Capítulo 22

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Adam

Me despierto con el estridente sonido de la alarma del teléfono, chocándome con los rayos de sol que entran por la ventana.

Eso de levantarse sin alarma a la hora que me viniera en gana era demasiado bueno.

Voy a la cocina rápidamente, lleno una taza con leche y café y la meto al microondas mientras me quedo medio dormido mirando un punto fijo en la pared, con el ruido del microondas de fondo.

El pitido que anuncia que el microondas ha parado me despierta de nuevo y saco la  taza para bebérmela.

Mientras lo hago, pienso en lo que pasó el viernes.

Después de que Sophia me contara quién era Ross y todo lo que pasó con él, nos quedamos abrazados y en silencio durante 10 minutos. Parece que le hemos cogido el gusto a eso de estar abrazados y en silencio. No me pienso quejar.

Después, me pidió que me fuera a casa porque le gustaría estar sola, así que me fui al apartamento y recogí lo que dejamos la noche anterior.

Unas horas más tarde, me mandó un mensaje que decía que si quería tomar un test de ADN para corroborar que yo fuera el padre, podía hacerlo sin problemas y ella no tendría nada en contra. Pero le dije que no. No tengo ninguna duda de que esos niños son míos, simplemente por cómo se ven. Además, tampoco me importaría si yo no fuera verdaderamente su padre biológico. He pasado tanto tiempo con ellos, que no podría imaginar mi vida separado de ellos. Soy su padre. Y no hay más que hablar.

Hoy es un día emocionante. Voy a llevar a los niños al colegio por primera vez y, aparte de emocionado, estoy muy nervioso. Como si eso no fuera lo normal en mí.

Por fin han traído mi coche de Las Vegas y toda mi ropa está ya colocada en mi armario, así que puedo definitivamente decir que vivo aquí.

Cuando termino el café, me pongo unos vaqueros y una sudadera y bajo a la calle para subir en mi coche e ir hasta casa de Sophia.

Mi coche es bastante grande, así que no he tenido que comprar nada más grande para que los cuatro quepamos perfectamente en él. Ver los asientos de niño en la parte trasera del coche me hace extrañamente feliz.

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Llegó a casa de Sophia y espero a que Harry, Hannah y ella salgan de ella.

Unos minutos más tarde, veo la puerta abrirse y a Hannah salir corriendo llevando con dificultad una pequeña mochila en su espalda que bota con los saltos que la niña va dando.

Cuando me ve, sonríe con alegría y avanza hasta el coche para que la reciba.

Bajo y le doy un abrazo mientras ríe y me abraza con fuerza.

-¿Me has echado de menos?

-¡Sí!

Llevo dos días sin verlos ni por un momento, que puede no parecer mucho, pero para mí, que no he estado sin verles ni por un día desde que los conocí, se ha hecho larguísimo.

Después, Sophia sale de casa con Harry en brazos, y yo me preparo para la habitual tensión que hay entre nosotros después de cada encuentro.

Pero cuando me mira, no hay incomodidad, ni siente ganas de mirar hacia otro lado, solo me mira a los ojos y me sonríe con alegría. Yo le respondo de igual manera, llenándome de felicidad, porque por fin siento que nuestra relación está mejorando. Esta mujer me gusta muchísimo. No solo por el hecho de que sea la madre de mis hijos, hay algo en ella que me hace sentir la necesidad de hacerla feliz. Ayer, cuando la vi tan preocupada por lo de Ross, lo único que quería era encontrar la manera de quitarle el gesto atormentado de la cara y, simplemente abrazándola, hacerla sentir mejor.

Aquella Noche BorrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora