10 ✝ TEMPO PERSO (+18)

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El momento fue muy incómodo para perpetuarlo por mucho más tiempo, por lo que nos quedamos sentados en un completo mutismo uno junto al otro en esa gran cama matrimonial en la que duermo plácidamente cada noche. Me concentro en reprimir mi impulso de idiotez y esperar a que se vaya, es lo más sensato si soy honesta.

Obviamente, debería...

—Bésame —exijo de repente y si, hola impulso de idiotez.

Guio mis ojos hacia su dirección y lo noto viéndome ya, tiene una cara tan propia de confusión, más bien de duda, como si no entendiera porqué le digo eso y yo la imito sin vergüenza alguna, no sé qué me pasa.

—¿Por qué me lo pides? —Es lo único que sale de su boca, suspiro queriendo ni siquiera plantearme porqué quiero que me bese de maneras tan indecentes en este momento, no quiero que me pregunte nada, joder. No quiero pensar en todo lo que me impide en una situación razonable pedir esto.

No puedo responder, ni decir una palabra más, fuera de la petición. Solo me le acerco sosteniéndole el rostro con rapidez mientras él se me pega al cuerpo con la misma velocidad y me parece confuso eso de sonar extrañado y luego ser lo suficientemente descarado para no oponerse. Nuestros labios comienzan a danzar en un ritmo húmedo y apasionado mezclado con el sabor a alcohol, maldigo el día en que este hombre me besó por primera vez, que me tocó como si le perteneciera o tal vez el día en que sus ojos se cruzaron con los míos, quizás fue ese día.

Pero eso ya no importa, no importa cuanto desee detenerme o cuanto le pida al cielo ser razonable como siempre o recordar todo lo malo que he pasado por su culpa, o pensar en el simple hecho de quien es él. Me conozco, soy el tipo de persona que es completamente racional, pero cuando es impulsiva es completamente irracional, soy incapaz de reaccionar a este punto porque ahora esto me intriga mucho más de lo que podría asustarme.

Mientras su lengua invade mi boca con imponencia, sus manos recorren mi cuerpo de una forma tan lenta y suave al tacto, pienso en lo mucho que estaba deseando esto, se me eriza la piel, de verdad, es lo único que estoy dispuesta a pedirle desde que lo conozco; que me bese, me desnude y me folle hasta que se me olvide que lo odio, que me asusta o que me genera ambas cosas. Solo quiero eso en estos momentos y no pienso impedirme hacerlo, me siento cegada por el deseo, completamente cautivada por el olor a alcohol que desprende junto a su loción masculina.

Le desabotono la camisa mientras sus ojos azulados permanecen sobre la acción que estoy realizando, me genera nervios su mirada, parece pensativo, parece sumido en su mente.

—¿Qué pasa? —interrogo en un tono bajo— Si no quieres, está bien...

—No es eso, siento una especie de culpa —forma una sonrisa y entrecierro los ojos— No importa, no tiene que ver contigo, es sobre otro problema...

Apego su cabeza a mi pecho acariciándole el cabello con lentitud, me abraza suspirando con fuerza y frenético comienza a dejar besos húmedos sobre mi cuello. Paso mis manos por su pecho haciéndolo alzar la cabeza y quisiera decir que esa expresión que tiene mientras respira rápido no me genera escalofríos y humedece mi interior, pero mentiría. Me voy contra sus labios reclamándolos como míos por esta noche, como míos hasta que deje esta habitación y todo vuelva a ser como siempre.

Me separo para desabrocharle el cinturón y al mirarle me paralizo, forma un gesto que me hace sudar, parece preparado para esto, parece excitado, se ve sonrojado, se ve...

—¿Tienes... —No me deja terminar la frase cuando me muestra un empaque de preservativos que lo confirma.

Sonríe y no es una sonrisa alegre, es una pretenciosa, ganadora, segura. Rápidamente baja su cabeza hacia mis piernas empujándome contra el colchón y no creo lo que piensa hacer, proceso las cosas unos segundos mientras me desabrocha el botón del vaquero y baja el cierre.

Sangre De Cenizas © [Resubiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora