Como si nunca le hubiera conocido.

Capítulo 11

Regreso

Pronto se vieron perdidos en el tiempo, escuchando toda la música que pudieron mientras comentaban lo que les gustaba y lo que les hacía reír de vergüenza ajena. Tal vez se dieron cuenta cuando pasó, o tal vez no, pero ya se encontraban recostados en el colchón más próximo, sin dejar de hablar ni mirarse. Había momentos como este en los que dejaban de pensar y se dejaban llevar por la situación, disfrutando simplemente de la compañía del otro.

Al día siguiente Drake se encontró con un borroso paisaje al despertar. Pese a eso, lo que más le confundió fue la extraña superficie donde tenía apoyada su cabeza. Era firme y cálida, no era una almohada y aún así se le antojaba la cosa más cómoda del mundo. Acompañada de esto, aquella extraña superficie parecía moverse, de arriba hacia abajo, y también escuchaba latido.

Pero de pronto, entre la fina línea del sueño y la realidad, sus sentidos empezaron a ser conscientes de lo que sucedía.

Entonces se levantó como un resorte y, sentándose recto en la cama, con los lentes chuecos entre el puente de su nariz y sus orejas, volteó lento hacía su acompañante. Encontrándose a un profundamente dormido Josh.

¿Qué iba a hacer ahora? ¡Había dormido con Josh! Claro que no de esa manera... pero, ¡Lo había tomado como almohada! Y lo peor era que ahora que lo notaba, Josh lo había estado abrazando de vuelta.

Rápidamente se levantó para dirigirse al baño, donde se obligaría a poner en orden sus pensamientos. Inhaló y exhaló pausadamente, tenía que tranquilizarse, no era para tanto... sólo habían dormido juntos, en la misma cama, sin dobles intenciones y nada más. No era para tanto.

Una vez se hubo tranquilizado, se quitó la ropa y se metió a la ducha, tal vez con agua fría sus irracionales miedos desaparecerían. Así fue como una melodía empezó a surgir en su cabeza. Tal vez porque le encantaba el agua y más el sentirse protegido por ella, era relajante y le separaba de la realidad por un corto tiempo, era que sus canciones solían iniciar en esos momentos de relajación. A veces era primera la música, a veces la letra.

Sabía que era el inicio de una nueva canción, sin embargo, también sabía que sólo quedaría escrita en su libreta junto con todas las demás canciones que había escrito y que no salían de su cabeza o de las cuatro paredes que conformaban su habitación. Simplemente no se atrevía a cantarle a nadie sus canciones, ni siquiera a sus mejores amigos.

Cuando hubo terminado, escuchó risas...  y murmuros al otro lado de la puerta. Terminando de ponerse su ropa de nuevo después de secarse, reacomodó sus lentes mientras se acercaba a la puerta. ¿Con quién estaba hablando Josh? Una parte de él sabía que no debía escuchar a escondidas. Pero otra parte más fuerte, le alentaba a mantenerse en esa posición y prestar mayor atención a las palabras de Josh.

—Sí, ya te pedí disculpas —escuchó que decía—No he tenido tiempo, ya sabes lo que él me pidió—hizo una pausa —sí, lo prometo.—Drake se recargó de más en la puerta y esta crujió por la madera vieja —...hermanita.

Se pudo oír como colgó y Drake permaneció en silencio e inmóvil. ¿Fue descubierto? ¿Y si ahora Josh creía que era un fisgón entrometido?

Armándose de valor ridículo, tragó saliva, se enderezó con firmeza y fingida indiferencia, salió del baño para dirigirse a su cama.

—¡Buenos días! —oyó decir a Josh.

—Buenos días... —contestó Drake con voz baja.

Después de un prolongado silencio, el castaño se vistió y acomodó para pasar el resto del día ahí encerrado junto a Josh. No es que le molestase, pero convivir con Josh últimamente significaba vivir con una clase de tensión y expectativas desconocidas para él hasta ese momento de su vida. En tan solo un corto tiempo transcurrido con Josh, había experimentado un vaivén de emociones nuevas y peligrosas. En un momento sentía diversión, en el otro nerviosismo acabando con vergüenza. Y el que le agradara todo eso le generaba una inquietud estrepitosa.