Peter no lo podía creer.
Después de aquella escena en la que la camarera le hizo una acción de conquista, decidió cargar a Lali. Estuvieron aproximadamente una hora riéndose -o quizá sólo Peter se reía- porque Peter le decía que estaba celosa.
Lali sabía detectar bien los celos. Y lo que había sentido en ese momento lo eran. La cuestión era saber -o poder- decirlo en voz alta. Igualmente, ese sentimiento no la preocupo, pues, no eran celos de amor, más bien eran celos sexuales -o eso quería creer-
Peter no podía creer el momento por el que estaba pasando; después de la cena, en la que se conocieron más, tanto privadamente como la personalidad de cada uno, habían ido al hotel de Peter y habían tenido sexo desfrenado. En miles de posiciones. Ella arriba y el abajo. El abajo y ella arriba. El contra la pared. Ella contra la pared. En el piso y en el diván. En miles de formas. Rápido y duro. Lento y suave. Ahora los dos estaban acostados y relajados en la king con sábanas blancas. El piso de porcelanato de mármol blanco estaba cubierto de sobres de aluminio.
Las sábanas estaban revueltas igual que sus piernas. Las fuertes y largas piernas de Peter estaban entrelazadas junto con las cortas y tonificadas de Lali -y las sábanas-.
Peter tenía la cabeza apoyada en la almohada y Lali en su duro pecho. Un brazo de el estaba envuelto en el el cuerpo de Lali y sus dedos trazaban líneas de arriba abajo en la columna vertebral de Lali, lo que la hacía estremecerse.
Lali tenía un brazo de ella arriba de la estrecha cintura de Peter y la otra por abajo de su espalda para juntar ambas manos en un costado de el. Lo estaba sosteniendo fuerte, como para que no se escape.
Porque no quería que se escape.
Estaba cómoda y tranquila así; no estaban hablando ni estaban teniendo sexo. Solo se escuchaban sus pausadas respiraciones y poco más se podía escuchar los pensamientos de cada uno.
Temía que el se escape como lo había hecho la primera noche. No quería que se escape. Se sentía cómoda con el. Relajada. Sin presiones. Estaba bien. Lali siempre creyó que la felicidad eran pequeños momentos. Y aunque parezca loco, ese era uno. Estar envuelta en los brazos de un hombre. Que aunque no conocía, lo conocía lo suficiente como para saber que le gustaba -en primera etapa- . Y aunque tenía miedo de lo que podía llegar a pasar, la colonia de Peter le hacía olvidar sus preocupaciones callando a la baja vocecita que le decía que no era un buen camino.
Peter también estaba hundido en sus pensamientos. Es que estaba raro, si esa era la palabra correcta. Y no sabía cual era el motivo, no porque no los había. Porque eran demasiados. Una mujer lo rechaza. Esa misma mujer logra que un día no tenga sexo. La misma le hace sentir la necesidad de volverla a ver. No una vez más. Cuatro veces más. Obvio que las salidas, porque la cantidad de sexo que habían tenido, era incontable.
Le había pedido su numero y tenía la necesidad de conocerla. La necesidad de saber porque le agarro un trance la primera vez que lo iban a hacer. La necesidad de saber porque Eugenia era tan cuida.
Otro motivo era que estaba acostado en la cama con ella. Sin sexo. En silencio. Sin. Siquiera. Una. Insinuación. Y lo peor de todo esto, era que no le molestaba en lo más mínimo, no le molestaba estar así y no le molestaba conocerla. No le molestaba saber que pasaba por su mente o saber sobre su pasado. No le molestaba su presencia.
No le molestaba ella.
Y eso si le molestaba, le molestaba que nada de eso le moleste. Lo asustaba. Porque se sentía cómodo así. Era la primer mujer con la que había compartido las sábanas y la primera con la que se hacían caricias casuales en los pies y piernas.
— Debe ser Euge. -dice Lali-
El sonido del celular de Lali que indica que le llego un mensaje interrumpe los pensamientos de ambos.
Lali se levanta por encima de Peter para agarrar su celular que está de su lado y el, cómo es, el, cuando Lali se inclina, le atrapa un pezon suavemente con sus dientes, le traza la aureola al rededor de este con su magnífica lengua y finalmente succiona el pecho entero. Lali gime. Peter rie.
— ¿Pasa algo? -Pregunta Peter-
— No, no. Queria saber si iba para allá a ver si me esperaba despierta o que, siempre nos esperamos. Así que de paso, supongo que ya...me tendría que ir yendo.
Y Peter por dentro grita que no. Y Lali grita que le diga, que no.
— Quedate. -dice de repente-
Lali lo mira confusa con el ceño fruncido y el realiza la misma acción porque no sabe en qué momento su cerebro dio la indicación de que haga eso.
Pero Peter nunca se arrepiente, no porque tenga el ego más alto que el Empire State, sino porque no se arrepienta de lo que la gente llama errores, aprende. Porque si no se hubiera equivocado no hubiera sabido que para la próxima tiene que guardar su lengua.
Entonces se hace cargo.— Quédate. -repite- Va, si queres.
— ¿Me decis en serio?
— Si, ¿porque no?
— Me gusta sentir este poder.
— ¿Que? -Peter mo entiende y Lali rie-
— En todas las cenas que tuvimos me recordas que nunca dormís con chicas. Así que yo tengo el poder de que lo hagas.
Y Peter rie pero no contesta porque sabe que tiene razón pero no se va a mostrará así de vulnerable delante de ella.
Se volvieron a acostar. Al ser las doce de la noche, apagaron todo y se acurrucaron en la misma posición que antes.
Los volvió a inundar los pensamientos, pero, esta vez, sin diferencia. Los pensamientos de ambos eran; ¿que va a pasar mañana en el trabajo? ¿que nos pasa? ¿porque sentimos que estamos conectados? ¿estará bien que nos descubramos? ¿que nos conozcamos? Y llegaron a la misma respuesta; no sabían que era esto que eran esos cuatro días que habían pasado juntos y que no se podían sacar de la cabeza pero si sabían que no querían que termine, de ninguna manera.
A Peter le gustaba Lali. No la quería y mucho menos la amaba, pero le atraía y su personalidad también. Y eso le aterraba. Pero también ese miedo, esa adrenalina de saber que estaba haciendo las cosas mal, le gustaba, demasiado. Se quería alejar, porque tenía muy claro, que si dejaba que ambos se conozcan en preofundiad la podía querer. Porque Lali era una persona querible. Amar no. No. No. No pensaba volver a arriesgarse a aferrarse tanto a alguien como fue con su hermana, Rocio. No podía volver a soportar no tener el control de lo que pasa, era muy complicado, pensaba Peter.
Pero estaba muy equivocado. El amor no es complicado, es más simple de lo que creemos, sino ¿Porque cuando somos chicos nos enamoramos y lo decimos en la cara? Porque el amor es fácil, no tiene dificultades, no se rema, no se busca, no se ruega. El amor llega y está, es más fácil de lo que creemos, pero como somos humanos adultos, lo complicamos nosotros; con nuestras inseguridades, con nuestros que puede pasar, con nuestro pasado porque creemos que el pasado nos persigue. No. Nosotros perseguimos al pasado. Hay que soltarlo y saber que solo existe el presente. Ni siquiera el futuro, porque no sabemos si mañana vamos a estar o no. Solo existe el presente, el ahora. Estamos ahora, acostados, acariciandonos, sintiendo la respiración del otro, y eso es simple. No hay dificultad en eso.
Bueno, ya les había dicho que estaba complicada por eso tarde akskaj pero acá está otro cap. Me voy a fijar si ahora puedo subir otro, espero q les guste 🤍🤍🤍
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Learn to love
FanfictionEl aleman frío y lastimado dueño de la empresa de autos Daimler toma a Mariana Esposito de secretaria; argentina, cariñosa y lastimada también. ¿Podrán mantener el trabajo alejado del sexo? O peor aún, ¿El sexo alejado del amor? [la novela antes se...