Capítulo 1

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La vida da muchas vueltas.

Iba tarde, muy tarde.

Me había pasado toda la maldita noche estudiando para el examen de álgebra. Quizá fuera el mejor de la clase, pero ese primer lugar se debía gracias a horas de interminable estudio, y el autocontrol no era algo que manejara muy bien.

Y los errores inundaban mi día a día. Apenas sonó el despertador, lo apagué de golpe para tener 5 minutos más. Si existieran las maquinas del tiempo cual televisores en casa, habría regresado en el tiempo para darme un buen golpe y decirme que despertara de una buena vez y de esa forma no solo llegar a tiempo, (sin sudar) a mi primera clase del día, sino que también habría podido evitar aquel incómodo encuentro con mi padre en el comedor. Pero no siempre puedes evitar ver a alguien con quien vives, desgraciadamente.

Mientras corría frente a la casa del señor Sullivan, hermoso jardín con preciosos abedules frondosos, (pero terrible dueño), me preguntaba cómo podría cuidar tan bien de ese jardín con tremendo carácter. Al sentir su mirada desafiante en la espalda, decidí prestar atención al frente mientras me apresuraba y concentrarme en llegar a tiempo.

Ya faltaba poco, cinco cuadras más, cinco cuadras más, sentía el típico ardor en las pantorrillas y la dificultad para respirar al correr. Aunque vivía relativamente cerca a la escuela, pero siendo honesto cualquier maldita cosa estaba cerca en un diminuto pueblo como este, mentiría si dijera estar en forma, e incluso estás pequeñas carreras me agotaban fácilmente. Sin contar que mi asma podría causarme represalias más tarde.

Justo cuando estaban por cerrar la puerta logré pasar. Jadeando y bañado en sudor, le agradezco al portero por no cerrarme la puerta en la cara, sin embargo escucho otra voz detrás de mí agradeciéndole también. Apenas si logro ver su espalda antes de que me rebase y se desvanezca por el pasillo. No logré verle la cara, pero por su altura y esa maraña negra de cabellos negros debió ser uno de los amigos de Robert, un dolor de cabeza. Y es que todos en ese grupo se parecen, no sé si sea cuestión de imitación subconsciente, o si para entrar a su secta debas ser de 1.80, guapo y con estilo de presuntuoso. Y no, no era algo que me molestara, a fin de cuentas siempre había sido de los olvidados e insignificantes. Pero de vez en cuando los de su calaña se metían conmigo o mis amigos, especialmente Robert.

Recorrí uno de los pocos grandes pasillos en la escuela hasta finalmente llegar al aula de la temible profesora Heifer. Para mi suerte, que rara vez era amable conmigo, la profesora aún no llegaba. Apenas crucé el marco de la puerta cuando unos delgados brazos me asaltaron.

—¡Drake! ¡Llegaste! —canturroneó mi castaña amiga.

—Sí, Sofía. ¿Qué te he dicho sobre gritar obviedades? — Pregunté sarcástico a lo que ella torció los ojos.

—¡Aburrido ratón de biblioteca! — Resopló. Acto seguido, sus ojos se volvieron a iluminar tras ver a alguien. Esta chica era bipolar a veces. —¡Sam, llegaste!

Gritó justo antes de abalanzarse sobre a mi amigo.

—¡Basta! Eres brusca —se quejó Sam—. Hola Drake.

—Hola Sam, ¿que tal fue la ida de compras con tu hermana?

—Pues...

Contestó con un rostro lleno de desesperación frustrada, al parecer recordando algo, a lo que Sofia y yo reímos.

—¿Tan mal te fue? — Sofía preguntó divertida.

—¡No sabes cuánto! — contestó Sam, en lo que entrábamos al salón y nos acomodabamos en nuestros asientos. Sofía se sentaba hasta el fondo atrás, Sam al frente del lado de la ventana, y yo adelante de él.

Como si nunca le hubiera conocido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora