El inicio
Enero de 2016
Sería fácil decir que mi vida empezó un 8 de abril de 2007, pero siento que empezó mucho después. Para ser más específica, voy a narrar mi vida a partir de momentos que me marcaron para siempre. Empecemos por lo primero que recuerdo.
Viví por mucho tiempo en la casa que parecía ser de mis abuelos. Vivía con mis tías, mis primos y mi mamá. La casa en la que vivíamos era un PH. Consistía en un patio que tenía habitaciones a su alrededor. Era un ambiente tranquilo en el que me sentía muy cómoda. Siempre estaba rodeada de chicos jugando, haciendo ruido y tirando juguetes por todos lados. Éramos muchos, una de mis tías, Verónica, tenía 9 hijos. Hombres y mujeres de distintas edades. Mi otra tía, Lourdes, tenía una única hija más chiquita que yo, súper tranquila, tenía una melena rubia larguísima, unos ojos azules que encandilaban y una mirada profunda con la que te penetraba.
Mis tías, junto con mi mamá, a pesar de no parecerse mucho físicamente, tenían algo en común: las tres eran madres solteras. Supongo que por eso vivían todas juntas.
Hace más de 10 años todas dejamos esa casa. Tomamos caminos diferentes y no supe más nada de nadie, lo que parecía ser algo temporal, fue para siempre. O bueno, para siempre... hasta ahora.
Vivimos un tiempo en una casa tomada. Al principio, todo iba bien. Iba al colegio y tenía una casa donde vivir, como era chica ignoraba muchos de los problemas a mi alrededor, como, por ejemplo, el hecho de que mi mamá era alcohólica y drogadicta. Salía con un hombre con el que compartía sus vicios: Beto. Era un hombre corpulento, morocho, con una panza redonda. Tenía una personalidad muy peculiar, tal vez por efecto del alcohol. Cuando tomaba era muy agresivo, y si no dormía, le pegaba a mi mamá. Cuando discutían, nos echaba a la calle. Por lo menos fue así por unos meses. De un día para el otro, lo encontramos tirado en el piso. Estaba acostado de perfil, sin remera y en short. Tenía los brazos cruzados como si hubiese sido consciente en aquel momento de que tenía frío. Me acerqué y lo toqué. Su cuerpo estaba helado.
La ambulancia y la policía tardaron tan sólo unos minutos en llegar. Lo examinaron y el resultado fue certero: había muerto de un ataque al corazón.
No podía creer como, de un momento a otro, una persona podía dejar el mundo tan rápido. El hecho de morir sin siquiera saberlo me parece horrible. A pesar de ser una persona que no era de mi agrado, me dió pena que no haya podido despedirse o disculparse por todo lo que había hecho.
Lo enterramos y tiempo después tuvimos que dejar la casa. Nos dieron plata para que nos fuésemos y nos alojamos en un hotel en el que pagábamos la noche, para meses después, terminar en la calle. Pasábamos los días pidiendo monedas y las noches durmiendo en la calle. Si hacía mucho frío, dormíamos en algún Hospital cercano.
Recuerdo una vez estar durmiendo en la calle, cuando empezó a llover torrencialmente. Era una noche fría, pero teníamos frazadas para taparnos, así que no sentíamos el frío. Cuando empezó a llover estábamos las dos dormidas, pero yo me desperté. Resulta que tengo el sueño muy liviano, me despierto por cualquier ruido, por mínimo que éste sea. Me sentí muy bien, aunque parezca raro. Ese día descubrí que la lluvia me daba paz.
Mi relación con mi mamá era muy buena, nos llevábamos muy bien, razón por la cual no recordaba a mis abuelos ni a mis tías ni a mis primos. Nunca se me cruzó por la cabeza preguntar por ellos o que había pasado. Yo era muy tímida, siempre iba pegada a ella y, si la perdía de vista, me desesperaba. Dependía de ella al 100%. A pesar de ser tímida, era muy madura para mi edad, sabía que alcoholizarse no estaba bien y le pedía que no lo hiciera. Ella intentaba. Pero su vicio era más fuerte y siempre terminaba haciendo lo que no debía.
Pasábamos los días en esta rutina constante, hasta que un día se nos acercó una mujer y nos informó sobre un lugar donde podíamos estar las dos juntas. La seguimos hasta una oficina donde mi mamá hizo unas declaraciones y, horas más tarde, me había dejado en un hogar.
-Mañana temprano te vengo a buscar- dijo. Y yo le creí. A pesar de creerle, no podía soportar la idea de estar sin ella, tenía miedo. Lloré hasta dormirme.
Este hogar era enorme, o al menos así lo recuerdo. Tenía un jardín que estaba enrejado, donde jugábamos con los chicos todo el día. Era un hogar de varones y nenas.
A la mañana siguiente mi mamá no fue a buscarme, pero yo no estaba preocupada porque sabía que me iba a ir a buscar, después de todo...lo había prometido. Esperé, esperé y esperé, pero nunca más volvió por mí, y nunca más volví a escuchar su voz o a saber de ella. Qué loco, ¿no? Como con el pasar de los años uno va olvidando cosas que le parecen importantes... como uno se olvida de todo aquello que en algún momento especifico de su vida, juró no poder soltar. Todo aquello con lo que uno jura no poder vivir si llega a perderlo. Y eso me paso a mí. Jamás imaginé que podría olvidar la voz de mi madre, sus manos, el olor que desprendía su pelo... y la forma de su cara que permanece en mi memoria cada vez más y más borrosa. Su forma de ver las cosas, su forma de actuar y de sentir. Qué loco, ¿no? Que el tiempo logre llevarse consigo no sólo el dolor sino también los recuerdos, todo aquello que te hacía sentir vivo en una cierta etapa de tu vida... todo aquello que jurabas nunca poder olvidar, ni querer olvidar...
¿Y qué me queda ahora? Si ya no puedo recordar todo aquello. Si ya no sé cómo seguir ni por qué seguir...
No tengo recuerdos de haber vuelto a llorar, de hecho, me adapté muy bien al hogar y me hice amiga de todos. Como el patio tenía rejas, si te hacían "piecito" podías salir a la calle. Y eso, lo que parece imposible, pasó. Llegó el día en el que uno de los chicos quiso irse. Algunos chicos le hicieron piecito y lo ayudaron a huir.
¿Acaso tuvo la oportunidad de volver al hogar? ¿Lo encontraron y lo llevaron de vuelta?•Hola! Si es la primera vez que pasás por acá (o la segunda🙄) contame qué te pareció éste capítulo•
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El arte de la desobediencia
Gizem / GerilimÁmbar es huérfana de madre e intenta sobrellevar de la mejor manera posible la relación con su padre, aunque es adolescente y éste no es un hecho menor. Atraviesa a su vez, un suceso traumático que cambia su vida para siempre y comienza a cuestionar...