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Diario del rey —nota 12—:
"Nunca dejaría de amarte, ni aunque cometieses traición, puesto que mi alma te pertenece".

Luego de la presentación, abracé a mis padres, a quienes no había visto desde aquella noche. Ellos estaban orgullosos de mí, mas sabían que algo estaba tramando. Sin embargo, nunca revelarían sus sospechas ante el rey, pues también les costaría la cabeza.

También saludé a Jungkook, cariñosamente, y le susurré que habláramos en el jardín dentro de unos minutos. Se veía animado, como si hubiera conseguido lo que le pedí, lo cual anhelo tanto.

—Tengo buenas noticias para ti —me comentó en voz baja.

—¡Jimin! —llamó esa voz ronca y firme que detesto con firmeza.

Ugh.

—¿Si, Alfa? —respondí.

—Debo presentarte a los nobles... Oh, cierto. Un gusto, señores Park. Ojalá disfruten la velada. Usted también, Beta Jungkook —saludó sin bajar la cabeza—. Bueno, si me disculpan, me llevo a mi pareja.

Entonces, me sujetó levemente del brazo y fuimos hacia otro grupo de personas. Entre ellos pude observar a la Omega Irene y a su pareja, el Alfa Chanyeol. Ambos son amigos cercanos de Yoongi y dueños de grandes tierras, un cuarto de los campesinos del reino se encuentran bajo sus manos.

—Chanyeol, Irene, les presento a Park Jimin, mi Omega. Saluda, cariño —ordenó.

—Un placer conocerlos, he escuchado mucho sobre ustedes. Es un honor conocerlos, Alfa Chanyeol y Omega Irene —saludé haciendo una reverencia.

¡Cómo detesto esto! ¡Malditos abusadores, farsantes! Con sus joyitas y tierras se creen mejor que el resto, mas son tan solo parte de la escoria que gobierna Agustina.

—¡Es tan lindo, Yoongi! Es como un cachorrito...

Blah, blah, blah.

Ellos siguieron charlando, como los buenos amigos que son, hasta se olvidaron de mi presencia. Por lo tanto, llegó el momento perfecto para huir al jardín, donde Jungkook me espera. Caminé con sigilo y finalmente salí del salón.

La luna luce magnífica en el cielo, tan poderosa y elegante. La brisa está ligeramente fría, mas no incomoda. Además, las rosas amarillas que Yoongi mandó a sembrar en mi honor liberan un fragancia exquisita.

—Jungkook —le dije cuando lo encontré.

—Jimin, no sabes, no tienes idea de todo lo que tengo que decirte.

—Cuéntamelo rápido, antes de que mi Alfa nos descubra, digo... ese... Tú entiendes.

Soltó una risita, algo no muy común en él.

—Hallé a la bruja, digo, sacerdotisa del bosque. Confesó que sí puede ayudarnos, mas hay algunas condiciones.

—¿Cuáles son?

—En primer lugar, nuestras partes humanas deben amarse, sin ninguna duda. En segundo lugar, esto debe ocurrir en la primera noche de la temporada de apareamiento, tienes que clavarle un puñal a tu Alfa en el pecho, de esa manera dejarán de ser destinadas. Y, finalmente, debemos unirnos esa misma noche, para eso yo debería ya ser un Alfa, así que ella me transformará ni bien mates al rey. Además, quiere una sola cosa a cambio.

—¿Qué desea? ¿Oro, joyas? —pregunté con emoción.

—Un frasquito con las lágrimas del rey. Eso debes conseguirlo antes de la temporada de apareamiento.

—¡¿Cómo voy a conseguir eso?! —exclamé sorprendido, con una obvia mueca en mi rostro—¿Lo has visto? Siempre está con esa maldita mirada de condescendencia y regodeándose de todo lo que posee. Ese Alfa nunca derramaría ni una lágrima en frente de mí.

—Pues, tendrás que lograrlo...

—¡Jimin! —llamó con su voz cargada de furia.

—Alfa...

—¡¿Qué haces aquí?! ¡Se supone que deberías estar conmigo, en el salón! ¡¿Acaso te di permiso para que te encuentres acá, con este?! —bramó muy enojado, tanto que su rostro estaba deformado por la rabia.

—¡¿Acaso no puedo charlar con mi hermano mientras presumes tus posesiones en frente de esa gente?! —le contesté por impulso.

—¡Se supone que esta fiesta es para presentarte a ti, solo a ti, así que no juegues con mi paciencia y vuelve adentro!

—¡Eres imposible! Me retiraré a mi habitación. ¡Y puedes decirle a esa gente que me encuentro agotado! —dije con intenciones de retirarme, al igual que Jungkook, quien tuvo que irse ni bien llegó Yoongi para evitar ser encerrado o decapitado. No obstante, él sujetó mi muñeca con fuerza, sacándome un gemido de dolor.

—Lo lamento. —Me soltó—. Sin embargo, te necesito ahora. Es importante para mí que permanezca a mi lado esta noche.

Suspiré, realmente no puedo arruinar esto. De cualquier forma, requeriré la aceptación de los nobles, así que no me queda de otra.

—Bien, te acompañaré, pero preséntame rápidamente con todos y, después, déjame ir, quiero estar solo esta noche.

—Lamentablemente, así no podré presumir tu belleza.

—No necesitas hacerlo hoy, tendrás años para hacerlo.

—Lo sé. Estamos destinados a estar juntos y podré disfrutar de tu compañía en estos eventos de por vida.

¡Ja!. Sí, claro, como no.

—Sí, de por vida —contesté con una sonrisa falsa, tan falsa que dañaba mi propia alma.

Te odio, Min Yoongi.

—Por cierto, noté que te interesa lo que ocurrió durante la crisis de la cosecha hace dos años. Me gustaría contarte lo pasó en realidad.

—Mañana —le contesté.

—Mañana será.

«El Omega del Rey» • YOONMIN•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora