Capitulo 2: Despertar

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165 años después

Después de años congelados, en oscuridad, inconscientes, fríos. Las cápsulas se quedaron sin el gas que nos mantenía congelados.

Yo aún estoy congelada, desde fuera se podía escuchar mi pesada, cargada y temblorosa respiración, la cual empañaba el cristal y el propio calor de la misma hacia que me descongelara mas rápido.

De un momento a otro la cápsula se abre, y noto como alguien suelta las correas de cuero que me ataban, haciéndome caer sobre la persona, cuya cual me recuesta en el suelo.

Estaba muy fría, aunque respiraba y estaba empezando a recuperar consciencia de mi entorno.

Escucho murmullos, la voz me era familiar pero no lograba reconocer de quien era. La voz era medianamente grave, joven. Era de un hombre de mi edad aproximadamente.

-¿Están todos muertos..? - Escucho que dice, con un tono de preocupación.

Empiezo a tiritar, y logro abrir los ojos. El chico se acerca a mi preocupado y tras de un par de segundos todavía algo aturdida le logro reconocer.
- ¿F-faustin...?- Digo aun tiritando, mi voz se notaba algo débil y confundida.

Faustin corre a una de las cajas donde estaban nuestras cosas y agarra una chaqueta suya y me la pone por encima. Era bastante calentita y ayudaba bastante a que dejara de tener frio.

- Dios mio, menos mal que estas bien, pensé que estabas muerta por un segundo. Me dice Faustin abrazándome, se le notaba la preocupación.

- Pues no, aquí estoy para seguir dándote por saco- Bromeo.

- Bueno, ¿Que tal Bet?- Dice, algo mas calmado.

- Estoy bien, ya empiezo a no tener frio

Acto seguido recuerdo porque estábamos ahí y que era ese sitio.

-Un momento... ¿Cuanto llevamos congelados? -Digo extrañada.

Se levanta y va a una de las cápsulas. Se gira hacia mi con los ojos como platos.

- Unos 165 años- Dice.

Me quedo impactada.

-¿Y como has logrado salir tu de la cápsula? - Digo extrañada, no me terminaba de cuadrar.

- Mis correas estaban podridas y el gas congelante se acabó, así que ya ahí solo me quedó romper el cristal- Dice Faustin como si fuera lo mas normal del mundo, pero a mi toda la situación se me hacia muy surrealista.

- Bueno, deberíamos irnos ya, buscar provisiones, armas o lo que sea e irnos. No me parece a mi que el refugio haya terminado muy bien que se diga – Dice Faustin dirigiéndose a una de las cajas cogiendo la cajita y el reloj.

Me levanto, me tropiezo torpemente al intentar andar ya que mis piernas se desacostumbraron a cargar mi peso, pero rápidamente vuelvo a coger el ritmo.

- ¿Donde vamos a ir? Osea piénsalo, todo estará destruido, todos muertos, etc.. supongo que habrá algún que otro afortunado como nosotros pero no creo que sean muchos.
Miro las capsulas que tenían todas luces rojas.

-Oye Fausti.. ¿De que color estaba la luz de mi cápsula? - Digo para terminar de atar cabos. Me mira y me dice: -Verde.

Miro al resto de capsulas.

- Entonces todos estos están muertos por lo que parece- Digo con seguridad, a lo que él asiente.

Miramos por los alrededores, y de un pasillo vemos una especie de larva del tamaño de un perro mediano acercándose a nosotros. Ambos lo miramos sorprendidos.

-¿ Que narices es eso..? - Dice Faustin con cara de asco.

-¿Se supone que lo debería saber acaso? - Digo algo asustada.

La larva se levanta cerca de Faustin, este pega un pequeño grito, le da una patada y acto seguido le pisa la "cabeza" , esta explota , segregando una sustancia entre roja y amarilla, la cual le había manchado todo el zapato de Faustin.

- Que asco... - Dice este alejándose de la muerta larva. - Recuérdame no volver a hacerlo- Me dice,le respondo asintiendo asqueada.

Se acerca a uno de los guardias, el cual estaba muerto, en una fase de descomposición avanzada.

Faustin agarra una pistola semiautomática del cadáver, en el cargador de la pistola no había mas de 6 balas.

Mi compañero mira las capsulas. - ¿Que crees que haya pasado para que estén muertos?- Dice con un tono de voz melancólico y pausado.

- No lo se, pero tampoco creo que lo queramos saber. No me interesa saberlo, esto ya es bastante deprimente de por si- Faustin contesta asintiendo.

Avanzamos hasta la puerta y la abrimos, haciendo un gran estruendo metálico causado por el oxido.

En frente de nosotros había una sala en la que ponía: "COMEDOR". Nos miramos un segundo y decidimos entrar.

- Vayamos con cuidado Bet- Dice Faustin con el arma en la mano, alerta poniéndose delante mía para protegerme ya que no tenia arma.

Después de haber registrado el comedor y ver que no había nada de provecho vamos a una sala al lado que ponía "ARMERÍA".

- Bien, vayamos ahí, necesito un arma cuanto antes- Digo, y empezamos a correr hacia allí como un niño corriendo hacia el arbolito de navidad en nochebuena.

Le damos a un botón para abrir la puerta, la cual junto a el estruendo del óxido se detiene a la mitad. Nos agachamos y pasamos por esa pequeña franja.

Lo único que quedaba en la habitación era un subfusil y una escopeta, junto a bastante munición de cada uno, unas 4 cajas de cartuchos de escopeta y otras 3 cajas de balas de subfusil.

Me acerco y agarro la escopeta y su munición, meto toda la posible en esta por si acaso me veo en la necesidad de dispararla.

Escuchamos pasos dirigiéndose a nosotros.

- ¡HEY!- Grita Faustin.-¡¿ Quien anda ahí?! - Tanto él como yo estábamos alerta.

-Salid de donde estáis pacíficamente y no os haré nada, vengo solo – Dice la voz, era una voz de chico, algo mas pequeño que nosotros.

-¿Vas armado ? - Pregunto desconfiada, a lo que el chico responde:

- Pues claro, pero no os voy a hacer nada si salís pacíficamente.

Faustin y yo nos miramos entre nosotros con la misma expresion de desconfianza.

-¿Salimos? - Me pregunta.

-Somos dos si ataca solo podrá atacar a uno a la vez así que sí – Digo con un tono algo mas confiada.

Después de eso decidimos salir, el chico no nos muestra comportamiento hostil , pero yo estaba alerta.

- Hola, soy Faustin- Se presenta

- Yo soy Beatrice, encantada- añado.

- Un placer, podéis llamarme Jaime- Finaliza el chico

Miramos alrededor y se ve a una larva del tamaño de un coche acercándose rápidamente por el otro lado del pasillo.

Jaime lo mira y nos dice alarmado.

- Corred por vuestra vida- A lo que nosotros le hacemos caso y empezamos a huir de ese enorme, peligroso y feo bicho.

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