CAPÍTULO 10

147 22 3
                                    


La batalla entre Alfas era algo inevitable, nadie, ni siquiera la autoridad estudiantil podría detener el enfrentamiento. SiWon resoplaba lleno de furia por su ego destruído al quedar como un completo débil y cobarde frente a todos, mientras que KangIn sentía la sangre arder por observar como el puño del jefe estudiantil apretaba cada vez más fuerte el largo cabello del Omega provocando un discreto llanto de dolor y miedo por parte del último. Tristemente HeeChul había aprendido a llorar en silencio para no evidenciar en sus lágrimas los crueles tratos de los que era víctima por parte de los menores. De cualquier forma nadie lo iba a ayudar, así que de nada servía demostrar pena ante otros con su vergonzoso llanto.

El mayor del trío permaneció con sus ojos fuertemente cerrados sintiendo un enorme miedo recorrer cada fibra de su cuerpo. Sentado en el suelo mantuvo ambas manos sujetando su propia cabellera muy cerca de su cráneo en un intento bastante inútil por disminuir el dolor que provocaban los rudos jalones del Jefe estudiantil durante su acalorada discusión con el Judoka por demostrar a quien le pertenecía el omega. No podía abrir los ojos, no se atrevería, estaba más que asustado, su terror en ese momento era tan grande que sus músculos no respondían por más que el bailarín les rogara para levantarse y correr. Sin embargo de qué serviría sabiendo que ambos alfas podían hacerlo volver en el momento que quisieran sin tener que ir tras él ni moverse de su lugar.

A pesar del remiendo de amor que recibía por parte de aquel que clamaba quererlo de verdad sabía que nunca sería feliz. No importaba quien fuera el vencedor de la pelea, de cualquier manera sufriría hasta el día de su muerte: Si SiWon ganaba le esperaba una vida llena de humillaciones públicas acompañadas con ser tratado como un objeto para cualquier fantasía, orden o capricho, era evidente que el jefe estudiantil sólo lo había mordido para pisotearlo a placer sin que pudiera defenderse; por el contrario, si KangIn ganaba sería sometido de forma violenta cada vez que quisiera irse o incluso cada vez que se sintiera molesto con la conducta de éste, tal como había sucedido en el departamento, a pesar de las dulces palabras y tratos tiernos el judoka no lo quería, no lo había mordido por amor como tantas veces afirmó, fue para esclavizarlo a su lado y no volver a sentirse solo.

Su cuerpo, su alma y sus ganas de vivir estaban igual de destruidas. No le importaba el resultado de la pelea, solo quería morirse, ¿Por qué sus dueños no lo dejaban terminar con todo en paz?, ¿Por qué KangIn no daba un golpe fatal en sus ataques de ira?, ¿Por qué SiWon no lo había asfixiado por completo durante sus peligrosos caprichos sexuales?, ¿Por qué todo se había reducido a que el mejor final era renunciar a todo?, ¿De qué servía la estúpida pelea si ya sabía que iba a suceder? Dentro de unos minutos el Omega iba a perder la mitad de su vida, aquello, para su desgracia, no reduciría años a su existencia, sino que la horrible sensación de vacío y presión de su pecho jamás desaparecería por perder a uno de sus dueños. Dicho de otro modo, caería en una depresión grave que lo acompañaría el resto de sus días sin la más mínima esperanza de recuperarse, ni siquiera las pastillas del mejor psiquiátrico podían ayudar a un Omega en tal estado de dolor. ¿Por qué? ¿Por qué le tenía que pasar todo esto a él? El poco orgullo que le quedaba era más delgado y débil que un hilo de telaraña: Perdió la belleza física de la que por tanto tiempo presumió, ahora solo existían deformes cicatrices rosadas resultantes de la campal guerra por el dominio que ambos Alfas habían luchado durante sus constantes batallas al poseerlo, desde hace meses perdió la libertad de decidir si quería hacer algo o no reduciendo su opinión a un "Sí" que no quería decir, además que sus planes para el futuro fueron completamente destrozados antes de que pudiera comenzar a construirlos. Su sueño de vida desapareció y fue reemplazado por la obligación de obedecer cada uno de los caprichos de sus dueños a pesar de su propia opinión, deseos y salud. ¿Realmente para eso había nacido?, ¿Ese era el único propósito en su vida?. Durante años evadió y atrasó el inevitable destino de obediencia del que su madre le había advertido, incluso intentó encontrar a un dueño con el que tuviera al menos una amistad, ni siquiera necesitaba que hubiera atracción física, sin embargo tuvo la desgracia de terminar con dos a la misma vez y peor aún, con los que más odiaba.

-¡HeeChul es mío!- Gritó KangIn, -¡Esto me pertenece a mí!- Se defendió SiWon -Si lo quieres, ven y quítamelo- Exclamó justo al momento de apretar con más fuerza el cabello del bailarín para posteriormente empujarlo a un lado como si fuera cualquier trofeo en una competencia. Ya no era una persona, sólo un objeto sobre el que dos hombres disputaban la propiedad. HeeChul cayó al suelo desde la poca altura que tenía por haber estado sentado, aunque agradeció ese breve momento por sentir como su cuero cabelludo poco a poco dejaba de doler y él podía darse un gentil masaje en la zona afectada mientras esperaba ver cómo aquellos idiotas decidían su futuro sin que él pudiese evitarlo ni decir nada al respecto. Después de todo ¿A quién le importaba lo que un Omega tuviera para decir?.

-Los odio...-.

MI JUGUETE (KangSiChul)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora