como se lo diría?

¿Con que cara la vería?

No quería ver a su madre y desmoronarse ahí mismo, no, su mamá no merecía tener un hijo tan estupido como él, ella merece lo mejor y sabe perfectamente que él no lo es.

"Huye, es lo mejor que puedes hacer, no queremos una escoria como tú por aquí" sus ojos se inundaron por las lágrimas contenidas pero no quería llorar aún así ellos tienen razón, solo es una escoria, la peor del mundo.

No lo soporto mas cayendo de rodillas contra el piso, golpeó el asfalto con frustración y tristeza sintiendo como sus lágrimas resbalaban por sus mejillas chocando contra el suelo.

Quería correr a los brazos de su madre, acurrucarse contra ella como un cachorro en busca de protección y llorar, llorar hasta el cansancio, hasta que ya no tuviera ninguna más que derramar.

Pero no podía volver, ellos lo dijeron, ahí ya no era un lugar para una mierda como el, con el frío que le calaba hasta los huesos, sus ojos siguiendo derramando lágrimas y su pecho hecho trizas se levantó siguiendo caminando sin rumbo.

—Te amo mamá...—Susurró dejando escapar algunos sollozos. Sabía que ya nunca la volvería a ver.

Algo que siempre tendría en cuenta y que no se perdonaría nunca era que dejó a la mejor mujer que podría llegar a conocer, aquella que aunque fuera un idiota de primera no dudaba en siempre correr para envolverlo en un abrazo protector dejando que su aroma calmara a su testarudo hijo cuando regresaba de alguna pelea o simplemente no tenía ánimos.

Como la extrañaría, pero no tenía de otra solo esperaba que ella fuera lo suficientemente fuerte como siempre lo fue para sobrellevar todo eso.

Porque había perdido a su lobo y no quería, no sabía como darle la cara a su madre, mucho menos al mundo.

Delta - BAKUTODO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora