AdamVuelvo a repasar mentalmente todo lo que he organizado para esta noche.
No quiero que nada salga mal, sé que esto es especial para Sophia y quiero demostrarle que puede estar cómoda y feliz teniéndome al lado, así que esto tiene que, prácticamente, cambiarle la vida.
Bueno, a lo mejor no tanto, pero tiene que quedarse muy impresionada.
Después de asegurarme por sexta vez de que todo va a salir perfecto, decido empezar a pensar en qué ponerme.
Sophia ya me ha llamado para decirme que los mellizos están con su hermano y preguntarme que debería ponerse.
Le contesté que llevara algo sencillo, ya que no vamos a ir a ningún sitio demasiado elegante.
Preparando esto, me he dado cuenta de lo poco que la conozco. He tenido que preguntar a todos sus familiares por datos sobre sus gustos para hacerme una ligera idea de lo que podría querer para esta noche.
Después de mucha investigación, saqué en claro que prefiere una cena cómoda y con privacidad que ir a un restaurante ridículamente caro; y que es bastante sencilla, donde más feliz se encuentra es entre amigos o familia haciendo cosas como jugar a juegos de mesa.
Obviamente, yo no podía ponerla a jugar juegos de mesa si quiero provocarle las sensaciones que me describió ayer, así que decidí coger la sencillez que disfruta y llevarla a un nivel que fuera aún cómodo para ella pero que lograra sacar ese sentimiento que había olvidado cómo expresar.
A pesar de lo mucho que he pensado para planificar esto, no estoy seguro de que pueda conseguir hacerla disfrutar al máximo, al fin y al cabo, yo tampoco he sentido esa adrenalina en mucho tiempo y temo que pueda haber organizado algo tremendamente aburrido para ella.
Y cómo no podía ser de otra manera, estoy nervioso.
Sophia despierta sensaciones en mi que no deberían estar ahí. No está bien, es injusto para ella y para los niños.
Así que lo único que puedo hacer es bloquear mis sentimientos, voy a pasar esta noche con ella para hacerla feliz y luego vamos a seguir con la relación que teníamos hasta ahora.
Opto por ponerme un jersey no tan casual como los que llevo normalmente y unos vaqueros negros. Fui a buscar toda mi ropa y mis pertenencias a Las Vegas hace unos días, pero no se lo he dicho aún a Sophia, es parte de la sorpresa.
Reviso tener lo que necesito en mis bolsillos y, una vez asegurado, salgo de casa.
Cojo el coche, que he tenido que pedirle prestado a mi madre porque el mío sigue en Las Vegas, y me encamino hacia casa de Sophia para recogerla.
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Cuando llego, le mando un mensaje para decirle que estoy fuera y la espero unos minutos más.
Pasados unos 5 minutos, veo que la puerta de su casa se abre y al mirar hacia esa dirección, la veo.
Está preciosa. Lleva un vestido rojo con pequeñas flores blancas que le hace juego con el pelo color naranja. Es un vestido algo infantil, pero que puesto en ella se ve de todo menos aniñado.
Por no decirlo sin respeto.
Lleva el pelo como siempre, con esos rizos, prácticamente ondas, que le llegan por debajo de los hombros y hacen que sus ojos verdes brillen aún más.
No tengo tiempo de examinar nada más porque entra en el coche y me saluda alegremente:
-¡Hola!
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Aquella Noche Borrosa
RomanceCuando Adam volvió a la ciudad donde nació y encontró aquel niño pequeño buscando a su madre y su hermana, no esperó que pasara lo que pasó, no se imaginaba lo que aquello podía significar y, definitivamente, no contaba con lo mucho que su vida camb...