Iria era una universitaria como cualquier otra, completamente normal a ojos de los demás. Algo que la destacaba era que nunca se había metido en un solo lío, hasta esa noche.
De un día para otro, estaba en una fábrica de peleas clandestinas con su m...
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Cinco años después...
Lucas
El sonido del despertador analógico resonó por toda la habitación con su estruendoso y potente pitido. Sentí un manotazo en el estómago que terminó de despertarme y me incorporé en la cama.
—Joder, Pepitas, ya voy.
—Siempre tardas dos horas en apagar el maldito despertador y ese infernal sonido va a acabar por despertar a...
Los llantos de una niña de siete meses atravesaron las paredes de nuestra habitación y oí a Iria maldecir por lo bajo. Resopló antes de sentarse en la cama y agarrar su bata rosa de mala gana. Aun con el pelo enmarañado como si una bandada de pájaros hubiera anidado en él todo el invierno y con unas bolsas enormes bajo sus amplios ojos avellana, me parecía tan hermosa como el primer día que amanecimos juntos.
—Tú, a por Helena —ordenó—; yo, el desayuno.
—A sus órdenes, mi capitán.
Iria me miró con cara de pocos amigos y entendía el porqué. La pequeña Helena se despertaba con hambre de madrugada y hoy le había tocado a su madre levantarse. Estábamos comprometidos a ir un día uno y otro día otro, aunque la mayoría de las veces iba yo, pues Iria trabajaba bastantes turnos de noche en el hospital y me tocaba a mí hacerme cargo de los niños a tiempo completo. Cuando abrió la puerta, se encontró una sedosa cabellera rubia de ojos azules y pecas repartidas como estrellas por todo el pequeño rostro de quien la miraba con una sonrisa.
—¡Buenos días, mami!
Ante los buenos días de su pequeño Tyler poco podía hacer para mantener su mal humor. Una hermosa sonrisa reemplazó al sueño y el enfado que tenía y cogió al pequeño de cuatro años en sus brazos.
—Buenos días, mi Ángel —dejó un besito cariñoso en la frente del niño antes de dejarle sobre nuestra cama, a la que difícilmente podía subir debido a su corta altura—. ¿Has dormido bien?
—Sí, mami, pero Helena me ha vuelto a despertar esta noche.
—Hablando de tu hermana, aún veo a tu padre metido en la cama, ignorándome. —Por su tono supe que ya era hora de levantarse o empezaría a chillar como la desquiciada que me volvía completamente loco.
—Papá, mamá te va a regañar otra vez —dijo Tyler, conteniendo una sonrisa.
Yo desplacé las sábanas por mi cuerpo hasta retirarlas del todo y me senté en la cama perezosamente para vestirme, pero no me dio tiempo a ponerme una camiseta antes de que mi insistente mujer tirara de mi brazo y me empujara hacia la habitación de mi pequeña. Abrí la puerta y allí encontré a mi princesa, que lloraba sin descanso sumergida en un mar de lágrimas.
—Pero ¿qué te pasa, mi niña? ¿Tienes hambre? —dije, cogiéndola con delicadeza por debajo de las axilas y acunándola en mis brazos con suavidad para calmar su llanto—. Ya está aquí papá, no llores más.