SophiaHannah y yo estamos ya casi llegando a casa, a pesar de que el médico que nos atendía nos dijo lo contrario, en cuanto terminaron las pruebas y nos dieron los resultados, nos dejaron irnos.
Lo que tiene no es muy grave, le han diagnosticado Diabetes Tipo I, pero es bastante leve, por lo que, si le ponemos la insulina en el momento que lo necesita, no tendríamos por qué volver a tener un susto como este.
Le mandé un mensaje a Adam diciéndole que ya estábamos saliendo del hospital, pero no me ha respondido.
Espero que no hayan quemado la casa con ellos dentro.
A Hannah no le gustan nada los hospitales, por lo que ha estado quejándose y llorando durante todo el tiempo que hemos estado allí. Ha acabado tan cansada que se quedó dormida justo cuando la puse en el portabebés del coche.
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Abro la puerta de casa con Hannah en brazos y, al mirar hacia el salón, la imagen que veo me dejada plantada en el sitio.
No de una forma mala, sino en la forma mejor y más bonita del mundo.
No es la imagen de una casa quemada, definitivamente.
Lo que veo en el sofá, es a Harry dormido en él. Pero no cómo hace todas las tardes, viendo la televisión y recostado sobre un cojín.
Harry está recostado sobre el pecho de Adam, quien también está dormido.
Sus respiraciones están acompasadas y tranquilas y, al fijarme mejor, veo que la mano de Adam reposa sobre la barriga de mi hijo, en una posición muy protectora.
Sin darme cuenta, comienzo a imaginar una vida con Adam en nuestra familia, acostando a los niños juntos y jugando con ellos.
Como una familia completa y unida.
Vale, Sophia, para.
Esto no está bien, puede que Adam quiera estar en la vida de los mellizos, pero no en la tuya, él no quiere una relación contigo.
Solo tenéis dos hijos en común, nada más.
Eso ha tenido muy poca lógica.
¿Por qué estás pensando tantas estupideces?
¿Y por qué quieres tener algo con Adam?
Necesitas ubicarte, y rápido.
Cuando conseguí salir del desastre que tenía por cabeza, me di cuenta de que Adam se había despertado y, con cuidado de no desvelar el sueño de Harry, se estaba levantando y viniendo hacia nosotras.
-Ey, hola, ¿qué os han dicho?¿Qué tal está?
El tono preocupado con el que lo decía por poco me derrite por dentro.
¡Céntrate, estúpida!- me grita la vocecita de mi conciencia
-E-eh, ya está bien, nos han dicho que tiene Diabetes Tipo I, pero no es tan grave.
-¿Qué? Pero eso sí que es grave.
Haz el favor de quitar el tono de preocupación si no quieres que se me caiga la niña al suelo, por dios.
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Aquella Noche Borrosa
RomantikCuando Adam volvió a la ciudad donde nació y encontró aquel niño pequeño buscando a su madre y su hermana, no esperó que pasara lo que pasó, no se imaginaba lo que aquello podía significar y, definitivamente, no contaba con lo mucho que su vida camb...