Capitulo 18: Amor

1.7K 52 11
                                    

Lali se levantó de la larga siesta cuando siento o caricias en la cara que ya sabía de quienes eran.

Después de esas declaraciones, los dos se durmieron, abrazados, acurrucados en la gran cama de Peter. Hasta ahora. Que Peter se levanto porque la mamá iba a llegar en una hora y decidió levantar a Lali porque quiere arreglar un par de cosas.

— Buenas tardes. - y sonrió, de costado,
como le gusta a Lali-

— Buen tardes, Pitt. -le devolvió la sonrisa porque con el siempre es así-

Con el siempre sonrie, se ríe, se enoja, se divierte, se excita. No hay momento que la pase mal, las peleas no existen, solo besos y risas.

— En una hora llega mi mamá y te levanté porque quizá te querías despabilar.

Ajá. Imagíname a mi diez minutos antes levantada. -ambos rieron-

Porque Lali necesita tiempo para saber su nombre y donde está parada. Se podría decir que no le gusta despertarse de su sueño y más si este incluye brazos grandes abrazándola y una colonia riquísima.

— ¿Te vas a bañar?

— Me voy a bañar. -y volvieron a reír porque lo único que puede hacer Lali ahora es repetir lo que dice el otro-

Se levantó de la cama con la remera de anoche de Peter y tomó camino para entrar al baño de la habitación pero se frenó cuando sintió su voz atrás.

— La.

Se dio media vuelta para mirarlo sentado en donde ella estaba acostada hace unos segundos.

— Te quiero.

Sonrió ante la repentina muestra de afecto.

— Yo también te quiero.

El sonrió porque nunca se va a cansar de escucharla decir esas palabras. A él.

Lali entro a la ducha caliente y los pensamientos la inundaron.

¿Está bien? ¿Le tendré que contar sobre Mariano? ¿Entenderá sobre Mariano?

Mariano.

Mariano Martínez.

O mejor.

Mariano Hijo De Puta Martínez.

Porque así era.

A los veinte años Lali tenía un novio, Mariano. Llevaban juntos tres años. Desde cuando ella teñí diez y siete y el treinta y cinco. Porque así es, se llevaban diez y ocho años. Pero Mariano no parecía de esa edad. Mierda. Para nada.

Una altura común; un metro sesenta. Ojos celestes asomando un atractivo verde. Labios demasiados finos para ser real, una perfecta nariz larga y respingada consecuencia de su cirugía que vaya uno a saber de que precio. Su mandíbula marcada por inyecciones y sus anchos hombres y vientre duro producto de sus proteínas.

Lali frunció el entrecejo al acordarse de su cara y de lo que se había enamorado.

Mariano tenía un atractivo que enamoraría a cualquier chica menor. Como no, cumplía con la gran mayoría de los estereotipos y al conocerlo muestra una personalidad agradable.

Tres años habían estado de novios.

Tres.

No magníficos como las tres semanas con Peter.

Ojalá.

Horrorosas.

Tóxicas.

Celosas.

Learn to love Donde viven las historias. Descúbrelo ahora