25

2.5K 403 82
                                        

Diario de Jungkook —nota 8—:

"La sacerdotisa no me ayudó, tendré que seguir otros medios".

No olviden votar, comentar y compartir el fic con sus amigos... No seamos fantasmas aquí, quiero saber lo que piensan mientras leen C:

El encargado le avisó al rey y, luego de unos minutos, mis mucamas ya me estaban guiando hacia una habitación para asearme y arreglarme. Me pusieron un traje de seda celeste y me peinaron con delicadeza, desenredando cada hebra de cabello. Cuando estuve listo, me llevaron a la salita del té que se encontraba cerca del jardín. Ahí, una pequeña mesa redonda llena de comida me esperaba. Había pastelitos, algunas frutas, panes frescos, pavo asado y vino.

—Su alteza llegará en unos minutos —me avisó una de las Beta—. Puede servirse lo que desee.

Tomé un pastelito de nueces y le di una mordida. Mastiqué suavemente, saboreando cada detalle del sabor. Estaba esponjosito, el dulce era muy ligero y las nueces brindaban un toque crocante perfecto; era perfecto. Sin embargo, luego de comerlo, sentí un pequeño golpe de dolor en el estómago; debe ser porque mi cuerpo sigue muy delicado.

—¡Jimin! —gritó mi nombre y me abrazó con fuerza, como si no quisiera dejarme ir nunca más. Sus ojos estaban rojos y se notaba que no había estado durmiendo bien; además, lucía un poco más delgado, pero seguía viéndose saludable.

—Yoongi —susurré, aspirando su aroma a menta y pistachos, el cual animó a mi lobo y repuso mis fuerzas. Fue como si todo el dolor se esfumase de golpe, como si todo fuese perfecto, como si su cercanía fuese lo correcto.

—No volveré a dejarte ir, no puedo creer que estés tan débil —me dijo al oído, con la voz rota.

Alfa.

Débil, si tuviera que calificarme ahora mismo, no usaría esa palabra, sino "demacrado", pues es la única que describe mi aspecto a la perfección. Mi piel luce amarilla, mis huesos se marcan horriblemente, mis labios están partidos y parte de mi cabello se ha caído. Esto no es solo por la falta de una buena alimentación y deshidratación, sino también por la falta de su cercanía, pues mi rechazo hacia su lobo, dañaba al mío, quien gastaba todas mis energías para hallar tan siquiera un rastro del aroma de su Alfa.

—Quiero saber... —le dije— Dime quién es Jungkook.

Entonces, dejó de abrazarme y se sentó a mi costado.

—¿Creerás en mi palabra? 

—Sabré si creerte.

—Bueno... —suspiró— La primera vez que lo invitamos al castillo tuve un mal presentimiento, así que le ordené al general Jung Hoseok que enviara a su soldado más sigiloso para que espiara tu charla con Jeon. Cuando oí todo lo que conversaron, me sentí traicionado, pero no podía odiarte, nunca podría. Por lo tanto, me encargué de que mis hombres lo vigilasen.

—Pudiste haberlo matado, ¿por qué no lo hiciste?

—Porque me arriesgaba a perderte —contestó mirándome fijamente a los ojos, expresando algo que nunca vi en los de Jungkook. 

¿Qué es esto?

—Lamento haberte interrumpido, por favor, continúa.

—Cuando encontró a la bruja del bosque, digo, a la sacerdotisa, estuvo con ella unas horas y luego se retiró con un libro azul noche en sus manos. Entonces, el guardia entró a la cabaña de la sacerdotisa, con la esperanza de que le contase sobre su charla con Jeon; sin embargo, lo que descubrió fue peor de lo esperado. Ella estaba muerta. Su cuerpo había sido apuñalado sobre una mesa rústica y sus ojos ya no estaban en su cuerpo, sino, reventados en el piso. 

¡Por la diosa Luna! ¡Esto no puede ser real! Jungkook nunca mataría a... 

¡Maldición!

«El Omega del Rey» • YOONMIN•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora