Prólogo

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Londres, diecinueve de Abril, 2022.

El pitido de las máquinas se mezcla con el sonido de la lluvia, y aun así hay un silencio casi fantasmal en el servicio. Es esperable ya que no contamos con tantos pacientes como las otras veces, y la verdad es que prefiero esta paz y tranquilidad; había tenido una semana de mierda después de que un hombre entró en un paro cardiorrespiratorio y no pudimos resucitarlo, siendo la primera defunción después de mucho tiempo en mi servicio.

Me froto los ojos, exhausta. Al parecer tomar el turno de veinticuatro horas no fue buena idea. Lo bueno es que luego tendría tres largos días para descansar antes de volver a la misma rutina de siempre.

Son las ocho de la tarde, hora en la que se les daba la comida a los pacientes por lo que mientras ellos disfrutan en lo posible la comida que les proporciona el hospital, yo me encuentro tomando mi café y llenando las fichas clínicas con las evoluciones de los que están bajo mi cuidado.

—Enfermera May —la nutricionista de turno se acerca a mi puesto con una bandeja intacta—. La señorita Maureen no quiere comer, dice que no está de humor.

Reviso el registro de Maureen y suelto un suspiro.

—Es su único momento para ingerir algo antes de su operación de mañana —le digo.

—Me comentó que escuchó una noticia terrible y que se le quitó el apetito —ella se encoge de hombros y me tiende la bandeja—. Dicen que eres buena persuadiendo.

Intercambio mi vista entre ella y la bandeja, posteriormente hacia la puerta de Maureen. Aunque no era mi labor incentivar a que mis pacientes comieran, si tenía la responsabilidad de velar por el bien de cada uno, por lo que tomo la bandeja y me dirijo hacia la habitación 205.

A medida que me acerco a la puerta, escucho una melodía bastante familiar saliendo de ésta. Una vez que estoy cara a cara con la entrada de la habitación, mi corazón se detiene por unos segundos y un nudo se me forma desde lo más profundo de mi garganta apenas reconozco la canción.

Sweet creature, sweet creature
Wherever I go, you bring me home
Sweet creature, sweet creature
When I run out of road, you bring me home.

Millones de recuerdos invaden mi cabeza, todos siendo protagonizados por el rizado de ojos verdes que me enamoró hace mucho tiempo atrás, no solo con su música sino con su tremendo corazón e increíble personalidad.

Y que, lamentablemente, me había dejado ir.

—¿Maureen? —aclaro mi garganta y abro levemente la puerta, encontrándome con la muchacha sentada en el sillón, mirando hacia la ventana mientras Sweet Creature suena de fondo desde el parlante de su celular.

Me acerco con la bandeja en mis manos y la pongo en la mesa. Me percato de que una lágrima descansa en la esquina de su ojo derecho.

—Cielo, me dijeron que no querías comer —trato que mi voz suene comprensiva, a pesar de que la canción me está matando por dentro—. Te recomiendo que lo hagas antes de estar en completa ayuna por tu...

—Se va a casar.

Voltea su rostro para mirarme, su nariz enrojecida y los ojos brillantes por el llanto. Su mano está puesta en su corazón, sus dedos apretando contra la tela de la camisa del hospital. Abro mis ojos en sorpresa y mi cejo se frunce con una mezcla de confusión y pena.

—¿Quién? —me atrevo a preguntar a pesar de que tenía clara la respuesta.

No habla. Alcanza su teléfono con la aplicación de twitter abierta y me muestra la pantalla, una foto de Harry junto a una mujer en una alfombra roja.

"¡Alto impacto! La modelo Britney Jennings le dijo el sí a Harry Styles, ¡mira nuestra biografía para más detalles!"

Siento que mi mundo se viene abajo. Sé que ha pasado muchísimo tiempo desde la última vez que lo vi, desde la última vez que tuve algún tipo de contacto con él. Pero joder, nunca dejé de amarlo, nunca borré de mi mente todos los recuerdos maravillosos que vivimos, todas las veces que me abrazaba y me besaba, todas las veces que decía ser el amor de mi vida, mi alma gemela. Todas las tardes que pasamos tocando guitarra o simplemente disfrutar de la compañía del otro. Todas las videollamadas cuando estábamos lejos y todas las noches en que hacíamos el amor. Todos los momentos en que lloramos juntos y en los que peleamos. Todas las risas y bromas. Todas las veces que me agradecía haberle salvado la vida esa noche de San Valentín y todas las veces que yo le respondía que él fue primero en salvarme.

"Quiero que sepas que fui tuyo, soy y siempre lo seré" fue lo último que me dijo cuando terminó conmigo hace un año atrás, teniendo la excusa de desear lo mejor para ambos. Lo que él no sabía es que él era mi todo y lo deseaba más que nada en el mundo.

—Oh —musito perpleja y trato de batallar las lágrimas para que no salieran de mis ojos. Trago saliva, sintiendo mi corazón romperse en mil pedazos—. Lo siento, Maureen.

—No, yo lo siento —niega con la cabeza y bloquea la pantalla, la música aun sonando por la bocina del teléfono—. eras la favorita de todas.

***

Nota: aquí les tengo una nueva propuesta, eso si de Harry famoso :) Quiero aclarar que cualquiera sea la personalidad que le dé en esta historia, no es como realmente es (aunque a veces me gustaría que fuese así, pero uno nunca sabe). Espero que este pedacito les haya llamado la atención, muero por seguirla para que conozcan más así que estaré esperando sus votos y comentarios para ver si es de su agrado <3

Sincerely, yours » h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora