Epílogo

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Porque siento que es necesario y lo necesitamos 😯

Pasó un mes desde que perdí a mi mejor amigo. Mentiría si dijese que estuve tranquilo durante los primeros días. De hecho, no salía de mi habitación y vomitaba casi todo lo que comía, así que continué adelgazando y atormentándome. Sin embargo, no estaba solo.

Yoongi logró comprenderme y supo acompañarme, sin presionarme. Me daba mi espacio cuando sentía que no toleraba su presencia y me abrazaba cuando no soportaba mi propia existencia. Fue como un santo para mí durante los primeros diez días. Luego, pude comprender que eso no era vida, que debía seguir adelante y tomar las riendas del cambio que tanto deseaba.

Entonces, un día desperté temprano y le ordené a mis mucamas que me bañasen con agua de rosas y me vistiesen con las mejores prendas. Luego, ingresé al comedor principal y desayuné junto con mi Alfa, quien no pudo ocultar su tremenda sonrisa. Sin duda, estaba orgulloso de mí, pues volví a ser el mismo de antes, un Omega trabajador que buscaba mejorar la situación del pueblo, alguien que tomaba la iniciativa y era fiel a sus ideales.

Después de eso, me permitió tomar parte en las reuniones reales y contrató algunos profesores de matemáticas para que me instruyeran en lo básico. Además, llamó a una maestra de danza, de modo que pudiese continuar desarrollando mi don. Así, para cuando llegó la nueva temporada de apareamiento, yo me sentía más confiado, más seguro de mí mismo. Supe perdonarme y perdonarlo. Supe aceptar que la vida es corta y el destino, ineludible.

—Soy tan afortunado de tenerte —me susurró.

—Demuéstramelo —le contesté mordiendo mi labio inferior.

Él sonrió de lado y, sin dejar de verme, me besó. Fue un contacto lleno de deseo y amor, el cual correspondí sin temor.

Estábamos en nuestra cama matrimonial, la cual iniciamos a compartir hace un par de días; sin embargo, no la habíamos usado de esta forma antes. Yoongi no se había atrevido a marcarme y yo no me sentía listo para aceptarlo por completo, aunque ya había confesado mis sentimientos. Por lo tanto, esta sería nuestra primera noche.

Sus manos viajaron por mi cuerpo, llenándome de caricias; sus labios tampoco fueron ajenos, así que besaron un camino desde mi cuello hasta mi abdomen bajo. Su tacto fue tan placentero y su boca tan húmeda que sentí que me derretía entre sus brazos. Entonces, luego un largo jugueteo, ambos nos retiramos nuestras prendas y quedamos expuestos ante el otro.

—Eres precioso —me dijo.

—Lo sé —respondí algo juguetón.

—No sabes cuánto ansío marcarte.

—Solo hazlo.

Sujetó mi cintura y me recostó nuevamente en la cama. Metió dos dedos en mí, pero ya estaba muy dilatado, pues estaba en celo y con el cuerpo ardiendo. Entonces, besó delicadamente mis labios y, posteriormente, entró en mí. Dolió un poco, pero, mientras más se movía, la sensación se volvía más placentera. No pude ser silencioso; gemía y gruñía cada vez que golpeaba cierto punto en mi interior. Quería que fuera más rápido, así que se lo pedí.

—Yoongi... más... —le pedí entre gemidos.

Me escuchó. Sujetó con fuerza mis caderas e intensificó todo; sentía que me rompía y ya no podía pensar en nada más. Todo era él y yo, nosotros, el placer y el amor. Entonces, en el justo momento en el que nos corrimos juntos —él, dentro de mí y yo, en su abdomen—, llevó sus colmillos al lugar preciso y me mordió.

Alfa y Omega, al fin juntos para siempre.

Me sentí tan dichoso de tenerlo a mi lado, de al fin ser suyo para siempre. Fue como si hubiese cerrado un capítulo doloroso de mi vida para iniciar otro, el cual no sería perfecto, mas me haría feliz.

—Te amo, Min Jimin —dijo recostándose a mi lado.

—Y yo te amo a ti, Min Yoongi —respondí.

Entonces, con esa mordida, nuestra verdadera historia de amor comenzó.

«El Omega del Rey» • YOONMIN•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora