«El Omega del Rey» • YOONMIN•

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Diario de Jungkook —nota 11—:
"Jimin se lo creyó".

Buenas noches. Espero que estén bien.

Estos días han sido horribles en Perú y, si son de mi país, entienden el terrible sufrimiento que tengo atorado en el pecho. La gente que debería velar por el bienestar público se ha burlado en nuestras caras, ha jugado con los vacíos de la Constitución como si fuera cualquier cosa. Y lo peor es que nuestros gritos de inconformidad no están siendo escuchados. Sin duda, este Congreso no nos representa y, si el presidente fue vacado por incapacidad moral, ellos también deberían dejar sus sillones.

Bueno, regresando a lo que vinimos, no olviden votar, comentar y compartir.

Pasaron un par de minutos hasta que llegó el coronel que me protegería. Tenía el traje pulcramente acomodado, aunque usaba una bufanda alta, la cual cubría la mitad de su rostro. Esto me pareció extraño, mas, si Yoongi lo envió, debía confiar en él. Sin embargo, algo en su mirada me desconcertó. Lucía fría y llena de odio...

—Jimin... —llamó mi nombre. Su voz sonaba tosca y algo enojada, aunque no era grave, sino melodiosa. Era un tono conocido que guio mi mente al pasado.

—"Sabes que no puedo corresponderte, va en contra de la naturaleza". Esa fue la primera vez que me heriste. ¿Verdad, Jungkook?

—Solo tú serías capaz de reconocerme; hemos estado juntos desde siempre. Siempre nos hemos apoyado.

—Eso era antes, antes de que mataras a dos inocentes, aunque, al parecer, ahora son tres: a la sacerdotisa, al guardia Kim Seokjin y a un coronel —le dije fríamente.

—Lo hise para ayudarte, para que fueras libre y pudiéramos estar juntos, como Alfa y Omega.

—¿En serio, Jungkook? ¿De verdad es posible o, simplemente, me necesitas para matar al rey y quedarte con el poder? —contesté con rabia, con ganas de golpearlo, mas mi cuerpo está tan débil que hasta enojarme duele— ¡Dime!

—Si lo matas, serás mi Omega y salvaremos al reino —dijo sin parpadear, lo que más me dolió, pues, cuando miente, su rostro se mantiene casi inmóvil.

—No, Jungkook, si lo mato, moriré. ¿Por qué me mientes? —pregunté. Sin embargo, mi pecho comenzó a doler repentinamente.

Llama a nuestro Alfa.

—Yoongi, Jungkook está aquí.

—No te muevas, no intentes nada; allá voy.

—Te duele, ¿verdad? Tu Alfa no está aquí, sigues muy herido y estoy seguro de que no has comido apropiadamente... Estás muy enfermo, Jimin... —dijo acortando la distancia, acercándose a mi cama— ¿Recuerdas cuando tu cuerpo comenzó a quemar y todos creyeron que morirías? No saliste de casa por dos meses y, cada vez que iba a visitarte, me decías que no me dejarías tan fácilmente. Dijiste que seríamos destinados.

Mi estómago empezó a arder intensamente y mi cabeza, a dar vueltas. Sin embargo, nada se comparaba al vacío que se formaba en mi pecho. Necesito a mi Alfa, necesito su aroma y su cercanía, necesito que me proteja. Tengo miedo, mucho miedo.

Yoongi, apúrate, por favor.

—¿Por qué haces esto?

—Porque ellos te han lavado la cabeza, Jimin. ¡El rey es un tirano! ¡Nosotros lo odiamos! —me gritó.

—No es un tirano, tan solo ha tomado algunas malas decisiones, pero está aprendiendo y mejorando, así como yo, así como tú deberías hacer. Todavía puedes huir y ser libre...

—No, Jimin, estás mal —contestó, sacando de un estuche su espada—. Por lo tanto, tendré que matar al rey usándote a ti.

La desenvainó sin titubear y la elevó, luciendo lo afilada que estaba. Luego, la acercó a mi cuello, haciendo que roce delicadamente. Sin duda, me colocó en la peor situación. Tengo miedo, mucho miedo, y no sé qué más decir para frenarlo. Parece que, finalmente, Agustina tendrá un nuevo rey, pues, con tan solo un movimiento, podrá acabar con mi vida y la de Yoongi.

Lo siento, mi amor. Todo es mi culpa.